Imagen impensable antes de la entrada en funcionamiento de la variante del tramo de Ca na Negreta sin casi vehículos. | Toni Planells

Ca na Negreta ha vivido atravesado por la carretera de Santa Eulària durante años y años, con los incovenientes y peligros que eso supone. Tras la ampliación de la carretera de Santa Eulària, los aires de este barrio están cambiando sustancialmente.

Al medio día el aparcamiento de Can Toni, frente a la cafetería y tienda, sigue estando lleno. En la terraza, a medio gas, unos vecinos organizan una jornada de pesca entre risas y vinos. Entre los veteranos se encuentra Joan, de Cas Gasi, que vive a 100 metros al otro lado de la carretera y está encantado: «Ahora solo se oye a los gatos cantando». Explica que antes debía caminar 5 kilómetros para llegar «tenía que bajar hasta la rotonda y después volver a subir, y luego lo mismo para volver. Cruzar la carretera era imposible».

El presidente de la Asociación de Vecinos, Joan Planells. Foto: Toni P.

«Ahora solo falta que el Ayuntamiento (de Santa Eulària) acabe de ajardinar y adecentar la zona», concluye el vecino de Cana Negreta. Joan Copa, su compañero de pesca y vinos, aunque es de Sant Jordi, confirma el cambio positivo que ha sufrido la zona. El empleado de un comercio de la zona, Fauricio, comenta que ese comercio funciona gracias a su página web, por lo que no ha notado cambio, pero que la tranquilidad que se respira en la zona le ha llevado a buscar vivienda en el barrio.

Los miles de personas que ya no circulan por esta carretera suponen esta tranquilidad que celebran los vecinos, pero también supone «una pérdida de visibilidad» por parte de los negocios de la zona, tal como afirma Rosario Tur, gerente de Cafés Ibiza. Si bien su local es una fábrica, no un comercio, sí que «había despistados que el ver la fachada se paraban y hacían algo de compra, y ahora ya no. Se nota muchísimo», asegura Tur, que encuentra que el problema, según su punto de vista, es que «si no te ven, no existes». Espera que haya mejoras en el barrio, ya que «ahora Ca na Negreta ha quedado como el hermanito feo. Ojalá quede un espacio más humano, un boulevar, carriles bicis… y que atraiga a la gente».

En este sentido, existe un proyecto que se dejó en un cajón del Consell desde la pasada legislatura. El Ayuntamiento de Santa Eulària no había teindo constancia de este proyecto, pese a haber preguntado por él, hasta la llegada del nuevo equipo de gobierno al Consell. Hoy por hoy el Ayuntamiento de la villa del río está revisando y modificando el proyecto, que «no trataba la vía como centro de un núcleo de población, sino como una carretera. Además, tras el tiempo transcurrido los precios ya estaban desfasados e incluso algunas de las actuaciones previstas estarían fuera de normativa» según el Consistorio.

El Ayuntamiento propone la reconversión del espacio dividido por la carrtera en un ‘mix’ entre vivienda, uso rústico e industrial que conviva con un núcleo de población habitable, con servicios y con una racionalización de los espacios. El proyecto que se encuentra en fase de redacción, y constaría de tres fases, se espera que se presente durante el primer cuatrimestre de 2021. La primera fase se centraría en las viviendas más cercanas a la antigua carretera, mientras que las otras dos fases se centrarían en la zona industrial y en los terrenos rústicos respectivamente.

Los puntos de este proyecto se hacen de manera que no dejan de lado a los vecinos de la zona, con quienes el Ayuntamiento mantiene contacto. En cuanto a la financiación del proyecto, «aunque lo ideal sería que se hubiera incluido en el Convenio de Carreteras del Estado», según el consistorio, el Consell Insular ha expresado su voluntad de financiar las obras licitadas por Santa Eulària según un convenio del que todavía hay que definir los puntos.

La asociación de vecinos de la zona, Es Burell, no solo representa a Ca na Negreta, aglutina todos los barrios de la zona: Ca na Palava, Ca na Beia, Ca na Poua, Can Xiquet Pou, Can Sopes y Can Ramon. Su presidente desde agosto es Joan Planells. Junto a la secretaria de la asociación, Edu Sánchez, nos explica cómo, efectivamente, el Ayuntamiento tiene en cuenta sus reivindicaciones y propuestas. Pone como ejemplo la rapidez con la que se arreglaron las aceras de la travesía tras reclamarlo directamente a la alcaldesa, que se desplazó a la zona para escuchar a los vecinos. Pero sus objetivos no acaban allí, desde fomentar la mejora del mantenimiento y ornato de las edificaciones, mejorar la identificación de los barrios colocando pórticos municipales con buzones de los barrios aislados, recuperación de elementos patrimoniales, siempre con la participación de los vecinos.

Cesión de Campsa
El nuevo presidente es aparejador y ha cooperado en catástrofes como la del torrente de Sant Llorenç en Mallorca. Por eso es consciente de la importancia del mantenimiento de los torrentes, y ya está gestionando con Recursos Hídricos del Govern la conservación de los que pasan por la zona, como el de Sa Llavanera, que desenboca en Vila y es un peligro en potencia. Planells no es solo aparejador, es ambicioso, por eso entre los 10 objetivos que se ha propuesto también ha incluido gestionar, junto al Ayuntamiento, la cesión al barrio del edificio de la antigua Campsa, que pertenece al Ministerio de Industria, que se encuentra en un estado de abandono deplorable. Allí proponen transformarlo en un local social polivalente, parque infantil, plaza y aparcamientos públicos.

Vecinos de la zona tanto Sánchez como Planells también se encuentran encantados con el cambio y optimistas ante su futuro, que comparan con matices con lo que sucedió en Sant Jordi tras eliminar el tráfico en su núcleo, «es un barrio con futuro» asegura Edu Sánchez, que ya nota mejoras en la calidad de vida de su barrio. Pone como ejemplo cómo sus paseos tras la reforma le hacen coincidir con paseantes que vienen de Puig d’en Valls, de manera que también se ha conseguido unir poblaciones que hasta ahora se encontraban separadas.