Vicent Marí Torres, minutos antes de la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. | DANIEL ESPINOSA

Vicente Marí Torres (Puig den Valls, 1959) es el presidente de la Asociación de Apicultores de Ibiza desde 2016 y un apasionado por el mundo que rodea toda la actividad apícola. Esa pasión no le ha privado de formarse, dado que su curriculum es ciertamente impresionante. Es técnico de operaciones y servicios portuarios de la APB, técnico de empresas y actividades turísticas por la UIB, graduado en Ciencias Económicas por la Universidad de Valencia, graduado en Derecho por la UIB y abogado, graduado en Turismo por la UIB, graduado en Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas por la UNED, está al borde de acabar Ciencias Políticas también en la UNED e incluso en breves defenderá dos tesis doctorales relacionadas con el chárter náutico. Ha asistido a 148 cursos de formación, ha escrito un libro y tiene en redacción tres más. Durante la entrevista, cada palabra que articula parece una sentencia amable cual profesor que instruye a su discípulo. El sosiego con el que habla transmite una sensación de paz y sabiduría contagiosa. Marí parece haberse mimetizado con sus amadas abejas en algunas características como el orden, el trabajo y la observación.

—¿Cómo empezó su vocación apícola?
—Toda mi vida ha estado ligada a las pequeñas criaturitas de pluma, de pelo y otras. De adulto, cada vez me entusiasmaba más el excelente, organizado y sistemático trabajo que hacían las abejas. Son arquitectas sin título. Saben qué tienen que hacer, cuando y cómo. Me generaba mucha curiosidad esa labor que es necesaria para nuestro ecosistema y nuestra vida. Un día lo comenté con un buen amigo, Jaume Ferrer ‘Parot’ y sin pensárselo me dijo: “cuando quieras, vamos y vemos a las abejas”. Fue la gota que colmó la ilusión que tenía por ellas. A partir de aquí, me regaló dos colmenas y actualmente tengo un centenar. Cuantas más veces voy a verlas, más ilusión tengo por volver a hacerlo. Ellas me saludan a su manera: a aguijonazos. Es una afición con la que empatizas, si realmente sientes amor por la naturaleza. Cada día te engancha más, es una droga muy saludable.

—¿Se puede vivir de la apicultura en Ibiza?
—Sí, a partir de mil colmenas. Tenemos muchos parámetros a nuestro favor.

—¿Cuántos apicultores hay en la actualidad?
—Hoy, 121. Mañana espero que 125 (se ríe). Nos hacen falta manos que se dediquen a la apicultura. No me preocupa que no haya abejas, sino que me preocupa que no haya apicultores.

—¿Ibiza reúne las condiciones climatológicas idóneas para la apicultura?
—He de contestar en sentido afirmativo. Tenemos un clima muy bonacible, un clima muy cálido. De hecho, la temperatura actual es propia de principios de mayo. Para llevar a término una gestión apícola, es un clima muy propicio. Por el contrario, tenemos ausencia de lluvias. Si no hay lluvias, no hay flor. Si no hay flor, habrá que sobrealimentar. Ellas tienen que comer los productos que ellas mismas generan, como por ejemplo el pan de abeja, que se forma a partir de miel y polen.

—¿Cuántas recolectas de miel se hacen cada año?
—Actualmente, una. Hace unos veinte años, tres. Este hecho se debe a que no llueve, en consecuencia, no hay flora ni néctar. Estamos a un 46% de nuestras reservas acuíferas, lo cual significa que ha llovido muy poco. Venimos arrastrando una serie de años de sequía y con ella, se deprimen las colonias. Ahora mismo, son como nosotros cuando estamos con las defensas bajas.

—¿A qué sabe la miel de Ibiza?
—Sabe a vida, a cultura y a ilusión. Ese es el verdadero sabor de Ibiza. Pensemos que tenemos una flora distinta de nuestra gimnasia mayor. Allí el algarrobo es muy escaso, mientras que aquí es muy abundante, con lo cual hacemos una miel de otoño exquisita, muy apreciada en los países del norte.

