El alcalde de Sant Joan, navegando frente al hotel Six Senses de Punta Xarraca. | Marcelo Sastre

Cuando le pregunté al alcalde de Sant Joan si querría acompañarnos a grabar desde el mar la polémica pasarela del Hotel Six Senses, pensaba que me diría que no. Me equivoqué. Quedamos con Carraca en S’Arenal Gran, donde embarcarnos hacia el hotel de Punta Xarraca. «A mí me gusta llamarlo así, porque hoy se llama Six Senses y mañana se llamará de otra manera». Recorremos la apenas milla náutica que separa los dos puntos en una travesía nada cómoda porque el mar está hoy un poco enfadado.

Toni Marí acaba de ser abuelo y su primer nieto se llama como él. Después de 22 años siendo alcalde de Sant Joan, tiene muy claro que la administración local cada vez está más alejada del ciudadano. «Hemos puesto más mesas y más ordenadores, pero cada vez pedimos más papeles, y más documentos y más burocracia. No le estamos facilitando la vida a los ciudadanos». Se remanga los pantalones para subir a la barca, aunque acaba mojado completamente.

En esta entrevista, Toni Marí es sincero y cordial, como siempre. Cercano y sencillo, como siempre. Asegura que el verdadero despacho del alcalde está en la antigua Casa Consistorial, frente a la iglesia. «Me propuse dejarlo exactamente igual que lo encontré, pero creo que lo dejé bastante mejor de lo que lo encontré». Acercarnos a la pasarela del Six Senses nos resulta un poco decepcionante. «Es muy pequeña, pero el problema no es la dimensión de la pasarela». Más tarde en su despacho, llenos de arena y de sal, explica realmente cuál es el problema.

—Cuándo llegó a la alcaldía en junio de 1999, ¿se imaginaba que iba a jubilarse en el sillón de alcalde?

—(Risas) La verdad que no. Ni me lo planteé. Lo único que me planteé fue que era un funcionario del Ayuntamiento que pensé que podía mejorar diferentes aspectos de mi municipio y me metí de lleno. Tuve la suerte de contar con un gran equipo, que me ha apoyado siempre, y luego se fueron sumando a mi proyecto una cantidad importante de gente que ha estado a mi lado durante todas estas legislaturas.

—Antes de ser alcalde ¿a qué se dedicaba?

—Llevaba en aquel momento casi 22 años de funcionario en el Ayuntamiento. Eran otros tiempos. Me tocó hacer un poco de todo, desde secretario e interventor accidental hasta casi hacer de ordenanza para salir y notificar. Y no pasaba nada.

—¿Cuántos funcionarios había entonces?

—No recuerdo, 6 o 7, no más

—¿Y ahora?

—Pues más del doble, o casi el triple. Y todavía dicen que falta gente. La administración, y en particular la administración municipal, ha cambiado tanto, yo creo que para mal. Antes yo me sentía con más poder y más capacidad de ayudar de una forma más directa a los vecinos del municipio. De atenderlos un poco mejor. La verdad que este número de empleados públicos, bajo mi punto de vista, no se ve reflejado en una mejor atención al ciudadano. Y esto es lo que me preocupa. Empezamos a sumar gente, empezamos a añadir mesas y la verdad que el ciudadano no tiene un mejor concepto del ayuntamiento, sino más bien lo contrario. Pensaba que cuando entraran en funcionamiento los nuevos sistemas informáticos la cosa iba a agilizarse, y es todo lo contrario. Más ordenadores, más burocracia, más burocracia y más informes. Y no creo que hayamos cogido el camino acertado.

—Pues resulta llamativo que lo diga precisamente usted, que después de 22 años habla con conocimiento de causa. ¿Está diciendo que ahora tiene las manos más atadas que antes?

—Sí. Pero que nadie se crea que un político puede hacer lo que le dé la gana. Entrar en política significa someterse a unas reglas del juego, a una disciplina y una fiscalización necesaria, a una serie de informes de los técnicos de la casa. No puedes hacer lo que te venga en gana. Pero si vamos sumando informes y contrainformes, y al ciudadano le pedimos cada vez más papeles y más papeles, acabamos por no resolver nunca sus problemas.

—Ha sido el alcalde más votado de toda Ibiza durante muchos años. Ha tenido legislaturas en las que solo tenía un concejal en la oposición. Ahora mismo, de 13 concejales, 10 son del PP. No sabe lo que es gobernar con una posición incómoda.

