María Cristina Tuazon Tubat Portavoz de Unión Filipina de Ibiza y Formentera. | Marcelo Sastre

María Cristina Tuazon nació en 1973 en un pueblecito cercano a Manila. A los 18 años, cuando cursaba estudios de administración, decidió venir a Ibiza, donde ya se encontraban sus padres. Hija única, casada y con tres hijos ibicencos, trabaja en la limpieza y mantenimiento de una mansión desde hace diez años. Habla muy bien el español, además del inglés y el tagalo, las dos lenguas oficiales de su país. Ha sido presidenta de la Unión Filipina de Ibiza y Formentera durante diez años y ahora ejerce de portavoz de la asociación y de sus compatriotas en las Pitiusas, una comunidad conformada por más de 2.500 personas que se encuentra conmocionada, triste y temerosa tras la reciente detención de 50 filipinos en Ibiza acusados de haber entrado en España con visados falsos.

Aprendió el castellano cuidando a niños y a personas mayores de Ibiza, y ahora, cuando tiene tiempo libre, lo dedica a ayudar y asesorar a sus paisanos. No está orgullosa por esta operación policial, pero tampoco se siente avergonzada por los detenidos, algunos de los cuales ya llevaban casi tres años residiendo en la isla y estaban a punto de regularizar su situación legal: «Son trabajadores, buenas personas que lo único que quieren es poder mejorar la vida de sus familias».

—¿Cómo se sienten los filipinos de Ibiza después de esta operación de la Policía Nacional contra la falsificación de visados?
—Estamos muy tristes todos. Nos han dicho que les han tratado muy bien en la comisaría, sabiendo que es un delito lo que han hecho, pero se sienten muy tristes y con mucho miedo por lo que pueda pasar, por si les expulsan de España. Desde que se produjeron las detenciones, hay muchos filipinos que casi no quieren salir de casa. Antes, cada domingo los veías paseando, aprovechando su día libre, reuniéndose con otros paisanos y familiares, pero desde que salió este tema (el pasado 21 de julio) la gente se ha escondido en su casa. Estamos conmocionados desde el primer día, cuando la Policía empezó a personarse en las casas de los filipinos que no tienen papeles y les llevaron a la comisaría para interrogarles. Ha cundido la ansiedad y el miedo. Yo también me siento mal por ellos. Intentamos ayudarles como podemos, aunque solo sea con mensajes por Facebook.

—¿Cómo es el perfil de los detenidos?
—Son gente humilde, gente normal, trabajadores que no hacen daño a nadie. No he oído a nadie que haya tenido ni un solo problema con ellos ni que se hayan comportado con maldad. Nadie. Vinieron a Ibiza a trabajar, nada más. La mayoría son parejas que han dejado a sus hijos en Filipinas y que están aquí trabajando para recuperar lo que gastaron para llegar hasta Ibiza, y encima ahora muchos no tienen trabajo a consecuencia también de la pandemia.

—¿Es cierto que algunos estaban a punto de regularizar su estancia?
—La mayoría llevaba casi tres años en Ibiza y, efectivamente, estaban a punto de regularizar sus papeles, pero ahora no sabemos qué pasará. Algunos ya se iban a legalizar este año pero ahora se lo pueden denegar, aunque espero que todo salga bien. Entraron de forma incorrecta, pero ya llevan aquí tres años y se han adaptado a la vida de Ibiza, y además tienen el apoyo de sus jefes para regularizarse con el fin de ser un ciudadano más, pero todo este caso ha girado completamente la situación.

—¿Cómo se encuentran ahora estas 50 personas?
—Algunos se están escondiendo como pueden, pero no por la Policía sino porque sienten vergüenza y miedo de que la gente piense mal de ellos. Algunos que estaban trabajando, doce de ellos en concreto, han perdido su trabajo porque sus jefes han tenido miedo de que les pudieran implicar a ellos también.

—¿Les están ayudando?
—Intentamos ayudarles como podemos con comida, dándoles alojamiento o buscando algún trabajo para que puedan salir adelante, aunque sean unas horas. Están a la espera de la decisión judicial porque en la comisaría ya les han dado la orden de expulsión por entrada ilegal, pero ahora se abre un proceso de seis meses para presentar alegaciones. El problema es que para entablar un proceso judicial se necesita un abogado, y no pueden pagarlo porque han perdido el trabajo, por lo que estamos recurriendo a los abogados de oficio, y de hecho algunos de ellos ya están manos a la obra y espero que nos ayuden.

—Además de portavoz de la comunidad filipina, también hace de intérprete.
—Sí. Hay algunos que no hablan español, y si puedo les acompaño cuando tienen que ir al abogado.

—En Ibiza siempre ha habido una consideración general positiva sobre la comunidad filipina.¿Cree que este suceso ha podido dañar su imagen colectiva?
—Intentamos ser gente normal, trabajadora y respetuosa, y no nos gusta dar problemas. Nos gusta ayudar en lo que podemos, y también colaboramos en la Trobada de Pobles que organiza el Consell d’Eivissa, intentando presentar a nuestro país de la manera más correcta.

—¿Qué lleva a un filipino a venir a trabajar a Ibiza?
—Lo que han hecho estas personas es intentar mejorar su vida, como lo intentan también todos los que llegan a Ibiza desde otros países, aunque lleguen aquí jugándose la vida. Mis paisanos cogieron ese visado, e incluso algunos sabían que era falso pero otros no, porque tenían la ilusión y la esperanza de que al llegar aquí encontrarían un trabajo, por muy duro que fuera. Lo que quieren es solamente trabajar dignamente.

—Pero al parecer han infringido la ley de inmigración…
—Puede ser, pero no se trata de prostitución ni de robar ni de vender drogas ni nada de eso. Son gente trabajadora, honrada, que trabaja en casas en jardinería, cuidando a los niños o a las personas mayores, y también en restaurantes y hoteles porque dominamos el inglés y el español.

—¿Cómo cree que acabará este episodio?
—Tenemos que aguantar unos seis meses hasta que haya una resolución judicial. Lo que el destino decida. La mayoría somos católicos y pedimos a Dios que nos ayude. Y también pedimos a la sociedad de Ibiza que nos apoye.

—¿Y cómo podríamos apoyarles?
—Sabemos que es un delito contratar a gente sin papeles, pero entonces ¿cómo pueden vivir los que no los tienen y no les dejan trabajar? Necesitan un empleo, aunque sea solo unas horas para sobrevivir, y también para su autoestima.

—¿Los detenidos son conscientes de que pueden ser expulsados?
—Estoy muy agradecida a la Policía Nacional. Acompañé a algunos de los detenidos como intérprete y fueron muy amables. No son delincuentes porque ellos también fueron víctimas de una red de falsificaciones. Algunos pensaban que todo iba a ser legal y que iban a entrar en España legalmente, por lo que entregaron su dinero a la agencia de Manila que lo organizaba. Les dijeron que no se preocuparan, pero no ha sido así. Ahora necesitan recuperar el dinero que gastaron para los billetes y los pasaportes, y también para poder recuperar su vida.

—¿Ha sido el revés más duro que ha sufrido la Unión Filipina de Ibiza y Formentera?
—Sí. Pido el apoyo y la comprensión a toda Ibiza. No estoy orgullosa de lo que ha pasado, pero tampoco me siento avergonzada porque ellos, igual que todo el mundo, solo piensan en poder mejorar en su vida trabajando. No es mala gente, y solo por amor a su familia hacen lo que pueden para prosperar en sus vidas y ayudarles, como haría cualquiera.