—¿En Ibiza se comercializan otros productos de las abejas como própolis o jalea real?
—Sí. Por parte de un apicultor profesional que comercializa el polen. Ello comporta tener registro sanitario porque hay una manipulación. No es como la miel que lo único que hacemos es trasladarla a un bote, el polen hay que sacarlo porque sino fermenta. También comercializa própolis y jalea real, lo cual es harto difícil porque requiere unas condiciones muy específicas para su extracción.

—¿A qué males se enfrenta la apicultura en Ibiza?
—El principal mal es la edad del apicultor. El perfil del apicultor en Ibiza tiene 72 años y pocas colmenas.

—¿Cómo cree que se debería fomentar el relevo generacional en la apicultura ibicenca?
—Con lo que actualmente estoy trabajando dentro del marco de objetivos cuatrienales que me fijé a partir de 2013. Formación e información para dar a conocer a la sociedad en general los beneficios de la apicultura y para captar nuevos socios. De hecho, ya se está consiguiendo. No me interesa tener muchos socios, sino socios que se dediquen a la apicultura. Por ejemplo, nuestros compañeros de Canadá reciben más retribución por las subvenciones del gobierno que por los mismos productos que venden, porque el feedback de la polinización es muy elevado.

— ¿Por qué es necesaria la actividad apícola?
—Para el mantenimiento del paisaje y para que tengamos tomates, sandías, melones, etc. Las flores no huelen de una manera determinada porque sí, sino porque el creador las diseñó justamente para que fueran atractivas para las abejas. Las abejas no van a cualquier flor, sino a las más exuberantes y con mayor olor.

—¿Por qué es necesaria la actividad apícola?
—Para el mantenimiento del paisaje y para que tengamos tomates, sandías, melones, etc. Las flores no huelen de una manera determinada porque sí, sino porque el creador las diseñó justamente para que fueran atractivas para las abejas. Las abejas no van a cualquier flor, sino a las más exuberantes y con mayor olor.

—Sin las abejas, ¿estaríamos condenados a la extinción?
—El ser humano es muy resiliente, siempre encontraría algún método para generar productos alternativos, pero no tendrían las propiedades ni la calidad de los que generan las abejas. En China ya están polinizando a mano y con robots, porque las fumigaciones arbitrarias están destruyendo la actividad de las abejas. En California están perdiendo un 30% de las abejas y están adquiriendo enjambres a contenedores para sus producciones de almendra, nueces y otros frutos secos.

—¿De qué manera las podemos ayudar?
—Sembrando flores donde ellas (las abejas) puedan pecorear y captar el néctar. Atendiendo las peticiones de los apicultores cuando preguntan si pueden poner colmenas. Recuerdo un programa muy conocido, Terra Salada, donde había una agricultora que nos presentaba un jardín botánico de flores comestibles. Es un ejemplo de lo que necesitaríamos los apicultores. Las abejas no atacan si no se les molesta o si uno no se pone delante de su deriva.

—¿Hay que tener miedo a las abejas?
—No, hay que tenerles cariño, amor y respeto.

—¿Cómo nace la Asociación de Apicultores?
—Nace el 17 de noviembre de 1989, fruto de un entusiasta apicultor: Vicente Tur Noguera, quien observa la imperiosa necesidad de crear una asociación. También intervino Javier Pablos, quien era el responsable de agricultura del Consell Insular de Ibiza y Formentera. Pusieron un anuncio en el diario e hicieron una asamblea general y así nació la primera acta de la Asociación de Apicultores. Más tarde se escindieron los de Formentera, con quien tenemos una excelente relación.

