Camilo cuenta que ha sufrido episodios de discriminación en su centro de salud por su condición de extranjero, homosexual y por ser positivo en VIH. | Toni Planells

Camilo es extranjero, homosexual y tiene VIH. Un cóctail perverso que le ha llevado a sufrir episodios de intolerancia y discriminación en el centro de salud que le atendía. Camilo prefiere dar este nombre falso al que tiene en realidad «porque en Ibiza todo el mundo se conoce», y también porque quiere mantener en su intimidad el VIH que tiene diagnosticado, así como otros episodios de su vida.

Este colombiano tuvo que huir de Bogotá en 2017 amenazado por las represalias de un grupo de hombres, «personas que no son como tú o como yo: son hombres malos», tal como les describe. Y es que este grupo de «hombres malos» le torturó y violó en repetidas ocasiones.

Aterrizó en Madrid «con lo puesto» en 2017 para salvar la vida. Cuenta que renunció a la protección y privilegios del asilo político «porque quería tener una vida diferente, una identidad diferente, empezar de cero y volver a nacer», argumenta a sus casi 37 años.

En Madrid pudo acogerse a la ayuda que le ofrecieron organizaciones como Kif-Kif, una asociación dedicada al apoyo a las personas inmigrantes y refugiadas, «No sé si es por ser extranjero, por tener VIH, por no tener dinero o por ser homosexual» LGTBI+, e Imagina Más, una ONG centrada en la salud sexual y la ayuda a la diversidad de género. Cuenta que la falta de papeles y permiso para trabajar le llevaron «a dormir en cualquier parte, sobre todo al principio». Explica que es «una persona honesta y siempre me han abierto las puertas, pero nunca he querido abusar y siempre he tratado de buscarme yo mismo la vida». De esta manera, cuenta que estuvo trabajando en «distintos oficios, siempre en negro porque no me podían contratar». También admite sin rubor que estuvo pidiendo en la calle y que tuvo que ejercer la prostitución para sobrevivir.

Viajó a Ibiza para trabajar: «Me dijeron que aquí era más fácil trabajar cuando no tienes papeles, que no he tenido hasta ahora. ¡Pero ahora ya puedo entregar currículums legalmente», celebra. Hace un año le diagnosticaron de VIH.

Mala salud

Esta epidemia, la del VIH, no es el único problema que arrastra este bogotano. Ya le extirparon un tumor del cerebro hace unos años y ahora está a la espera del resultado de una biopsia de un pequeño tumor en la piel. Sin embargo, con todo su difícil pasado a cuestas, sus quejas más amargas van dirigidas al trato vejatorio que asegura haber sufrido en las dependencias del centro de salud de Ibiza del que era usuario. Todo empezó cuando en noviembre, ya empadronado y con su situación regularizada, trató de conseguir su tarjeta sanitaria.

Según Camilo, el trato recibido por la auxiliar administrativa encargada del trámite fue «ultrajante». Además, relata que asimismo tuvo un maltrato por parte de su médica de cabecera. Duda a la hora de explicar las razones por las que recibió este trato, «que seguramente se debe a que eres extranjero, por no tener dinero, por tener VIH o por ser marica, pero ellas no son nadie para juzgarme». Explica que lo que más le duele de todo es haber sido tratado así por parte del personal sanitario, pero gracias al asesoramiento de ALAS (Associació de Lluita Anti-Sida de les Illes Balears) ha conseguido cambiar de centro de salud y de médico de cabecera.

Tal como cuenta Joan Viver, coordinador de ALAS Balears, este tipo de discriminación a personas con VIH se da en entornos sanitarios por una razón de visibilidad, «ya que en la vida cotidiana el entorno de la persona no tiene por qué saber que tiene VIH; en cambio, en el ámbito sanitario es normal que se conozca su estado serológico».

Viver subraya que, sin embrago, «en general no percibimos que haya una discriminación diferenciada de otros pacientes; no es una cuestión de tener o no tener VIH, sino de la educación y empatía de la persona que atiende». También explica cómo desde su asociación ofrecen asesoramiento a personas que, como Camilo, se pierden en los laberintos de las gestiones burocráticas a la hora de conseguir la tarjeta sanitaria.