Monica Recchia, secretaria de Regatas de la International Maxi Association. | Stefano Gattini

Ha llegado a lo más alto en el mundo de la vela, la Copa América, la legendaria competición que se celebra cada cuatro años para dirimir cuál es el barco más veloz, la Fórmula 1 de los mares. Su dilatada experiencia en la élite de las regatas le llevó al equipo italiano Luna Rossa Prada Pirelli como hospitality manager, donde gestiona todo el programa y las instalaciones dedicadas a los invitados y patrocinadores de un selecto evento internacional en el que aspiran a competir los atletas más expertos a bordo de los AC72, las embarcaciones monocasco más rápidas y con la tecnología más puntera del mundo.

Trabaja desde hace cinco años es la Secretaría de Regatas de la International Maxi Associaiton (IMA), pero participar en la organización de una Copa América en Nueva Zelanda es un sueño para cualquier persona que ama la navegación, y así lo ha conseguido nuevamente, a sus 44 años recién cumplidos, Monica Recchia. Su equipo perdió la semana pasada el desafío frente a los locales del Emirates Team New Zealand, que revalidó el título en aguas de la bahía de Auckland y se llevó la Jarra de las Cien Guineas, pero la experiencia ha sido inolvidable para esta ibicenca cuyo abuelo materno le inculcó la pasión por el mar.

Monica se crió en ses Figueretes y descubrió su pasión por la vela en las regatas de Optimist del Club Náutico Ibiza (CNI). Hija de una pareja de italianos que llegó a la isla en los años 70, estudió en la Alianza Francesa de Ibiza y posteriormente en la UIB en Palma.

Ahora reside, cuando puede, en Puig d’en Valls y sus padres, en Jesús. Después de la competición, se ha tomado unos días de descanso para conocer la Isla del Sur de Nueva Zelanda, una maravilla de la naturaleza en un país sin covid merced a sus estrictas normas de control sanitario.

—Participar en la Copa América es un sueño para cualquier regatista...
—Para cualquier persona que le guste la vela, y sobre todo para los que trabajamos en el mundo de la vela profesional de alto nivel, la America’s Cup es la máxima aspiración que puedes conseguir, tanto como atleta como en cualquier otro tipo de especialización profesional ligada a la vela. La America’s Cup es la cuna de los avances tecnológicos que luego se aplican a la navegación en general, investigación, desarrollo, riesgo e innovación combinados con la tradición, la historia, el prestigio, el mito del trofeo deportivo más antiguo del mundo que ha obsesionado a muchos armadores y deportistas a lo largo de sus 170 años de historia.

—¿Cómo se inició en la vela?
—En mi familia siempre hemos tenido barco y nos hemos criado en el mar. Empecé haciendo windsurf en la escuela municipal de vela de Platja d’en Bossa y optimist en el Club Náutico de Ibiza. He navegado en regatas de cruceros durante toda la vida y desde hace 10 años, cuando puedo, participo en regatas de Snipe también en el CNI. El club ha tenido una función muy importante a lo largo de las distintas etapas de mi vida y en la de muchos otros ibicencos.

—La labor que desarrollan los clubs náuticos es fundamental para los jóvenes de Ibiza, aunque a veces no se les reconoce esta dedicación...
—A nivel deportivo, la vela puede cambiar la vida de muchos jóvenes y acercarles a un deporte maravillosamente sano; en mi caso, sobre todo gracias al Club Náutico Ibiza, descubrí mi pasión por la vela y lo he convertido en mi carrera profesional, representando al CNI y a la isla de Ibiza por los yacht clubs más importantes del mundo, y con mucho orgullo. También he tenido la suerte de poder organizar eventos internacionales de vela en Ibiza y comprobar el gran nivel de profesionalidad y dedicación de su equipo humano, las Super Series de TP52 o los M32, eventos que sin el apoyo del Club Náutico como entidad organizadora no hubieran podido celebrarse. La función social del CNI también me ha aportado mucho ya que nunca he dejado de pasar buenos ratos en sus instalaciones. Para mí es como una especie de pegamento generacional, un lugar en el que niños, jóvenes y mayores conviven y comparten, cosa que hoy en día es cada vez más difícil en nuestra sociedad. No entendería Ibiza, ni cualquier ciudad costera, sin su club náutico.