—Háblenos del proyecto de recuperación de la abeja autóctona.
—Se estaba viendo que había tres linajes de abejas completamente diferenciados en baleares, aunque hace miles de años había sólo uno: aquel perteneciente al haplotipo A1. En Mallorca se mantiene bastante bien la pureza de este linaje, pero en Ibiza casi se ha disuelto por completo. No hay una abeja de cada isla, sino una balear: la apismelífera iberiensis. Esta abeja está perfectamente adaptada al medio, es más pequeña, negra, muy productiva y muy agresiva porque está africanizada. Entonces, en lugar de multiplicar las pocas colonias que había en Ibiza, lo que se hizo fue adquirir reinas del norte de Italia, de centro Europa y de la península. Hay un estudio genómico de 98 colonias en Baleares de la bióloga Pilar de la Rua del año 2002 y la conclusión a la que se llegó fue que se muestran indicios de introducción reciente que han modificado sustancialmente las condiciones genéticas de las poblaciones locales ancestrales. Lo primero que consideré que teníamos que hacer era ver si después de 16 años los compañeros de Mallorca seguían teniendo el mismo linaje. Una vez comprobamos que sí, traje 30 núcleos con abejas y sus reinas. En la actualidad se están reproduciendo y hemos encontrado un terreno alejado entre tres y cinco kilómetros de otros colmenares para que las reinas no se fecunden de otros zánganos. Tenemos en Santa Gertrudis y en Sant Miquel, aunque también tenemos previsto llevar a Portinatx. Otro objetivo es Sa Cala de Sant Vicent.

—¿Qué otros proyectos tienen en marcha?
—La creación de una granja-escuela apícola. La tenemos prevista para dentro de 3 años como máximo.


—¿Cómo se valora si una miel es mejor que otra?
—Primero las tenemos que clasificar por variedad. Estas tres variedades son primavera, otoño y original, aunque si el jurado estima que una miel presentada como original debe pasar a concursar con las de otoño, lo hará. La de primavera es muy líquida y muy clara, debe saber a almendro y a cítricos. La de otoño debe saber a romero, brezo y algarrobo, es una miel muy oscura y muy viscosa. La original recoge los sabores de flores muy variadas, debe recordar a tomillo que se reconoce por el sabor que producen los polifenoles. Nos amparamos en el protocolo de cata de la marca balear «És mel». Hoy por hoy hay cuatro socios adscritos a la marca, tres en Mallorca y uno en Ibiza (que soy yo).

— Recientemente se ha sabido de la detención de dos apicultores de la isla por comercializar miel en mal estado. ¿Cómo valora este hecho?
—Es un hecho reprochable a todas luces, perjudica a la marca Ibiza, a la miel, a la asociación y a todo el sector apícola. A la hora de comprar miel, frente a la duda muchos clientes pensarán “¿y si es la que salió en el periódico?” y optarán por otras mieles. Aprovecho para dar mis más sinceras gracias al equipo que hizo posible la detección y detención de estos individuos, por cuanto se trata de un ilícito. Se ha mostrado un total desprecio por la salud de las personas, lo cual es un delito prescrito por el artículo 359 y siguientes del Código Penal. Por otra parte, existe un fraude palmario: se mezclaban mieles de dudosa procedencia con mieles de aquí y se hacían pasar por un producto de la isla. Lo único que les movía era el lucro a título personal con total desprecio por las normas y por la salud de los consumidores.

—¿Es seguro comprar miel de Ibiza?
—Tengo que decir que sí, sin lugar a dudas. La miel que se produce en Ibiza es fiable 100%, pura y de mucha calidad e incluso ha recibido premios.

—¿Qué garantías sanitarias debe cumplir un apicultor para comercializar su miel?
—La miel tiene que estar perfectamente filtrada y madurada, dejándola un mes, de manera que las impurezas suban y la miel baje. Debe estar también envasada y etiquetada correctamente, como marca la norma que resulta de aplicación. Por supuesto, no debe contener ni un aditivo. El proceso se debe hacer en un obrador que reúna todas condiciones de salubridad e higiene.

— En Ibiza tenemos una Indicación Geográfica Protegida (IGP) de vino, de aceite y de hierbas ibicencas. ¿Han pensado en solicitar una IGP para la miel de Ibiza?
—Pronto tendremos la octava IGP de miel de España.Ya tenemos las analíticas hechas y vamos a mandar las de 2019 y 2020. Es cuestión de un año. También está en marcha el proceso de catalogación de la miel de Ibiza como producto tradicional.

—¿Al yogur le añade azúcar o miel?
—Sin lugar a dudas, miel. La podemos añadir incluso sobre una herida o una quemadura, atendiendo a sus propiedades cicatrizantes. También se está trabajando con los efectos que pueda tener la apitoxina en tratamientos contra el cáncer. Como curiosidad, no se conoce un solo caso de contagio por COVID en un apicultor.