Gabriel Rinaldi y Rose Marie Morinelli es la pareja responsable de la pizzería y la heladería de Puig d’en Valls. Trabajando 12 horas diarias, con una tarde libre a la semana y con un valioso equipo a su lado sobreviven a la estampida de la pandemia ofreciendo el mejor servicio. Se han estado adaptando a las medidas impuestas por la crisis en todo momento ya que sembraron de mamparas su terraza y habilitaron la distancia de seguridad. Dedicaron parte de su personal a la dispensación de gel y a la limpieza y desinfección de mesas y sillas y tuvieron «un buen verano», tal y como cuentan sus responsables.
La pareja de empresarios ha tenido que hacer una inversión de cerca de 4.000 euros entre mamparas, dispensadores, productos de higiene y demás productos derivados de las restricciones.


Durante el periodo de confinamiento mantuvieron su actividad en marcha, trabajaron más que nunca, ya que tuvieron que prescindir de todo su personal durante esa época y era la pareja quien se encargaba de todas las labores necesarias para mantener el pulso del negocio. «Nunca trabajamos tanto y nunca ganamos menos que en los dos confinamientos», se lamenta Gabriel quien, efectivamente, habla de dos confinamientos: el del pasado marzo y el actual. Y es que , tal y como relata Rose Marie, «para nosotros no cambia que la gente esté encerrada o no: nosotros trabajamos en las mismas condiciones».


Tiempos de crisis
En tiempos normales, la facturación en cuanto al servicio de entrega a domicilio suponía el 40% de la facturación del negocio. Obviamente, en el estado en el que nos encontramos en este momento, este servicio se ha convertido en la única vía para seguir sobreviviendo, lo que supone un retroceso en la facturación de este negocio de un 60%.
Así no cubren gastos. Gabriel explica que han tenido que pedir un crédito ICO para poder afrontar este momento, mientras Rose Marie apunta que también están teniendo que tirar de ahorros. Se sienten tranquilos al tener todos sus pagos al día, pero no tienen claro que puedan aguantar la situación durante mucho más tiempo.
Se quejan de que hay que seguir afrontando todos los gastos igualmente. Gabriel recuerda cómo, tras el cierre del 12 de enero, el día 20 del mismo mes les llegó el IRPF de los empleados y de los alquileres, el día 30 la liquidación del IVA y toda una serie de gastos que hay que seguir afrontando pese a la gravedad de la situación. «En otros países que obligan a hibernar se hibernan ingresos pero también las deudas, pero aquí se obliga a hibernar solo los ingresos mientras los gastos siguen activos», explica con cierta angustia la pareja.La pareja no deja de sentirse afortunada, ya que, tal como dice Gabriel: «Miras a los dos lados y ves a negocios que no se han equivocado en nada y han tenido que cerrar por culpa de la pandemia».


Mirando al futuro
Sobre el futuro, Gabriel es optimista, «un poco loco», tal como se define a sí mismo. Tal y como asegura, «seguimos luchando, todas estas cosas suponen un aprendizaje y hay que reciclarse». No se plantea cerrar puertas. El vínculo que ha creado con los clientes y el soporte que supone su equipo de empleados les da la fuerza para seguir adelante.
La organización de este negocio, sobre todo en lo que respecta al personal, es de lo más familiar. Rose Marie no puede evitar emocionarse al referirse a su equipo y lo mucho que le deben «El equipo que tenemos nos ofrece un soporte increíble. Tenemos un equipo de una calidad humana extraordinaria». Una manera de cuidar a su familia ha sido la manera en la que han gestionado los ERTE que la situación les ha obligado a aplicarles. No han dejado a ninguno de sus empleados a merced de la paga que el SEPE se encarga de gestionar de una manera más que mejorable. Han preferido mantener a todos sus trabajadores, todos menos uno, con un porcentaje de sueldo a su cargo para así poderles garantizar un ingreso mínimo que el Estado no es capaz de gestionar como debiera. Los nueve empleados que conserva están acogidos entre un 30% y un 70% del ERTE, según la responsabilidad de cada uno.


En el apartado de agradecimientos no se olvidan de sus proveedores, que «han flexibilizado los pagos, han bajado precios y nos han ayudado mucho», argumenta Rinaldi. También habla de la ayuda que les ha supuesto la actitud de los propietarios de los tres locales que ocupan, que han respondido con una bajada de hasta el 50% del alquiler. Gracias a la ayuda de los propietarios y de los proveedores, en este momento la pareja puede presumir de estar al día de todos los pagos.


Una familia
El agradecimiento de Gabriel y Rose Marie hacia sus empleados trasciende lo estrictamente empresarial, todavía emocionada, Rose Marie describe cómo «siempre están ahí apoyando y apoyando». Y es que este equipo de gente joven se ha formado a su lado desde que abrieron en junio de 2014 y han formado una piña que se ha convertido en el pilar de esta pizzería.