—¿Cuál es su función en el equipo Luna Rossa?
—Trabajo para Challenger of Record 36, que es la entidad organizativa creada por el equipo Luna Rossa Prada Pirelli. Soy hospitality manager, lo que significa que gestiono todo el programa y las instalaciones dedicadas a los invitados y patrocinadores del evento Prada Cup y del equipo Luna Rossa Prada Pirelli. En general, suelo tener roles más técnicos y relacionados con la regata, pero cuando te llaman para trabajar en la Copa América, y más con la que está cayendo sobre todo en el mundo de los eventos en general, no te pones tiquis miquis… Este puesto me ha dado muchas más satisfacciones y aprendizaje de lo que esperaba.

—Llegar a la Copa América requiere una capacitación del máximo nivel...
—Llevo trabajando en regatas de vela profesional de alto nivel desde 2005, cuando empecé en la 32nd America’s Cup en Valencia; desde entonces esto se ha convertido en mi profesión y he trabajado en los circuitos de vela más importantes, como son TP52, RC44, M32, Louis Vuitton Trophy, Farr 40. Soy secretaria de regatas de la Asociación Internacional de Maxi (International Maxi Associaiton]. Este es mi trabajo fijo desde hace 5 años. Y en el mundo de la competición profesional de vela de alto nivel he cubierto distintos puestos, desde el Comité de Regatas para el posicionamiento del campo y la dirección de la regata hasta event manager, que se ocupa de organizar y supervisar todos los aspectos del evento. La vela profesional de alto nivel es una industria de nicho, un sector muy específico, y una vez que te especializas y te ganas una buena reputación es normal que pases de un circuito a otro. La America’s Cup se celebra cada 4 años y entretanto la mayoría de las personas que trabajamos en esta industria nos dedicamos a otros circuitos de vela, así que al final nos conocemos todos. En este caso, me llamó mi jefe de Louis Vuitton Trophy, con el que había trabajado 10 años atrás y que en ese momento era CEO de Challenger of Record.

—¿Cómo es el día a día durante la regata?
—¡Son 14 horas de trabajo intenso y fuertes emociones! Todos los días son largos e intensos en la Copa América porque la preparación del evento es compleja, pero los días de regata son muy especiales: hay algo distinto en el aire, y se nota: es la razón por la cual estamos todos aquí y hay una sensación de unidad, de equipo, de orgullo más fuerte que nunca. Todos queremos ganar y transmitir fuerza a los chicos que navegan para obtener un buen resultado; hay mucho en juego y mucha gente mirando. Es nuestra razón de ser y lo que le da sentido al esfuerzo y sacrificio de cada individuo, de cada componente. Hagas lo que hagas, sabes que eres una pieza de la misma máquina y todos dejamos lo que estamos haciendo y nos pegamos a la pantalla -o al campo de regatas si tienes la suerte de estar en el agua- y nadie pestañea… Todos empujamos al barco con todas nuestras fuerzas hacia la meta y cada día, cuando el equipo suelta amarras y cuando vuelven a puerto, hay una componente emotiva muy fuerte.

—En España apenas se ha seguido esta competición.
—Creo que así es, pero en Italia, por ejemplo, cada noche a las cuatro de la madrugada siete millones de italianos se emocionaban y amenizaban su cuarentena viendo las regatas en directo. Aquí, en Auckland, durante la final el puerto se llenó de gente y ha llegado a haber casi 2.000 barcos de espectadores alrededor del campo de regatas.

—¿Cuál es vuestro principal reto, además de ganar?
—Ser un buen equipo, trabajar al máximo de nuestras capacidades para que, pase lo que pase, podamos sentirnos orgullosos del resultado. En el día a día, no hay que perder de vista el contexto: somos el Challenger of Record de la 36 America’s Cup, hemos organizado un evento en las antípodas, la Prada Cup, que ha sido un éxito rotundo y que hemos ganado, y luego hemos llegado a la final de la 36 America’s Cup contra el defender Emirates Team New Zealand... ¡Y lo hemos dado todo! Hemos creado una competición emocionante al más puro estilo match race, con un concepto de barco totalmente nuevo y revolucionario. Te aseguro que hemos dado guerra y hemos luchado hasta el final. ¡Ahora el reto es la 37 America’s Cup!

—¿Qué planes tiene a partir de ahora?
—Volver a casa y seguir con mi trabajo con la International Maxi Associaiton (IMA), pero antes voy a descansar y a volver poco a poco a la realidad… Un evento así te revuelve mucho física y emocionalmente, vas a tope durante muchos meses y cuando acaba todos se van y todo se desmonta. Hay un periodo de transición para volver a la vida real. Es como la resaca de la regata, que ya de por sí, en condiciones normales, puede ser dura, pero si le añades el tener que volver a adaptarse a la realidad del covid se me hace muy cuesta arriba, así que voy a aprovechar que estoy aquí para viajar por Nueva Zelanda todo lo que pueda. Aquí todavía es verano y el país, que ya de por sí es tranquilo, ahora sin turismo extranjero es una ocasión única para, por ejemplo, visitar la Isla del Sur en caravana, entre otros planes.

