La entrada a la sala de equipajes divide el flujo en viajeros nacionales e internacionales. Hubo cierta confusión al desconocer hacia dónde había que dirigirse.

Volar ahora desde la Península a Baleares es más complejo. Los pasajeros deben cumplir unos requisitos en función de si son o no residentes en las islas. En el caso de los residentes, éstos deben realizarse una prueba PCR en origen 72 horas antes de su llegada a la isla –gratuita y financiada por el gobierno balear–, un test de antígenos a su llegada al aeropuerto de Ibiza, o cuarentena domiciliaria de 10 días. En el caso de los pasajeros no residentes, la única opción es presentar una prueba PCR realizada en origen y abonada por el pasajero.

No obstante, existen diversas excepciones que pueden consultarse íntegramente en la página web oficial de la Consejería de Salud. Entre ellas está que los pasajeros procedentes de comunidades autónomas con una incidencia acumulada inferior a los 150 casos por cada 100.000 habitantes estarían exentos de cualquier control anteriormente mencionado. Este es el caso actual de Andalucía, Canarias, Ceuta y Murcia. En mi caso decidí realizarme una prueba PCR anterior a mi llegada a Ibiza para descartar riesgos. En Sevilla, sólo dos laboratorios están concertados por el Gobierno balear para que los residentes acudan a realizarse las pruebas PCR. Pedir cita telefónica en cualquiera de ellos fue misión imposible, tras numerosos intentos de llamadas fallidas. Por ello, decidí personarme en uno de ellos para solicitar la cita presencialmente. En el laboratorio me dieron cita para 48 antes de mi vuelo y solicitaron mi DNI para comprobar mi residencia en la isla. También un bono que tuve que descargar en la web del Gobierno balear. Tras la realización de la prueba, el resultado me fue comunicado apenas unas horas más tarde.

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El día del viaje, el vuelo transcurrió como de costumbre, sin más controles que los habituales a la salida de Sevilla o llegada a Ibiza. Algunos pasajeros del vuelo se sorprendieron al conocer que en Ibiza no debían pasar ningún control sanitario. Tras aterrizar ayer alrededor de las cinco de la tarde, y con un factor de ocupación de un 50%, la entrada a la sala de recogida de equipajes dividía el flujo de viajeros en nacionales e internacionales. Al ser el único vuelo en tomar tierra a esa hora, por el retraso de otro vuelo procedente de Barcelona, algunos pasajeros confusos se dirigían hacía el recorrido de vuelos internacionales sin prestar atención a la señalización. No obstante, el personal que realiza el control sanitario en el aeropuerto dio paso directamente a la cinta de recogida de equipajes y a la posterior salida de la terminal: «Pasajeros procedentes de Sevilla, diríjanse directamente a la salida, por favor», anunciaron.

Muchos pasajeros esperaban asombrados que les solicitasen el informe con el resultado de la prueba PCR o, en su caso, realizar el test de antígenos. Los empleados explicaban que al ser un vuelo procedente de Andalucía no era necesario hacer dicho control porque procedía de una comunidad autónoma con una incidencia de COVID-19 inferior a 150 casos por cada 100.000 habitantes.