Toni, Victor y Marc trabajan en la parte electrónica de su brazo robótico. | Marcelo Sastre

El verano es época para la mayor parte de los adolescentes de zascandilear. De levantarse tarde por la mañana y aprovechar el día como mejor parezca. Ir a la playa con amigos, bajar al parque o sencillamente dejar pasar el día.

Sin embargo, hay algunos que aprovechan el parón vacacional, la mayoría «animados» por sus padres, para formarse o adquirir nuevas habilidades. Es el caso de la veintena de adolescentes que participan en los cursos de fabricación 3D y creación de prototipos electrónicos y diseño digital 3D, dentro del programa Tecnoestiu, que organiza el Ayuntamiento de Ibiza que ofrecen a sus participantes, de entre 13 y 18 años unos conocimientos de nivel universitario.

Brazos robóticos y satélites
Irene Rodríguez trabajaba ayer en pulir el movimiento de su brazo robótico. Iba introduciendo líneas de programación para conseguir que el dispositivo no fuera tan brusco en sus desplazamientos. La pinza del brazo de plástico que tiene junto a ella debe coger suavemente una caja y levantarla, sin embargo hay veces que tira la caja y de momento apenas la levanta tres dedos de la mesa.

El pequeño dispositivo negro, ensamblado con tornillos y engranajes y conectado a una placa Arduino, lo ha hecho ella desde el principio. Ha impreso las piezas en una impresora 3D, las ha unido y ha conectado los elementos electrónicos para que se mueva. Ahora está en la última fase, conseguir que se mueva como ella quiere.

«Esto podría ser tranquilamente el trabajo de final de grado de un alumno de ingeniería», explica Tomeu Alorda, profesor titular del departamento de Ingeniería Industrial y Construcción en la UIB y responsable de dirigir el curso. Se aventura incluso a dudar que muchos de sus alumnos de la universidad fueran capaces de construir los brazos robóticos sin una tutorización. «Mis alumnos entenderían mejor el algoritmo, pero la habilidad de ponerlo en práctica y hacer estos brazos quizá no la tengan tan desarrollada».

Cinco grupos trabajan en esa sala del Vivero de Empresas. Cada uno a su ritmo, van siguiendo las directrices de Alorda. Los brazos que desarrollan son la base para cualquier dispositivo de estas características a cualquier escala, desde los que se utilizan para ensamblar coches, hasta los que se empiezan a usar en cirugía para operaciones que requieren de una precisión milimétrica.

Los que diseñen los alumnos del Tecnoestiu podrán levantar una pequeña caja, pero también harán una coreografía programada por los alumnos.

El siguiente proyecto, que iniciarán en agosto, consistirá en la construcción de un microsatélite conforme a las directrices de la Agencia Espacial Europea, listo para ponerlo en órbita.

Para Alorda es «un placer» pasar el verano dedicado a este curso. «Quería promover este tipo de cursos entre adolescentes con esta metodología, pero no encontraba un Ayuntamiento que quisiera dar el paso. El año pasado hablando del Fablab (el espacio de diseño 3D) con el concejal Aitor Morrás surgió la idea, así que cuando me propusieron impartir este curso tuve ese sentimiento encontrado entre tener libres mis vacaciones o hacer algo que realmente me apetecía», dice riendo.

Diseño digital 3D
En el espacio juvenil C19, Daniel Rico enseñaba ayer a los alumnos como diseñar un neumático. «Buscad el máximo detalle en el tapacubos e incluso se puede poner la marca del neumático. Luego lo integraremos en un coche», les iba explicando mientras en la pantalla gigante se proyectaba lo que él iba haciendo en su ordenador.

Este profesor de FP de grado superior en Animación 3D y Videojuegos en el Ladat del Parque Bit de Palma, ayudará a los 10 alumnos a diseñar un personaje que podría servir para un videojuego o una película de animación. «Lo que aprenden es lo mismo que se enseña en un grado superior, funcionamos al mismo nivel», asegura.

En la pantalla les muestra a los adolescentes algunos ejemplos de lo que hacen sus alumnos en Mallorca, que deben terminar un videojuego y un cortometraje de animación para obtener su titulación.

La más pequeña del curso es Gabriela, de 13 años. Es aficionada al dibujo y por eso sus padres le animaron a participar en el curso. Le gustaría estudiar Bellas Artes y, por qué no, dedicarse a la animación, un campo que sabe que está en auge.

Primeros pasos
El segundo teniente de alcalde de Vila, Aitor Morrás, promotor del programa Districte 07800 en el que se engloba esta actividad, explica que el objetivo final es contar en Ibiza con una oferta de formación en tecnologías avanzadas que permita el desarrollo de talento en la isla de unos profesionales cada vez más demandados.

«Hay que incentivar el interés por estos estudios en la isla», indica, al tiempo que recuerda que los profesionales del diseño gráfico y del sonido son una parte fundamental de la industria del ocio nocturno «y ahora mismo todos vienen de fuera».

Los alumnos terminarán el verano con un curso de 160 horas en tecnologías avanzadas, que podría ser el primer paso de una carrera profesional. Vila tiene previsto seguir promocionando esta clase de cursos cada tres meses para fomentar el interés por las tecnologías avanzadas entre la población adolescente.