Imagen de la residencia militar de Sant Antoni.

La llegada masiva de inmigrantes a las costas de Ibiza y Formentera y la cuarentena forzosa que han de pasar prácticamente todos ellos, unos por estar contagiados de coronavirus y otros por haber sido contacto estrecho durante la travesía desde Argelia, está obligando a las administraciones a buscar emplazamientos apropiados en los que poder albergarlos para pasar el aislamiento.

La empresa no está siendo fácil y el Gobierno no ayuda. Según explicó la presidenta del Govern, Francina Armengol, el pasado miércoles en la reunión que mantuvo con Consell d’Eivissa, alcaldes y Delegación de Gobierno, el Gobierno se niega a que las residencias de militares de Baleares puedan ser utilizadas para esta función, a pesar de que algunas, como la de Sant Antoni, están vacías en estos momentos.

El Ministerio de Defensa cuenta en la isla de Ibiza con dos instalaciones de este tipo, la de es Soto en Vila y la citada de Sant Antoni. Ambas se denominan Héroes de Filipinas y tienen la categoría de Residencias Militares de Acción Social de Descanso.

Las residencias no se tocan
La negativa del Ministerio de Defensa a que puedan ser utilizadas para otros fines no es nueva y, por lo tanto, no es una sorpresa.

En 2017, ya respondió que no a la petición elevada por el Ayuntamiento de Ibiza y el Consell d’Eivissa para que las residencias pudieran ser utilizadas para dar alojamiento a personal sanitario, educativo y de seguridad.

La residencia de Vila permanece operativa todo el año para aquellos militares que quieran pasar sus vacaciones en la isla y también para dar soporte a los que se desplacen a la isla dentro de cualquier operativo.

En cambio, la de Sant Antoni está cerrada a cal y canto en estos momentos y solo se abre en verano, de mediados de junio a mediados de septiembre.

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21 habitaciones
Según la información del folleto que el Ministerio de Defensa pone a disposición de los militares, el centro RMASD Héroes de Filipinas San Antonio cuenta con 12 habitaciones dobles y nueve cuádruples.

Todas cuentan con una pequeña cocina salón. En total, por lo tanto, podrían alojarse hasta 60 personas al mismo tiempo. Si han de estar aisladas en una habitación exclusiva, 21.
«Las RMASD (Residencias Militares de Acción Social de Descanso) -dice la web del Ejército- tienen por cometido proporcionar alojamiento, manutención en su caso, descanso vacacional y ocio al personal militar y sus familias».

Desde el gabinete de Comunicación del Ejército de Tierra puntualizaron en 2017 que las medidas de asistencia o apoyo al personal que ponen en marcha y entre las que se encuentran las residencias vacacionales pretenden minorar la incidencia negativa que los rigores de la vida militar tienen sobre el personal de las Fuerzas Armadas y sus familias, no sólo por su movilidad geográfica, sino por maniobras, ejercicios y largos despliegues fuera del territorio nacional.

Por ello, no solamente tienen como objeto cuidar al militar en sí mismo, sino también y muy especialmente, a sus familias, que son «una pieza clave para contribuir al mejor desarrollo de los cometidos que se encomiendan en cada puesto al militar».

Otro hotel
La negativa de Defensa, la necesidad de reservar el hotel puente para los casos para los que fue contratado y la falta de alternativas a corto plazo, más allá del campamento de Cala Jondal, obligarán al Govern a contratar otro hotel para garantizar el correcto aislamiento de los inmigrantes que no den positivo pero que tengan que guardar cuarentena hasta el traslado a la Península.

También se ha venido utilizando en algunas ocasiones el albergue Sa Casilla que cedió el Ayuntamiento de Sant Josep.

Precios de derribo

Los militares que pueden acceder a este tipo de residencias disfrutan de unos precios muy reducidos. Por ejemplo, un apartamento de cuatro habitaciones en la residencia de Sant Antoni le cuesta en temporada alta a un oficial 30 euros al día, 24 a un suboficial y 18 a un militar de tropa, sin perjuicio de otro tipo de descuentos.