—Yo creo que sí, lo que pasa es que, claro, en el momento en que levantas la mano para votar, efectivamente 10 concejales son más que 3. Pero quiero decir una cosa importante de la oposición: es muy necesaria. La Corporación somos todos. Y tiene un papel muy importante, el control al equipo de gobierno, pero también el saber aportar una serie de ideas que a veces suman para el municipio. A mí me gustaría haberlo sabido entender así. Cuando es criticar por criticar, no es nada constructiva. Pero cuando presentan una moción o una propuesta a algo que tú has hecho y ves que tienen razón, o una parte de razón, hay que saberlo entender. La oposición incómoda es aquella que solo está para tocarte las narices. Porque criticar es lo más fácil de todo, eso lo sabe hacer cualquiera.

—¿Cuál ha sido su peor momento en estos 22 años?

—Para un alcalde los peores momentos son los que van en detrimento de tu municipio o de las personas de tu municipio. Los incendios de Benirràs y de Morna fueron momentos muy duros. Los dos fueron muy complejos y han sido momentos difíciles. El tema del urbanismo también siempre me ha preocupado mucho, me inquieta y me pone incluso, a veces, nervioso. Tener que conjugar la legalidad con la realidad y con lo que a ti te gusta, muchas veces me lo ha hecho pasar mal y me lo está haciendo pasar mal.

—Se refiere a toda la polémica que ha suscitado la construcción del hotel Six Senses. ¿Esto en concreto le ha tocado la fibra?

—El tema de los hoteles en general me está tocando la fibra. La verdad es que no me gusta el camino que llevan los hoteles en mi municipio. Me atrevería a decir que en toda Ibiza. Pero desde luego en mi municipio no me gusta. Antes teníamos unos hoteleros, gente que había hecho una inversión, que conocíamos, con nombre y apellidos, detrás una sociedad, etc. Pero ahora muchos hoteles pasan a ser propiedad de fondos de inversión, muchas veces internacionales, no sabes quién está detrás y se va a la especulación pura y dura y a sacarle un poquito más. Esto me preocupa y me disgusta. Six Senses es uno de ellos, pero hay más, y esto no va a ser bueno a la larga, ni para Sant Joan ni para Ibiza, y me pesa y me preocupa.

—Es la primera entrevista que hago en un despacho de alcaldía con arena en los pies porque venimos justamente de grabar el Six Senses desde el mar, para ver la plataforma de la que todo el mundo habla. La verdad que es insignificante, comparada con el volumen que ocupa el hotel. Es verdad que hay más, como dice, pero de alguna manera la gente de Ibiza ve en el Six Senses el ejemplo más voraz de lo que usted está diciendo. Igual porque es el más vistoso.

—Creo que el Six Sense es el claro ejemplo de lo nunca debería haber sucedido.

—¿Y por qué ha sucedido?

—Corrían los años 87-88, antes de la Ley de Costas, y en la Punta Sa Torre se hizo un hotel, bajo mi punto de vista muy feo, donde nunca se tenía que haber ubicado un hotel, pero se hizo. Tenemos un tramo de nuestra costa transformado en zona hotelera que había que recogerlo como tal. No podemos hacer unas Normas Subsidiarias, o cualquier figura de planeamiento, y dejarnos un hotel que está consolidado como urbano porque te ponen un contencioso y te lo ganan. Ahí tenemos el primer caso que nunca debería haber sucedido, pero que lo tenemos ahí. Yo tengo la ‘suerte’ de tenerlo en frente todos los días. No tengo que salir de mi finca para ver el hotel de Punta Xarraca, que es como me gusta llamarlo, porque hoy se llama Six Senses y mañana de otra manera. Aquel hotel cae en decadencia y finalmente lo compró la cadena que lo ha reformado. Y presentan un proyecto, en principio diferente al que después se ha construido. El Ayuntamiento mira la normativa que había en aquella zona, 45.000 metros de zona hotelera. A mí no me gustó la idea. Teníamos el muerto ahí, pero ahora tenemos el mismo muerto pero un poquito más.

—¿Un poquito más? ¿Cuánto más?

—Yo no sé si un 15%, un 20% o un 25%. Vinieron con un modificado en el que tiran aquella parte del hotel y se reconstruye de nuevo. Se analiza otra vez por parte de los técnicos del Ayuntamiento, se modifican algunas cosas, yo hago una negociación en cuanto al esqueleto que había detrás y en cuanto a la Torre, los técnicos se dieron cuenta de que el proyecto modificado no coincidía con el proyecto básico sobre el que se había dado la licencia y les paramos la obra. Al final, se ajustó y se construye lo que hay. Consciente de que estábamos en una zona muy sensible, se hizo lo que nunca se había hecho por parte de este Ayuntamiento, y creo que de ninguno, y era tener unos técnicos nombrados para que controlaran la obra, un topógrafo, un arquitecto técnico y un medioambientalista, a fin que estuviera vigilando. Bajo mi punto de vista, es un proyecto desmesurado en una zona muy sensible.

