El empresario Juan Antonio Rodríguez.

Juan Antonio Rodríguez Priante, propietario de la empresa Cidal, falleció este pasado miércoles día 28 de abril a los 76 años dejando esposa, tres hijos y cinco nietos. El funeral de cuerpo presente seguido de entierro será el viernes día 30 de abril a las 16.00 horas en la parroquia de Santa Cruz. El velatorio estará ubicado en Pompas Fúnebres este viernes a partir de las 10.00 horas.

«Es una gran pérdida para todos. Era una persona muy querida y trabajadora. Desde muy pequeño tuvo que buscarse la vida y trabajaba de sol a sol y cuando le tocó hacer el servicio militar lo destinaron a Ibiza», explicaba este miércoles emocionado su hijo mayor, Juan Carlos.

Una vez en Ibiza, Juan Antonio empezó a trabajar en un taller elaborando puertas y barandillas de hierro. En menos de seis meses, se convirtió en el encargado del negocio y tenía a diez personas trabajando a su cargo.

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«No fue fácil. Estuve nueve años para conocer bien el oficio», relataba el propio Antonio el pasado mes de marzo a este rotativo. Después de mucho tiempo trabajando en ese taller decidió montar su propio negocio: Carpintería Insular de Aluminos (Cidal), que nació en 1972 y se ha convertido en un referente a nivel balear en la fabricación de carpintería metálica, PVC y cristalería.

Todo ello conseguido a base de esfuerzo, compromiso y mucho espíritu de superación, que era lo que tenía Antonio. «Ha sido una persona muy constante, trabajadora y rígida en el trabajo; siempre ha intentado superarse en el día a día y cada día entraba el primero en la empresa y se iba el último. No se le caían los anillos si tenía que ponerse a cargar o a mover herramientas», explicó este miércoles su hijo Juan Carlos, quien añadió que su padre «disfrutaba trabajando; se iba de vacaciones unos días con mi madre y estaba deseando volver a la empresa porque disfrutaba».

Una pasión por el oficio que ha transmitido a sus hijos y empleados. «De bien pequeño empecé a interesarme por el oficio. Con ocho años iba con él al taller los fines de semana. Recuerdo que un día no me despertaron para dejarme descansar y me pillé una llorera que mi madre no fue capaz de calmar hasta que vino mi padre para llevarme con él al taller. Esa misma noche, me dormí, me desperté a las cuatro de la mañana y me vestí como pude para sentarme a esperar en la puerta para que mi padre no me dejara otra vez en casa. Todo lo que sé lo he aprendido de él», precisó Juan Carlos, quien destacó que su padre era una persona muy querida y que tenía muchos amigos.

«Él siempre decía que los retos nos hacen superarnos; yo no sé, junto con mis hermanos, si llegaremos a superarle porque nos ha dejado el listón muy alto», concluyó Juan Carlos.