De izquierda a derecha, Mari Ángeles, Carla, Adriana y Laura, a la salida del Recinto Ferial tras haber sido vacunadas estas dos últimas. | Toni Planells

Aunque no todos muy convencidos, los más jóvenes en poder recibir la vacuna, los nacidos a partir de 2004, van pasando por el Recinto Ferial a por su dosis contra el coronavirus desde el pasado día 26 de junio. Muchos de ellos van acompañados de sus padres o madres, que muestran más alegría, por lo general, que sus hijas e hijos.

Adriana Tur y Laura Torres salen del Recinto Ferial con la tirita en el hombro. Son amigas y tienen 17 y 16 años, respectivamente. Van acompañadas de la madre de Adriana, Mari Ángeles y por su hermana, Carla.

Vacuna en familia

Adriana, con la primera dosis de Pfizer recién inoculada, reconoce que no estaba convencida del todo a la hora de vacunarse, «no me fío de estas cosas», pero que «tanto decirme que me vacunara cada día, al final, mira» comenta con resignación. Se refiere a la insistencia de María Ángeles, su madre, quien también reconoció que no le costó demasiado convencer a Adriana. Levanta los hombros para asegurar que «al final, a este paso, supongo que un día me tendría que haber vacunado igualmente». Acaba rematando con el argumento más sólido y en su tono más seguro. «También es verdad que me vacuno para sentirme más segura, además no me ha dolido ni nada».

Su amiga Laura no muestra menos indiferencia a la hora de vacunarse: «La verdad es que me daba igual», apunta. Comparte también el argumento de Adriana de que, «al final nos tendrán que vacunar a todas igualmente» y también levanta los hombros en actitud de resignación. Acaba reconociendo que se ha animado también al ver «que las amigas y los primos ya se están vacunando». Habla de debates que tienen entre sus grupos de amigas y amigos sobre la conveniencia o no de vacunarse, en el que hay defensores de la conveniencia de vacunarse, pero también hay detractores: «Una amiga no piensa vacunarse, es más, su madre se lo ha prohibido», asegura.

Carla Tur tiene 14 años y todavía no le ha tocado vacunarse. No acaba de tener claras las ganas de que le llegue el momento pero asume que sí, que se va a vacunar. Por un lado, dice que sí, que tiene ganas de vacunarse «para poder viajar tranquilamente y poder tener más libertad en algunas cosas», pero matiza y dice que «por otro lado, no, por que las cosas que dicen en las redes sociales sobre las reacciones no son muy buenas». Mari Ángeles, madre de Carla y de Adriana, reconoce que también le costó decidirse a la hora de vacunarse, «por toda la información que había acerca de los trombos y esas cosas», pero que acabó aceptando porque «hay que confiar en la medicina y en la ciencia», y se vacunó.

Ríen las cuatro al ser preguntadas por si, tal como ya habrán visto en las redes, van a comprobar si el hombro inoculado produce algún tipo de magnetismo, «ya lo probamos con una moneda cuando vacunaron a mi madre». Por alguna razón esa moneda no llegó a unirse magnéticamnete al hombro de Mari Ángeles.

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Vacunada tras la enfermedad

Larisa Elena Fosalau tiene 24 años y también luce la tirita en su hombro. Tal como ella misma cuenta «me han puesto la primera y única dosis. Yo ya pasé la Covid».

Hace casi un año que atravesó la enfermedad y recuerda que lo pasó «muy mal. No tuvieron que ingresarme, tampoco tuve fiebre pero sí pasé todos los demás síntomas: falta de olfato y gusto, mucho dolor de cabeza, muchísimo cansancio, etc.». Reconoce que el hecho de haber sufrido la enfermedad ha sido uno de los factores determinantes a la hora de decidir vacunarse: «Si no la hubiese tenido, lo hubiera dudado». A los jóvenes, y no tan jóvenes, que no quieren vacunarse les diría que «se lo piensen mejor; es una vacuna normal, además ayudas a que no se propague el virus a la gente que quieres. ¡No te implantan ningún chip ni nada!», ríe para continuar bromeando, «pero espérate, ¡a ver si ahora va a resultar que tengo wi-fi!».

Contagio familiar

Si hay algo con lo que no bromea es con su historia con la enfermedad: «Yo lo cogí por una tontería, porque me fui a un cumpleaños. Por esa tontería acabé contagiando a toda mi familia. Yo no lo pasé mal, pero todos ellos, sí. Lo pasaron muy mal, sobre todo mi padre. No lo repetiría jamás en la vida».

Alejandro Portillo sale del Recinto Ferial acompañado de su padre. Tiene 18 años y muy clara la razón por la que acude a vacunarse «para prevenir». Al igual que sus compañeras de generación no deja de reconocer haber tenido ciertas reticencias en su momento a la hora de acceder a inocularse la vacuna. «Es que, en realidad, no sé lo que lleva», se justifica para seguir argumentando y llegar a la conclusión de que «si está aprobado por la UE, por algo será».

Aitana Piedra tiene 16 años y se siente bien por haberse vacunado. «Los menores deberíamos tener la vacuna y me parece que han ido muy rápido». De hecho, reconoce que se alegra de haberlo hecho y anima a toda su generación a hacerlo «así tendremos más libertad este verano y nos sentiremos más protegidos».

Como dato a tener en cuenta, por el momento se han vacunado en las Pitiusas 4.191 jóvenes de entre 16 y 29 años.