Ir de la mano, o detrás, de los canarios siempre nos ha ido bien en esta tierra. Con la inyección de mil millones en ayudas directas anunciado el viernes, también.

Con mayor retardo del que hubiera sido, y es todavía, deseable, el Gobierno ha acabado reaccionado ante la evidencia de que sin ayudas todo el esfuerzo que se ha hecho en forma de ERTE y de préstamos ICO hubiera sido baldío porque no se habría alcanzado el objetivo que los motivó: mantener vivas las empresas para disponer de un tejido productivo operativo para cuando se produzca la reactivación.

Otros gobiernos europeos se dieron cuenta rápidamente de que era más económico rescatar a las empresas que asumir el coste social de no hacerlo, ya que los 11.000 millones anunciados, mil para Baleares, 150 para Ibiza y 12,6 para Formentera, evitarán que muchas empresas bajen la persiana y tras ello se produzca un incremento descomunal de prestaciones de desempleo.

¿Cuándo?
Ahora que ya sabemos el qué y el cómo, nos hace falta saber el cuándo, interrogante nada baladí para aquel que no sabe cómo llegar a final de mes porque se le acumulan en la mesa del despacho compromisos que no puede atender.

La previsión no es halagüeña para los muchos que necesitan las ayudas hoy, ya que los plazos que conocemos parten de que el Gobierno transferirá los casi mil millones dentro de 40 días, momento en el que el Govern pondrá en marcha la convocatoria sobre la que se supone empezará a trabajar mañana mismo la Conselleria de Modelo Económico, que es la que se encargará de la tramitación.

Los fondos se inyectarán antes de final de año a aquellas empresas de los sectores afectados que están al día de sus obligaciones con la Seguridad Social y la Agencia Tributaria, como marca la ley, y hayan visto reducida su facturación un 30 % en el último año.

La diligencia demostrada por el departamento que dirige Iago Negueruela en el plan de ayudas a autónomos no es precisamente un antecedente prometedor, ya que fue un fiasco.

Tanto que en el paquete que se está tramitando en la actualidad, el Govern externalizó la burocracia en los consells.

Veremos si el Govern opta por repetir la jugada y permite que los consells tengan protagonismo en la operación o bien asumen el coste de tener que trabajar para tramitar las ayudas para colgarse todas las medallas en solitario.

Vuelve Armengol.
Mañana Francina Armengol vuelve a las Pitiusas para darse la satisfacción de poder dar una buena noticia y capitalizarla.

Será un buen momento para preguntarle si ya ha decidido contar con el músculo administrativo de los los consells para el reparto de las ayudas o bien asumirá el coste la Conselleria en solitario.

El encuentro con las patronales y agentes sociales permitirá a los empresarios expresar el agradecimiento al Gobierno y también el profundo malestar que ha causado no solo una tímida apertura de la hostelería, cuya severidad no entienden si son comparadas las situaciones epidemiológicas de las otras islas con Ibiza, sino también que éstas se vayan a prolongar irremediablemente un mes, ya que el Govern ha decidido que no piensa revisarlas, una medida absurda como tantas otras.

Nadie duda de que el Govern revisaría las medidas si la situación se desbocara, algo que obviamente nadie desea, y que tomaría medidas más restrictivas sin esperar el mes anunciado.

De la misma manera que sería lo lógico revisar las restricciones si la cosa se pone fea, también lo sería hacerlo si la situación evoluciona favorablemente.

Aplauso generalizado.
Estamos tan acostumbrados a que el Gobierno de la Nación maltrate a una tierra que lleva décadas contribuyendo a la financiación del país y financiando los servicios públicos de otros territorios que hasta celebramos la lluvia de millones que nos llegará porque simple y llanamente nos merecemos.

El impacto de la pandemia en el sector turístico ha sido devastador y, por lo tanto, que el Gobierno tenga en cuenta la histórica caída del 27 % del PIB en Baleares en 2020 entra dentro de la más absoluta lógica, por extraño que nos parezca, ya que otras demandas lógicas no son atendidas, como un plus de insularidad apropiado para los funcionarios del Estado, el REB y el déficit histórico en inversiones.

Con la excusa del descuento de residente y al déficit de la tarifa eléctrica, Madrid se ha desentendido históricamente de atender sus obligaciones con los isleños.

En este caso, no ha sido así y ha merecido, y es merecedor, el aplauso generalizado.

Las consecuencias de las visitas de Armengol.
En el mes de junio destapamos que el Govern había reservado dos habitaciones para confinar a turistas contagiados en un complejo hotelero de Santa Eulària abierto al público, luego el lumbreras que diseñó el plan tenía la intención de mezclar a turistas sanos con contagiados, lo que, obviamente, hacía inútil la medida y absurdo el coste.

Al día siguiente, Armengol tenía una viaje propagandístico a Ibiza y a las 10.30 de la mañana cuando se sentó delante de los medios, Iago Negueruela ya había cumplido la orden de resolver el mayúsculo dislate. El Govern contrató en pocas horas el primer hotel puente, con lo que el bochorno duró unas horas.

El jueves vivimos una situación idéntica. El día anterior el director general del Servicio de Salud y marido de la consellera de Salud, Juli Fuster, fue incapaz de anunciar una fecha concreta para el inicio de la vacunación masiva en Ibiza y Formentera, cuando hace algunas semanas se fijó el 8 de marzo y unas pocas menos se retrasó al 15, es decir, mañana.

El Govern no tenía intención de empezar el lunes la vacunación masiva ni en Ibiza ni en Formentera, cuando en Mallorca todo estaba previsto para el viernes pasado, tal como así fue.

Este periódico tituló el jueves en portada La vacunación masiva se retrasa sine die y de forma milagrosa lo que el miércoles era una fecha indeterminada se convirtió milagrosamente en horas después en el día 15, única certeza que tenemos a estas horas.

Y es que ni el Área de Salud de Ibiza y Formentera ni la Conselleria de Salud han ofrecido dato alguno respecto al inicio de la vacunación.

Hoy esperamos que nos develen los detalles de un operativo que el Govern ha tenido que montar a toda prisa para que a Armengol no le fastidiara la visita al centro de Salud de Can Misses y el anuncio de la tímida reapertura otro acto de centralismo mallorquín.

Esquivó el bochorno y la crítica, no así la protesta de los representantes de Useiri, la plataforma que reclama la equiparación del plus de insularidad con el de las islas menores de Canarias, quienes emularon los sus colegas de Bélgica que en mayo del año pasado dieron la espalda a la primera ministra, Sophie Wilmès, a su paso con el Mercedes oficial. Es una forma poco elegante de protestar.

Armengol se bajó del Audi A6 del Consell d’Eivissa que disfruta casi en exclusiva, ya que nadie más que ella lo usa, y se adentró con cara de muy pocos amigos y sin mirar a los sanitarios que reclamaban, de espaldas, lo que es justo con una simbólica medalla de oro como crítica a la Medalla de Oro de la Comunidad otorgada por el Govern este año al colectivo.