La colla dels Xacoters de sa Torre, de Puig d’en Valls, realizó ayer dos recitales de caramelles en Sant Miquel y Sant Josep, interpretaciones enmarcadas en el programa de actuaciones organizado por el departamento de Patrimonio Histórico del Consell d’Eivissa y que estuvieron marcadas por las restricciones derivadas de la pandemia.
Mariano Marí, Mariano Marí Marí, y Javi Bufí abrieron la jornada a las 10.30 horas en la iglesia de Sant Miquel con un primer cambio obligado: la entrada a misa sin el acompañamiento de la flaüta. «Hemos tenido que adaptar las caramelles, hacerlas más cortas de lo habitual y ello ha conllevado una adaptación», detalló Mariano Marí Marí. Las caramelles de Nadal son un canto muy antiguo, que se empezaron a entonar en el siglo XV y que en 2005 fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC).
Las restricciones también imponían una nueva escenificación con el sonador tocando la flauta de espaldas a los asistentes, el uso de mascarilla constante para los dos cantadores y una mayor distancia de seguridad.
«Al tratarse de un instrumento de viento, tuve que dar la espalda al público y los tres tenemos que estar más separados», advirtió Mariano Marí, quien añadió que las caramelles se han reducido casi un 60%. «Ahora duran entre 10 y 12 minutos y es mucho más complicado a la hora de recuperar el aire entre estrofa y estrofa. No da el mismo gusto, pero es lo que hay», remarcó el miembro dels Xacoters de sa Torre.
La iglesia de Sant Miquel acogió a una veintena de vecinos que celebraron la misa en honor de Sant Esteve, siguiendo las medidas de seguridad sanitarias vigentes.
Las caramelles de Nadal representan «la muestra más antigua del cancionero tradicional religioso de las islas Pitiusas», según señalan los caramellers en su programa de actuaciones. Para su actuación, el sonador toca la flaüta y un tambor, mientras los dos cantadors hacen sonar unas castañuelas y un espasí, con un sonido muy similar al de un triángulo.
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