José Javier Marí Noguera. | Marcelo Sastre

Los cambios de legislación, desescaladas y necesidades de las empresas son fuente de continuas reuniones para las patronales. José Javier Marí Noguera (Santa Eulària, 1962) atiende a Periódico de Ibiza y Formentera antes de la primera del día. Se muestra más preocupado por lo que necesitan las empresas de su sector para tener un futuro que por las ayudas, que darán un desahogo inmediato pero no son la salvación.

—¿Tienen una estimación de los pequeños comercios que no han podido sobrevivir a la pandemia?

—Todas las estimaciones que podemos hacer son a nivel de calle. No tenemos una herramienta para poder tener un cálculo real. El problema en Ibiza, y en general en Baleares, es que no hay un inventario detallado de comercio. Podría decir que tenemos equis bajas de socios y tantas altas, pero no es significativo. Ahora mismo se está trabajando en un observatorio por islas con la colaboración de las diferentes patronales y esto a corto o medio plazo nos va a ayudar a valorar la situación del comercio a nivel de altas y bajas, del volumen de negocio que se genera o de los puestos de trabajo. Hoy todas son estimaciones que no serían reales, pero es evidente que esta crisis ha tenido un fuerte impacto.

—El Govern hizo público el año pasado un estudio que indicaba que la pandemia había incrementado el consumo del producto local. ¿Lo han vivido realmente así?

—Sí, creo que ha sido unas de las partes positivas de esta pandemia, si se puede decir así. Esta proximidad entre el cliente y el comercio a pie de calle se dio en un principio por obligación, debido a las restricciones, pero poco a poco la mayor parte del comercio ha sabido estar ahí. Se ha fidelizado al cliente y el fruto lo estamos viendo. Muchas de las tiendas que estuvieron abiertas durante la pandemia y han tratado con este cliente han conseguido que siga viniendo. El cliente ha descubierto que los precios no son tan diferentes de los de los grandes supermercados o que la cola que se tiene que hacer en el hipermercado no te conviene para comprar según qué. En el caso de la alimentación, el fomento del producto de kilómetro cero ha ganado valor en esta época y eso el cliente lo tiene más en cuenta.

—¿Creen que ha influido también esta solidaridad con el que está cerca, el vecino o el comerciante del barrio, que se ha visto tanto esta pandemia?

—Diría que, a nivel general, sí. Lo vemos en comentarios que nos llegan o en redes sociales. Hay más conciencia de que este pequeño comercio es necesario. También es cierto que el cliente también va a exigir que este comercio se adapte y sea competitivo, que pueda satisfacer sus necesidades.

—¿Qué sectores consideran que saldrán más tocados de esta pandemia?

—El sector de calzado, ropa y complementos ha sufrido mucho esta pandemia. Hablamos de bajadas a nivel estatal de un 30%, pero a lo mejor en Ibiza hablamos de un 40-50% debido a la estacionalidad.

—¿A qué se ha debido?

—Pues a que la gente no ha necesitado tanta ropa, otras prioridades se han puesto por delante y por la agresividad en la oferta de los operadores online y las grandes cadenas que ha hecho que las tiendas más pequeñas lo hayan pasado mal. Hablamos de un sector al que le va a costar mucho recuperar. Cada día quedan menos marcas, las marcas tienden a vender directamente al consumidor, se han convencido durante la pandemia del buen funcionamiento de la venta online porque han mejorado sus datos, entonces las cifras que pensaban alcanzar en cinco años las han asumido en dos. Estas empresas facturan entre un 30% o un 40% a través de su canal online y eso les lleva a prescindir de muchos comercios que antes eran sus escaparates. Este va a ser un tema complejo para el sector por la importancia que han alcanzado las marcas. Veremos en los próximos meses como queda el sector, porque va a sufrir una transformación muy grande. Va a ser complicado mantenerse. Vamos a tener que especializarnos y abrir la mente para buscar al cliente de otro modo.

—¿El comercio físico y el ‘online’ es compatible para los pequeños?

