La policía intenta controlar a una mujer afectada por las drogas tras el desalojo de una fiesta ilegal.

El gerente de Ocio de Ibiza, José Luis Benítez, expresó ayer la preocupación del sector ante la proliferación de fiestas masivas ilegales, que están ocupando el vacío provocado por la inactividad del ocio nocturno reglado «que ha mantenido su cierre de forma responsable». «Estas fiestas en villas han venido para quedarse. Es preocupante que se convierta en lo cool y a partir de ahora sea lo que está de moda, sabiendo que no tienen ningún tipo de seguridad ni de control».

Es por ello que consideró que sería el momento adecuado para llevar a cabo un cambio normativo que favorezca el control de este tipo de eventos en villas privadas que permita evitar una mayor problemática en el futuro, ya no sólo de intrusismo sino de seguridad.

«En la mayoría de grandes discotecas de la isla hay enfermería, control en todo momento de lo que ocurre en el recinto», recordó Benítez, algo que no ocurre en las fiestas ilegales con el peligro que ello conlleva. «Pasa cualquier cosa y se puede producir un drama, ya lo hemos visto estos días con algunas chicas a las que han tenido que ser atendidas por ambulancias».

En este sentido, también recordó el tiroteo que se produjo en una fiesta ilegal en el mes de junio que acabó con un hombre italiano en estado crítico. «¿Cuándo hemos visto tiros en una discoteca de Ibiza? Con el dispositivo de control que tenemos no es algo probable que ocurriera».

Valoró que la proliferación de estos eventos «tiene algo que ver con la adrenalina de lo ilegal». «En estos eventos nadie te llama la atención. Si vas a una discoteca te van a controlar el uso de la mascarilla, que entres vacunado o sino te harán un test de antígenos para entrar. De pronto la gente se encuentra con unas fiestas en las que nadie vigila nada. Bienvenido el libertinaje».

Profesionalidad

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Benítez observa que existe una apariencia de profesionalidad en estos eventos «que se están haciendo a lo grande sin pagar impuestos» y con precios muy elevados de entrada para los asistentes.

Es por ello que desde el sector se sospecha que mucho del personal que posibilita estas fiestas es posible que pertenezca a las plantillas de las discotecas de la isla. «En estas fiestas hay controladores de acceso, controladores, DJs... dentro de la asociación se habla de este tema para ver de qué forma se puede hacer presión».

En este sentido habló de las empresas que ofrecen suministros a estas fiestas o servicios de transporte. «Todas estas empresas si están con nosotros mientras participan de actividades ilegales, la verdad es que tal vez tengamos que seleccionar con quién trabajamos en el futuro», advirtió.

Rastreo imposible

El portavoz del comité de enfermedades infecciosas de Baleares, el doctor Javier Arranz, reconoció ayer que la celebración de fiestas ilegales en villas y casas de campo «es una preocupación en Ibiza y en cualquier sitio» ya que dificulta enormemente las labores de rastreo de los casos positivos en coronavirus. De hecho, fue más allá y afirmó que «es imposible rastrear los contactos de una fiesta ilegal».

Puso de ejemplo el caso de la turista trasladada de una fiesta ilegal que se celebró en una villa en Sant Antoni a Can Misses porque había consumido drogas: «Tenemos el caso de una persona que se encontró mal por un motivo que no era coronavirus que, curiosamente, había estado en una fiesta ilegal; se le hizo la prueba covid y dio positivo y esto, claramente, es un ejemplo de lo que puede pasar cuando uno va a una fiesta ilegal en una villa o casa de campo», advirtió el portavoz del comité de enfermedades infecciosas de Baleares.

Arranz afirmó que, por el momento, la transmisión comunitaria «no es importante» en la mayor de las Pitiusas, pero pidió a la ciudadanía responsabilidad y prudencia para evitar nuevos contagios y la expansión del virus, así como evitar «conductas de riesgo» y aglomeraciones, como pueden ser las fiestas ilegales en villas y casas de campo. Actualmente, Ibiza presenta una incidencia de coronavirus de 300 casos por cada 100.000 en jóvenes de entre 16 a 29 años, pero advirtió: «La situación puede cambiar en una semana», advirtió, por los que resaltó que las fiestas ilegales en villas y casas de campo son «una actividad de riesgo» a evitar en estos tiempos de pandemia.