—¿El Ayuntamiento no tenía ninguna capacidad para poder evitar que se hiciera esto?

—Es un bodrio en un sitio donde nunca debería haber existido este bodrio, pero de las consultas que yo he hecho, nosotros no podíamos hacer nada. Porque las licencias de obra no se dan o se quitan. Son un acto reglado que tienes derecho o no tienes derecho. Si tienes derecho, te la tienen que dar. Y si un político o un técnico no da una licencia de obra porque no te gusta y te denuncian, estás prevaricando. Y si la das y no la tendrías que haber dado, también estás prevaricando. Así que hay que basarse en informes técnicos y jurídicos y es lo único que puedes hacer. La gente te dice: «Es que esto no tendría que haberse hecho». Bueno, pues ven aquí, siéntate en la silla y di que no se tendría que haber hecho. Han llegado a decir que Carraca tiene intereses. Bueno, pues que me demuestren qué intereses tiene Carraca con Punta Xarraca.

—¿Le han llegado a decir que tiene intereses?

—Si me lo dice tan directamente, igual voy a los tribunales. Pero sí se ha querido insinuar que yo veía muy bien todo aquello. Que puedo haberme equivocado, pues igual. Pero que yo tenga ningún tipo de interés particular, ni en este hotel ni en ningún otro hotel, que venga Dios y lo revise.

—Este hotel, además, tiene dos elementos que también han sido objeto de polémica. Uno es la Torre de Portinatx y otro la famosa pasarela. La torre de defensa, en teoría, la tenía que rehabilitar el hotel, ya que es de su propiedad. ¿El Ayuntamiento no debería haber llegado a un acuerdo para que la rehabilitasen y se la cedieran luego ya restaurada?

—Quiero aclarar que la Torre de Portinatx no era de Six Senses. Era de la familia Cabau y llegué a un acuerdo con los propietarios del hotel para que, por el bien de la zona, se hicieran cargo tanto de una estructura que había allí, que eran unas ruinas y ya se han tirado (no todo es malo), como de la torre. La torre, por lo tanto, es de los descendientes de Xavier Cabau y el hotel está intentando llegar a un acuerdo con la familia para comprarla y luego cederla al Ayuntamiento. En principio es un tema que no está cerrado. Pienso que el convenio llegará a buen puerto.

—Hablemos de la plataforma. La acabamos de ver y la verdad que en sí no es una gran estructura, pero ha creado muchísima polémica en estas semanas a cuenta de una denuncia de Prou! Usted ya aclaró que la concesión ahora mismo la tiene el Ayuntamiento pero ni se la han cedido ni dado al hotel. ¿No cree que la plataforma es una excusa para criticar al hotel porque no les gusta?.

—La culpa de todo lo que ha pasado con la plataforma la tiene el hotel. Me explico. Lo primero que hicieron ellos fue hacer una publicidad, a mi parecer engañosa, en la que aparecía un espigón en la Punta sa Torre con barcos anclados allí. Esto fue un fallo gravísimo. Yo siempre he dicho que, mientras yo sea alcalde, el Ayuntamiento no va a informar favorablemente a esto. Que es lo único que puede hacer, informar. Y es cierto que si no te acercas es que ni la ves, porque la plataforma en sí no es nada impactante ni gravoso. El problema viene de atrás. Ellos mostraron su intencionalidad de cómo querían convertir la Punta de sa Torre. Ahí está el verdadero problema de esto. Es verdad que ellos tenían una pretensión y el Ayuntamiento informó desfavorablemente. Ellos nos dijeron ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el Ayuntamiento?

—¿A qué se referían?

—Bueno, qué estaríamos dispuestos a informar. Entonces les dijimos, como máximo, a obtener una concesión como la que tuvo este hotel en un principio, que era una escuela de vela y una escuela de kayak con una plataforma de madera, que, dicho sea de paso, un vendaval la arrancó y hubo maderas por toda la bahía. Y ¡cuidado!, la anterior tenía más cemento que ésta y era más impactante.