—Ahora mismo los principales consultores nos plantean que esta omnicanalidad es el concepto en el que hay que trabajar. Con el tiempo será otra cosa, pero en este momento es lo que se pone encima de la mesa. Los clientes intentan ver la tienda desde un punto de vista físico y digital. No contemplan que tú tengas algo distinto en ambos canales de venta y puede que un mismo cliente te compre por la vía digital y luego acuda a la tienda a comprar lo mismo. Así que el cliente considera que no existe diferencia entre un canal y otro. El problema es que sí que la hay. Nos cuesta mucho aunar estos dos conceptos a los comerciantes. Se ha perdido el miedo al mundo digital que provocaba no saber dónde se metían, pero ahora que saben donde se meten se dan cuenta de que hay mucho trabajo. Es como abrir otra tienda. No es una parte del comercio sino otra puerta con una forma diferente de trabajar.

—La digitalización era un tema que ya se trabajaba con el pequeño comercio, pero las circunstancias actuales han hecho que las administraciones trabajen por acelerarlo. ¿Se ha subido a esta ola el comercio ibicenco?

—Sí, pero seguramente es menos de lo que se esperaba. Es muy difícil adaptarse de un día para otro. Ya no es tanto adaptar el comercio físico al entorno digital sino adaptarse a una manera de pensar. Ahora mismo hay una diferencia muy grande entre la gente que piensa en digital y la gente que piensa en físico. Yo vengo del trato con el cliente cara a cara, de la venta física y por mucho que pueda entrar en este nuevo formato de venta, cambiar el chip es complicado. Para la gente que ha crecido en el mundo digital, esta gente que ahora tiene treinta y tantos años, para ellos es más fácil. Ellos los han vivido. A la hora de comprar, para ellos es indiferente si la compra se hace online o no. Pero hay que decir que una parte del comercio ha aprovechado esta situación de pandemia, han sabido encontrar el punto trabajando incluso con Whatsapp, Google Business y redes sociales. No se trabaja como las grandes marcas, pero la venta online tiene un papel importante para ellos.

—Consell y ayuntamientos pusieron en marcha varias plataformas online para facilitar la venta del pequeño comercio, ¿cómo funcionaron?

—Estas plataformas tienen muy buena intención, pero creo que no se han enfocado como se debería. Antes de ponerlas en marcha hay que pensar en quién va a hacer uso de estas plataformas. Una vez que conoces las necesidades del cliente puedes adaptarte a esas necesidades. No puedes subir productos poniendo cuatro fotos cuando hay plataformas muy potentes con las que compites. Es un mundo más complicado de lo que se pensaba en un inicio. Luego, todo el trabajo que supone para el comerciante entre subir imágenes, hacer una estrategia de precios...muchos comerciantes se han desmoralizado porque es un trabajo muy importante en el que hay que trabajar e invertir.

—¿Cómo han vivido el tema de las ayudas económicas?

—Ésta ha sido una situación extraordinaria que no se había vivido y eso generó una incertidumbre. No sabíamos cuánto iba a durar ni qué impacto tendría. En el caso de las ayudas, he visto una disponibilidad para ayudar por parte de las administraciones, pero no han sabido canalizar estas ayudas de una forma adecuada. Creo que en un inicio fue mucho más complicado, pero que pasado un año se podría haber buscado alguna fórmula para ayudar a quienes realmente han necesitado que se les ayude y no ver titulares de grandes empresas a las que se da dinero y no saben siquiera si seguirán funcionando. A veces desde el pequeño comercio vemos que se dan ayudas a empresas grandes que en cuatro días están cerrando y con esa millonada se podría mantener mucho tejido de empresas locales. Pero las ayudas bienvenidas sean. Ayudarán a muchos comercios a mantener las puertas abiertas, pero con las ayudas solamente, muchos comercios no van a llegar a buen puerto si no son competitivos y no hacen las cosas bien. Desde Pimeef informamos de estas ayudas, ayudamos a muchos comercios a que las puedan solicitar e intentamos que estas empresas no tengan que depender sólo de las ayudas, ofrecerles servicios para que sigan creciendo y sean competitivas de aquí en adelante.

