Sílvia Moreta sirve un desayuno ayer en la terraza de su negocio en la plaza de Sa Graduada | Toni Planells

Ayer empezaron a abrir las terrazas de Ibiza bajo estrictas restricciones, al 50% de aforo y con la obligación de cerrar a las 17 horas. Estas restricciones, acompañadas de un parte meteorológico adverso para este fin de semana, han provocado que no todos los negocios se hayan aventurado a montar sus terrazas y poner en marcha toda la maquinaria que eso supone.

Así, tal como comentaba Verónica Juan, presidenta de PIMEEF restauración, a Periódico de Ibiza y Formentera, el perfil de negocios que ayer se decidieron a poner en marcha sus terrazas es más el de desayunos y comidas, que el de tardes y cenas. Además ante el pronóstico meteorológico para el próximo fin de semana, muchos se lo han pensado mejor antes de «abrir dos días y tener que cerrar el fin de semana». Sí agradece la implicación y la ayuda de los ayuntamientos que han cedido espacio público , como plazas de aparcamiento, para ayudar a algunos empresarios.

Otro factor importante que destaca Juan es la incertidumbre que hace que el empresario se lo piense mucho antes de sacar a sus empleados del ERTE, ya que si después tuvieran que volver esto se convertiría en un inconveniente más para la persona trabajadora, que tardaría en cobrar un mes y medio.

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De terrazas
Si hay un centro neurálgico del terraceo en Vila, ese es la Plaza del Parque, donde durante la mañana de ayer ya se volvía a notar el movimiento que caracteriza la esta plaza. Allí Enrique, copropietario de Vila Café, se mostraba resignado ante las restricciones que le obligan a funcionar a medio gas «además para cuando nos dejan abrir, el primer fin de semana ya dan mal tiempo», se queja.

Sobre el horario de cierre impuesto a las 17h, que le obliga a desalojar el local a las 16:30h, asegura que le impide trabajar con su clientela habitual, a quién verá el fin de semana que viene (si el tiempo lo permite). Opina que «esta manera de abrir no es comercial», además solo puede sacar del ERTE a uno de sus dos empleados, «no me sale a cuenta, solo podemos abrir un turno con este horario que nos han impuesto». No obstante, aunque económicamente no le gustan las medidas adoptadas, las asume con tal de que se pueda salvar una temporada de verano lo más normal posible. Pero lo que ahora más le preocupa es que «sanitariamente yo no pueda salir, pero que otros puedan venir sin control». Lo que más enfáticamente reclama el también presidente la Asociación de comerciantes del Parque es más control en las entradas a la isla, «que no pueda entrar nadie en Ibiza que no se haya hecho una PCR».


Unas calles más allá, la Plaza de Sa Graduada también volvía a recobrar cierto movimiento y vida como la que la caracterizaban antes de la llegada de la pandemia. Sílvia Moreta, propietaria de la cafetería que lleva su apellido, reconoce su alegría por haber podido volver a abrir sus puertas dos mese después, pero se mantiene prudente: «a ver lo que aguantamos». Aunque al 50%, reconoce que no pararon de trabajar durante toda la mañana, «la gente tiene muchas ganas de terracita», no se resiste a exclamar esta obviedad. Sobre la dureza de las medidas opina que tal vez podrían ser menos restrictivas en cuanto al aforo, pero que las asume, «ya no para salvar la temporada de verano, si no para salvarnos ya de esto para siempre».

En la terraza de la cafetería Chloe Eva y Mercedes se acaban de sentar y la sonrisa se les sale de la mascarilla, «¡menuda alegría y buen rollo!», le dice una a otra. Estas dos amigas han encontrado otros planes alternativos a las terrazas durante estos dos meses como comer en la playa o hacer excursiones por la naturaleza, pero sí que reconocen que lo mejor de las excursiones siempre había sido «cuando acaba, tomando algo en una terracita». Ahora podrán retomar esta costumbre, siempre y cuando terminen la excursión antes de las cinco de la tarde.