Los hermanos Benítez en el interior cerrado de New Sa Font, su restaurante recién abierto. | Toni P.

Nico y Carmen Benítez decidieron abrir su bar restaurante el 19 de octubre de 2020, en plena pandemia. Llevaban años con la intención de abrir su propio restaurante y no fue hasta hace unos meses cuando se decidieron a hacerse cargo del bar restaurante de Sa Font, en el barrio de la Villa del Río.

«El momento es un poquito malo pero bueno», se resigna Carmen al hablar de la época que han elegido para emprender su nuevo negocio. Era una idea que les rondaba la cabeza hace años y no dejaron que las circunstancias les echaran atrás.

El local que han elegido, el antiguo Bar Sa Font (ahora New Sa Font), llevaba más de un año cerrado cuando los hermanos decidieron ponerse al timón del negocio. Esto significa que la clientela que había tenido el anterior dueño del restaurante se había perdido y había que empezar desde cero.

La localización del establecimiento les pareció de lo más adecuado al encontrarse en un lugar muy transitado, en plena carretera de Cala Llonga, que además se encuentra en su barrio.

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Así que se decidieron y se pusieron en marcha: a las 6 de la mañana del 19 de octubre Carmen ya lo tenía todo preparado y ya informaba a los curiosos que se paraban a preguntar que sí, que ya estaban abiertos. En el momento de la apertura las restricciones que había se ceñían a limitaciones de aforo y barra, pero era cuestión de tiempo que las restricciones se endurecieran. A la semana de abrir sus puertas llegó el primer mazazo: cierre de la barra. A las dos semanas se cerraron los interiores dejándoles la única opción de trabajar en la terraza. Ahora mismo se encuentran totalmente cerrados con la única opción de servir comida y bebida para llevar. No han podido renovar el contrato de su empleada y han dejado de buscar a una persona que les ayude en la cocina, tal y como tenían previsto.

Aún así se han adaptado a las circunstancias y ofrecen un menú del día con platos caseros a precios económicos, más los desayunos, bocatas y cafés. Todo para llevar. De momento cubren gastos y no han perdido un ápice de fuerza ni voluntad para seguir remando.

Tanto Nico como Carmen ya tenían experiencia en el mundo de la hostelería. Carmen ha sido camarera toda la vida en distintos locales como Ca n’Anneta, en Sant Carles, o ayudante de cocina en un hotel durante alguna temporada. Nico, aunque tiene una empresa de construcción, puso en marcha un restaurante en Cantabria. Eligió 2009 para emprender este negocio, en plena crisis económica y le fue muy bien. Bromea con su puntería a la hora de elegir el momento de emprender un nuevo negocio. Tiene claro que la única manera de que un local como el suyo pueda prosperar es el trato cercano al cliente: «Aquí nunca decimos que la cocina está cerrada».

«Somos unos valientes por abrir en la época que hemos abierto, pero no estamos dispuestos a perder la clientela que estamos logrando tener», reconoce Nico que hace un símil marinero: «Una vez que estás abordo de un barco, si hay mala mar hay que afrontarla», concluye.

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