—Una de esas estrategias indirectas ha sido la de bonos de consumo, ¿cómo ha funcionado?

—En líneas generales, ha ido bien. En Baleares hemos sido pioneros en un tema que salió de Pimeef. Se habló con los ayuntamientos y con el Consell para lanzar la plataforma ‘Somcomerç’, una plataforma que ofrecimos nosotros y la hemos compartido con las instituciones. Si esta plataforma se sabe utilizar, ya no sólo para el tema de los bonos, también para muchas otras cosas. Con el Ayuntamiento de Ibiza hemos hecho bonos sociales, actividades solidarias o sorteos. Si a esta herramienta se utiliza con el comercio y las empresas locales, puede ser muy beneficioso. Se puede lograr fomentar en un momento determinado la actividad comercial, pero también para comunicar y para darse a conocer. Esta es la estrategia que nosotros planteamos en un principio, utilizar estas plataformas para poder comunicarnos con nuestros clientes a nivel local de una forma más efectiva que un comercio por su cuenta. Veremos si esto se va trabajando. A veces, cuando la administración está por en medio es algo que no es fácil de mantener, depende de los colores que la estrategia perdure. Pero nosotros intentamos poner la voz del comercio para lograr que los políticos colaboren en impulsar estas iniciativas.

—¿Qué impacto ha tenido el elevado precio de los alquileres de locales en Ibiza sobre el pequeño negocio?

—Ha habido un poco de todo. Los alquileres, a nivel general, se han congelado. En algunos casos incluso han bajado. Subir no sé si van a subir mucho, al menos en lo que respecta a los locales destinados al comercio. Es cierto que muchos de los locales que estaban destinados al comercio poco a poco se han ido transformando en locales para servicios. A nivel de restauración también sabemos que se está tocando techo a nivel de precios. Pero en nuestro sector los precios se están manteniendo. En general, los precios son elevados y hay mucho comercios que no han podido aguantar el ritmo del pago, sobre todo de los alquileres altos. También hemos visto cómo algunos comercios que estaban en una ubicación, digamos, peor, han aprovechado este momento para situarse en zonas con más tráfico. Estos son los dos fenómenos que hemos apreciado durante la pandemia. Quedan muchos locales por alquilar y los va a seguir habiendo. La mayor parte del comercio está haciendo un esfuerzo muy importante para mantener el negocio abierto y ven la temporada como una tabla de salvación, pero veremos si esta temporada es suficiente para regularizar la situación. No solamente es la temporada, es el cambio de hábitos del consumidor, el cambio en la forma de comprar, las necesidades del cliente o su capacidad de gasto.

—¿Qué perspectiva tienen este año y qué estrategia se deberá asumir?

—Pues es complejo, el concepto de la mayoría de los comercios no casa mucho con la nueva realidad. Hoy en día las empresas tienden a ser más grandes y las pequeñas son un puesto de trabajo más pero que debe buscar la especialización y no sólo combatir a base de echar horas sino de ser competitivo. Los que llevamos tiempo trabajando y hemos asumido que tenemos que estar en la tienda 10 o 12 horas para sacarla adelante, pero está claro que nuestros hijos no ven esto como una forma de vida con futuro. Tenemos que cambiar esta forma de ver la empresa. Si una empresa no funciona hay que asumir que tiene que cerrar. Hoy todavía tenemos este sentimentalismo, sobre todo las generaciones anteriores, de que para cerrar una tienda tiene que ir realmente mal. Eso nos lleva a no saber diferenciar lo que es la empresa y lo que es el patrimonio. Lo mezclamos todo y esto puede llevar a muchos a la ruina. Este es un concepto que viene del pequeño comercio, de un modo de vivir. La forma de enfocar este tema por parte de las nuevas generaciones es muy diferente.