—¿Cómo es Nueva Zelanda?
—Nueva Zelanda es un país muy tranquilo, con pocos habitantes y con una calidad de vida muy buena. Es la tercera vez que estoy en Auckland varios meses por trabajo, siempre con la vela profesional, y he tenido la suerte de poder descubrir el país y sus encantos. Auckland es la ciudad más grande y cosmopolita, pero uno no viene hasta aquí para visitar ciudades. Nueva Zelanda es pura naturaleza, es imposible explicar la belleza natural de este país en pocas palabras, su exuberante vegetación, la grandeza y variedad de sus paisajes, la belleza del mar y sus islas… Y la luz que encuentras aquí no la he visto en ninguna otra parte del mundo.

La semana pasada en el puerto de Auckland junto al trofeo de la Prada Cup.
«Mi abuelo me inspiró la pasión por la navegación»

—¿Tiene ganas de volver a casa?
—Tengo muchas ganas de ver a los míos, a mi familia y amigos, con quienes estoy en contacto regularmente. Siempre tengo ganas de volver a casa.

—¿Qué echa de menos?
—A mi gente. Aunque estoy acostumbrada a viajar por trabajo desde hace años, ya solo hago viajes cortos de 7 o 10 días, y ahora 6 meses fuera se notan mucho. También se echa mucho de menos el ambiente de la isla, la buena vida que tenemos allí y que muchas veces no apreciamos. Espero que esta pandemia acabe pronto y podamos volver a ser nosotros mismos en uno de los lugares más bellos y privilegiados del mundo.

—¿A quién dedica su éxito?
—Cada vez que estoy conectada con la vela y el mar pienso en mi abuelo materno, que me inspiró la pasión por la navegación. Era un gran navegante, me contaba sus aventuras y me llevaba a bucear, pero mis padres me han inculcado el mar toda la vida; me apuntaron a vela, me enseñaron a pescar y siempre hemos salido juntos en barco. El mar me hace sentir en casa, ya que nos criamos en el mar de Ibiza y Formentera, y estar en el agua me conecta con las islas y con la familia.

«Cuando llegas a Nueva Zelanda te llevan a un hotel del que no sales en 14 días»

—¿Cómo se está viviendo la pandemia en un deporte de élite?
—Aquí, en Nueva Zelanda, no afecta ya que vivimos en un mundo covid free, aunque hemos tenido un par de períodos muy cortos de aislamientos preventivos para controlar un brote de siete personas que salió en febrero. Esto lo consiguen porque la entrada al país solo se permite a ciudadanos o residentes, y en casos muy excepcionales a extranjeros; de cualquier forma, seas quien seas, tienes que hacer 14 días de cuarentena estrictamente vigilada.

—Son los controles más estrictos del mundo...
—En nuestro caso, el Gobierno de Nueva Zelanda concedió una exención fronteriza a las personas que fueran consideradas «críticas para el éxito de la Copa América». Después tuvimos que hacer un enorme papeleo para conseguir el visado de trabajo de seis meses. Además, cualquier persona que aterriza en este país tiene que hacer el managed isolation, es decir, que te llevan directamente en autobús desde el avión hasta un hotel del que no sales durante 14 días. El hotel está custodiado por militares, marines y otras fueras del Estado, las medidas y protocolos de seguridad sanitarias también son impresionantes y muy estrictas. La llegada es un shock, pero te acostumbras rápido, y cuando sales a la calle después de 14 días de reclusión total, ¡llegas a un mundo normal que casi habías olvidado!

—Pero la Copa América y su entorno es como una burbuja excepcional en el ámbito de la competición deportiva…
—Sí, la Copa América es una excepción. Por desgracia, el covid ha afectado drásticamente también al deporte de la vela profesional. Todo está parado desde hace un año, tuvimos que cancelar la temporada por completo, dejando a miles de personas sin trabajo y a un montón de localidades sin una de las mayores inyecciones económicas del año. La temporada de los Maxi y otros circuitos profesionales en el Mediterráneo empieza en mayo y la situación en Europa todavía es muy incierta para saber qué va a ocurrir. De momento, tenemos todo listo para celebrar las regatas a nivel deportivo con un estricto sistema de burbujas y otras medidas, pero toda la parte social, por ahora, queda cancelada.