Inma Serrabassa (sobre estas líneas) ha sido enfermera durante una década en Sant Joan convirtiéndose en una persona muy querida.

La barcelonesa Inma Serrabassa Roca ha sido durante diez años la enfermera de la Unidad básica de salud que hay en el centro del pueblo de Sant Joan de Labritja. Por ello, se ha pasado la última década de su vida recorriendo las viviendas de vecinos que residen en el propio Sant Joan, Portinatx, Sant Vicent de sa Cala o Sant Llorenç convirtiéndose en alguien muy querido entre todos ellos.

En el pasado año 2020 se ha jubilado y a modo de homenaje ella mismo quiso preparar una entrañable exposición con las fotografías en las que aparecían muchos a los que iba a visitar en su día a día. La bautizó con el nombre de Tot treballant d’enfermera y se ha podido ver hasta durante los días en que han durado las fiestas del pueblo en el centro cultural que hay junto a la iglesia.

En total son 18 fotografías que suponen un viaje a la parte en ocasiones más desconocida de Ibiza, esa que no sale casi nunca en los reportajes o las series de televisión. «En mi día a día como enfermera tenía que moverme mucho por todo el municipio de Sant Joan con mi coche, hablar con los pacientes y estar un rato con ellos, y por eso pensé que sería buena idea hacerles un homenaje a través de fotos que reflejaran su parte más bonita», explicó ayer la propia Serrabassa a Periódico de Ibiza y Formentera.

En este sentido, con gran humildad, la enfermera nacida en Vic aunque criada en una casa de campo, aseguró que las fotografías están hechas de manera muy sencilla con su teléfono móvil. «Empecé a interesarme por la fotografía cuando estuve destinada tres años en Formentera y continúe cuando me trasladaron en el año 2010 hasta Sant Joan de Labritja pero llegó un momento en el que dejé de lado la cámara ante las posibilidades y la comodidad que ofrece actualmente un teléfono móvil».

Por ello, Inma Sarrabassa destaca que lo más importante no es la calidad de las imágenes de la exposición si no lo que se cuenta en ellas. «Hay personas mayores, familias, vecinos de toda la vida, tradiciones, arquitectura, cultura... pero lo más bonito ha sido descubrir como la gente del pueblo se acercaba a la exposición para descubrirse en las imágenes comentando entre ellos si eran o no de la misma familia o los recuerdos que les traían de otros tiempos».