La escultura de Keith Haring en la rotonda del paseo Juan Carlos I.

La escultura, que forma parte de la colección de la Fundación Lio Malca y fue cedida al Ayuntamiento de forma temporal, ha estado ubicada en la rotonda del paseo Juan Carlos I desde 2017 y hasta el pasado jueves.

Ahora, «viaja para formar parte un exposición retrospectiva en Europa del artista», según han declarado desde el Ayuntamiento que muestra su agradecimiento por «haber podido contar durante tanto tiempo con esta obra de un artista internacional durante tanto tiempo. Ha sido todo un privilegio». No obstante, desde Vila reconocen conversaciones con la Fundación para estudiar la posibilidad de que la escultura vuelva a esta ubicación.

La escultura

La escultura lleva por nombre Untitled (Headstand), y se construyó en 1988, dos años antes del fallecimiento de Haring por complicaciones relacionadas con el sida a los 32 años. Se trata de una gran figura en colores verdes y rojos de 7 metros de altura y 11 toneladas de peso que llegó a Ibiza en 2017 dentro del marco de la exposición dedicada al artista norteamericano que se pudo ver durante el verano de 2017 en la galería La Nave Salinas.

Formaba parte de la colección de trece esculturas que el propio Haring creó entre los años 1985 y 1989, siendo ésta construida concretamente en Todas ellas estaban inspiradas en las rutinas de breakdancing coreografiadas que en la década de los 80 llenaron las calles de Nueva York, y concretamente Untitled (Headstand) «representa el movimiento de un breakdancer».

Se trata pues de «un homenaje a una década en la que la música, la danza, la moda y el arte experimentaron en la ciudad de los rascacielos un trepidante auge en el entorno de energía e innovación de aquellos entusiastas años».

El artista

Keith Haring fue un artista icónico de la generación pop y la cultura callejera de la Nueva York de los años 80. Pionero en el mundo del grafiti, su obra y su estilo son reconocibles y valorados alrededor del mundo. Su obra forma parte de las colecciones de los más prestigiosos coleccionistas de todo el mundo, como es el caso de Lio Malca, cuya fundación es propietaria de esta pieza que ha acompañado a los ibicencos durante casi cuatro años.