La restauradora Nieves Peinado muestra, ayer, una de las portadas que ya ha sido restaurada. | Marcelo Sastre

En octubre de 2020 un equipo de la empresa Einam SL encabezado por la prestigiosa restauradora Nieves Peinado dio comienzo a un trabajo apasionante: recuperar el esplendor de las cubiertas de una serie de libros de la antigua Universitat que se guardan en el Arxiu Històric d’Eivissa i Formentera.

Para ello ha recibido una subvención del Consell d’Eivissa de unos 5.000 euros. Se trata, según aseguró, ayer, a Periódico de Ibiza y Formentera la directora del Arxiu, Fanny Tur, de la primera aportación económica de la máxima institución insular desde 1999 cuando, en colaboración con la Fundació Joan March, se restauraron un plano de las Fites d’Eivissa realizado por Gaetano Soler en 1789 y el Plano de la Ciudad de Ibiza y sus alrededores, realizado por Juan Ballester y de Zafra en 1738.

En esta ocasión el trabajo de Peinado y su equipo se ha centrado en el Llibre de l’Escrivà de la sal, que data de 1635 y 1636, y en los Llibres de Juraria, fechados a mediados del siglo XVII. Según Fanny Tur se trata de publicaciones de gran interés histórico puesto que recogen la vida diaria en las Pitiusas de la época con nombres y apellidos y el funcionamiento de esta institución de gobierno y representación local de Ibiza y Formentera, vigente desde el 18 de marzo de 1299 hasta su abolición por el Decreto de Nueva Planta que se otorgó en el Reino de Mallorca el 28 de noviembre de 1715.

Restauración de portadas
Nieves Peinado explicó ayer a este periódico que el trabajo de estos meses ha estado centrado en las portadas.

En su mayor parte son de las conocidas como flexibles, «ya que son como una especie de carpeta, con dobleces y cosidos pero sin adhesivos, que protegían el legajo o libro de papel original». Todas tienen calidad. Cada una es distinta y única, porque aunque están elaboradas en pergamino, se trata de pieles de animales como la oveja, el becerro o ternero joven de menos de un año e, incluso, vitela, «un tipo que se caracteriza por un tipo de semicurtido que le da más blancura y calidad». Incluso, hay algunas que fueron reutilizadas.

El primer paso del trabajo fue la limpieza en seco con esponjas y gomas especiales y el tratamiento de los hongos y las bacterias que han afectado a algunos de los documentos. Además, estos tratamientos están pensados para impedir cualquier proliferación de estos contaminantes en el futuro. Afortunadamente, la restauradora dejó claro que el estado de conservación de algunas de estas portadas es muy bueno para un documento con más de tres siglos de historia gracias, en parte, a la estabilización de la temperatura del archivo.

«Nuestra isla, con su clima y sus condiciones de humedad y temperatura, es un lugar donde fácilmente prosperan las colonias de hongos y bacterias que forman una simbiosis sobre un material orgánico como este problema se ha estabilizado gracias a que el archivo mantiene una humedad relativa inferior al 65% y una temperatura controlada».

De hecho, el rastro dejado por estos hongos habían producido en algunas portadas «un tipo de tinción o coloración que fue pasando del rosa al morado y después al negro, dificultando la legibilidad y dañando estéticamente el documento que se han fortalecido con la consolidación del pergamino».

Así mismo, en la reintegración de color Nieves Peinado ha tratado con acuarela «algunos puntos concretos para facilitar la legibilidad de las portadas, paliando al mismo tiempo la decoloración de las tintas empleadas», y para eliminar las deformaciones y dobleces «aplicó humedad y un posterior secado lento y controlado mediante un sistema de mezclas azeotropicas a base de etanol y agua desmineralizada».

Después, el secado se realizó «añadiendo tensión, muy controlada también, y aplicando pesos» lo que ha conseguido devolver la forma original y eliminar las arrugas o dobleces, mientras que las partes deterioradas se consolidaron «empleando hidroxipropilcelulosa en alcohol para no añadir humedad».

Además, para la reintegración de los faltantes no se usó pergamino «porque puede crear tensiones con el original al no tener el mismo estado de conservación del original y tratarse de un material muy heterogéneo cuyas fibras musculares pueden ocasionar nuevas deformaciones y tensiones indeseables». En su lugar se empleó el papel milenario japonés Kozo, «de grueso gramaje y fibra larga, que es resistente y estable en el tiempo al no deformarse ni absorber la humedad».

Finalmente, el último paso ha sido la reintegración del color en las tintas deterioradas por el efecto de la luz. En este caso, «para suplir el degradado y la decoloración que sufren las tintas y pigmentos se han empleado la aguada de acuarela». Se trata de un método sencillo, «que se ha aplicado en las letras eligiendo un tono sepia y no en negro, como originalmente, buscando un camino intermedio para que el resultado no resulte muy duro».

Además, se reintegró el color en escudos y otras decoraciones, lo que ha conseguido que los textos se puedan leer a la perfección».

Interior de los libros
Tras terminar su trabajo con las portadas y una vez que estas han sido colocadas a modo de carpeta como estaban en sus originales, el equipo de Einam SL comenzará a restaurar el interior de uno de los libros.

Se trata, según Peinado de otro trabajo apasionante porque gracias a ellos viajas al pasado de Ibiza y Formentera. No en vano, a pesar de que las hojas tienen signos de desgaste debido fundamentalmente al óxido que produce la tinta ferrogálica, es fácil poder leer en ellos. Algo que según la restauradora se debe fundamentalmente a que se empleaba un papel verjurado, de gran calidad y que se caracteriza en su acabado por la aparición de unas leves marcas transversales de grosor variable en su superficie, visibles incluso al trasluz.

Incluso, en el caso de los libros de la Universitat hay marcas de agua o filigranas diversas que indican cual fue su procedencia. «Aunque son los historiadores los que tienen que determinar su origen, lo que vemos son filigranas italianas y genovesas, aunque luego, cuando se fabricaba papel en España, se utilizaron para indicar cierta calidad del papel, aunque se fabricara en Valencia o Cataluña».

Para mantener estas hojas, que se encuentran cosidas al lomo formando cuadernillos y tienen distintos tamaños, el equipo restaurador está ensayando con dos tipos de laminado adhesivo y de baño. Con ellos se busca «consolidar el papel y crear hojas manipulables sin riesgo y para detener la oxidación de la tinta».

Además, están viendo a ver cómo solucionan el problema que generan los sellos de lacre que dejaban en los documentos oficiales la Corona de Aragón y las altas instancias y que hay que mantener fijados y en relieve cuando en muchos casos únicamente solo queda polvo adherido a la página.