Multas y advertencias. Las patrullas recorren los barrios, su misión es doble: informar de las retricciones por la situación sanitaria y el control del cumplimiento de las medidas. Denuncian, pero también advierten en situaciones en las que no hay aparente infracción. | Marcelo Sastre

Tres agentes, dos de Policía Nacional y uno de Policía Local, se disponían ayer a iniciar su primera patrulla conjunta para controlar las medidas COVID. Ambos cuerpos acordaron el martes poner en marcha este dispositivo, con el objetivo de optimizar recursos y colaborar coordinadamente todos los cuerpos de seguridad ante la situación de «riesgo extremo», nivel 4, según el baremo del Govern. Las patrullas conjuntas se mantendrán, al menos, hasta el 30 de enero.

El talante de la patrulla era informativo, sin embargo los agentes advertían: «Las normas están vigentes desde hoy, la idea es intervenir de un modo informativo respecto a las nuevas medidas, pero habrá casos un poco más graves o de medidas ya existentes en que se sancionará».

Apenas caminaron 40 metros de la avenida Ignacio Wallis y ya tuvieron su primera intervención, una joven caminaba despreocupada y sin mascarilla por la calle. Algo apurada, la chica le contestó al agente, conocía la normativa y le mostró la mascarilla que llevaba a modo de pulsera. Resignada, le mostró el DNI al agente que tomó sus datos. Se le formulará acta de denuncia cuando lleguen a comisaría. 100 euros de multa.

«La gente está concienciada y ya no es tan habitual encontrar a personas sin mascarilla, lo más común es gente que tiene descuidos. Por ejemplo que fuman y después no se la ponen», comentó el agente. No tardaron en encontrar un caso. Un hombre salía de un callejón mientras apuraba un cigarrillo. El agente le interpeló y el individuo se explicó, apenas le quedaban dos caladas. Se le conminó a detenerse en una zona apartada y después seguir andando. «Fumar no está prohibo», apuntó el agente, «pero debe hacerse apartado del tráfico de personas y quieto, lo que no se puede hacer es pasear fumando y, evidentemente, sin mascarilla».

Los agentes indican que entre los particulares se encuentran más casos de incumplimiento de las medidas que en el caso de los negocios. También es cierto que las sanciones por transgredir las medidas establecidas son mucho mayores. En su recorrido prestaban atención a que en cada una de las tiendas que tiene permitida la actividad tuvieran fijado un cartel informativo en la puerta con el aforo permitido (un 30%) y que se cumplía. Todos los bares y restaurantes estaban cerrados por la zona.

De convivientes
Por la avenida Bartomeu Roselló, dos mujeres paseaban juntas, aparentemente de compras. Los agentes preguntaron por su relación y respondieron que eran madre e hija. Misma unidad familiar. Sin más preguntas les dejaron continuar. «Ahora mismo solo pueden ir juntas las personas de la misma unidad familiar, es algo que vigilamos, pero a veces es difícil de comprobar. Si vemos grupos de jóvenes, por ejemplo, sí es más sencillo ver que pueden estar incumpliendo la normativa».

Llegando al puerto un joven, Popi dijo que le llamaban, se acercó a los agentes. «Disculpe, quería saber si puedo pasear con mi novia con la que no convivo». Explicó que llevan varios años de relación, pero él vive con sus padres. La respuesta fue afirmativa. Se trata de una de las excepciones contempladas en las medidas fijadas esta semana para Ibiza y Mallorca, la reunión entre personas que tengan un vínculo matrimonial o de pareja que vivan en domicilios diferentes.

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Es habitual, según uno de los agentes, recibir consultas de personas mientras patrullan. «La normativa cambia muy rápido y hay muchas excepciones, es normal que nos pregunten por situaciones particulares como esta».

Hay otras excepciones a la reunión de personas que no forman parte del mismo núcleo familiar: las personas que viven solas, que pueden relacionarse con un único núcleo familiar; los menores de edad con padres que vivan en domicilios distintos y la atención a personas dependientes.

No era el caso de dos hombres que charlaban animadamente en la avenida de Santa Eulària. No se sobresaltaron a la llegada de los agentes que les preguntaron por su relación. Eran dos amigos italianos que charlaban de sus cosas, «¿cuál es el problema?».

Los agentes les informaron de la norma, los dos asintieron, se despidieron y cada uno por su lado.

«Es el primer día, es normal que se avise, así todos estamos informados. Si se repite ya será cosa nuestra y ellos harán su trabajo si ponen una multa», explicaba uno de los dos hombres que asumía que las medidas son «necesarias» dada la situación sanitaria actual.

Los agentes regresaron a la avenida Bartomeu Roselló y enfilaron la calle Ramón y Cajal en dirección a Vara de Rey. En la tienda Zara observaron a la gente que esperaba en la puerta. La tienda tenía completo el aforo. Se distribuían por la acera, distanciadas unas de otras. Ningún problema.

Desde Vara de Rey siguieron por la Marina. Ayer era día de informar, hoy el control será más severo.