—Pero es el Ayuntamiento el que tiene la concesión. Han hecho la pasarela sin tener la concesión cedida

—Efectivamente. No tienen ningún título habilitante que les permita haber hecho la pasarela. A ver, ellos sabían que el Ayuntamiento tenía esta concesión y si este año, como hubiera sido lógico, la hubiéramos sacado a licitación, ellos habrían pujado y tenían posibilidad de llevársela. Pero como este año no hemos sacado a concurso nada del litoral porque hemos prorrogado lo que había de años anteriores...

—Sí, pero entonces han hecho todo el hotel siguiendo la legalidad, se supone, y ahora van y meten la pata en una pasarela de 6 x 3.

—Yo lo he dicho. Se han lanzado al agua sin saber la profundidad que había. Pero para mí la plataforma que hay no es lo más importante. Para mí lo importante es ¿allí queremos que puedan llegar con barcos o no queremos?

—Según nos informaron desde el hotel, no es una plataforma para que lleguen barcos, porque aseguran que tampoco hay calado, pero sí podrían desembarcar zodiacs con personas.

—Bueno, pues eso es lo que no queremos. No queremos que se acerquen zodiacs para nada. En primer lugar, esta plataforma no está habilitada para esto, desde el punto de vista de la legalidad, puesto que para que lleguen barcos como punto de atraque tiene que estar informado por Capitanía Marítima, por Medio Ambiente, en cuanto a anclaje, posidonia, etc. y tiene que haber un canal debidamente balizado para entrada y salida de embarcaciones a motor, que hay que recordar que no es el mismo que para kayak o vela.

—¿Piensa reclamar el Ayuntamiento a la propiedad el impuesto de construcción real de la obra?

—Estamos en ello. Para final de obra tenemos técnicos trabajando porque queremos llegar a la mayor aproximación posible de cuánto es la inversión en cuanto a obra.

—¿Sabe de cuánto ha sido la inversión de la obra?.

—No. No lo sé, pero lo sabré.

—Estamos hablando de que puede suponer una cifra muy importante para las arcas municipales.

—Sí. Por eso. El Ayuntamiento tiene que velar por que llegue este dinero, que es el de todos y cada uno de los habitantes del municipio.

—¿Le está pasando factura todo el tema del Six Senses a nivel personal o político?

—Desgaste personal, sin duda. Político, no creo, porque la gente de mi municipio sabe cómo soy y cómo pienso. Y saben que todo esto no es de mi agrado. A nivel personal, sí me pasa factura porque yo soy de los payeses que piensan que antiguamente a esto se le llamaba riqueza, pero ahora esto lo que trae es mala vida. Para el municipio, para Ibiza y para la sociedad en general.

—Usted de hecho en su municipio no quiere ni discotecas ni beach clubs. Le han llegado a entrevistar medios de comunicación franceses sobre este tema.

—Me ha entrevistado Le Monde, la televisión pública francesa y ahora viene una tele privada a hacerme otra entrevista sobre esta cuestión. Lo que veo es que quieren hacer otra publicidad de Ibiza y el ejemplo es el norte, no solo Sant Joan, también Santa Eulària, y gran parte de Sant Antoni; Corona y Sant Mateo.

«Es obvio que necesito un relevo»

—No se vuelve a presentar a la reelección. No sé si le han sobrado estos últimos cuatro años.

—(Risas)

—¿Quién le gustaría que tomase el bastón de mando? Hay un par de nombres que conoce todo el mundo que suenan con más fuerza

—Yo, evidentemente, no lo voy a decir. No voy a ser el que diga éste o ésta tiene que ser. Es obvio que necesito un relevo y, aunque hemos hablado de cosas que no me gustan, también hay muchas otras cosas que están saliendo muy bien y estoy muy contento. Franco nombró sucesor a título de Rey y yo no voy a nombrar sucesor a título de alcalde a nadie. Pero en cualquier caso, que no se preocupe nadie y que no se anime la oposición, porque el equipo de Carraca en Sant Joan tiene gente muy válida, muy buena, muy trabajadora y de este equipo de gente va a salir alguien seguramente mejor que yo.

—¿Qué piensa hacer cuando se retire?

—Los que me conocen saben que tengo mucho trabajo, muchos hobbies y muchas cosas que me gustan. Está el negocio familiar, que evidentemente seguiré ahí trabajando. A mí me gusta mucho la tierra, la finca, los árboles, hacer una perforada, regar… si Dios quiere y tengo salud para ello, ahí voy a estar. Pero también le digo que voy a echar de menos el Ayuntamiento, pero como es la casa de todos, pues seguiré viniendo por aquí.