Mathías y su madre Janet con dos de los doctores que han hecho posible esta operación.

La Unidad de Neurocirugía de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario ha conseguido hacer frente a uno de los casos más difíciles y complicados que se recuerdan en este centro, en Baleares y en toda España. Se trata de la extirpación íntegra de un tumor intramedular cervical de un niño peruano de 13 años.

La historia de Mathías fue un caso muy mediático en su país. Afortunadamente, la insistencia de su madre, Janet, quien nunca perdió la fe recorriendo varios hospitales, hizo que finalmente todo tuviera un final feliz a pesar de lo complicado de la operación y de que esta tuviera que llevarse a cabo en los peores momentos de la pandemia del coronavirus.

Según informó este viernes el Grupo Policlínica a través de un comunicado, todo empezó cuando Mathías empezó a sufrir dolores de cabeza muy fuertes en enero de 2020. Tras una pastilla, varios vómitos y que le dijeran que era una simple indigestión, los episodios se repitieron sin un patrón determinado. Desgraciadamente, tras las pruebas pertinentes se detectó al pequeño un tumor de unos siete centímetros en una zona muy complicada, casi inaccesible, entre las vértebras 2 y 5.

Además, mientras Mathías empeoraba, perdiendo el equilibrio, sin poder caminar y sin fuerza en la pierna izquierda, los médicos no le dieron a Janet ninguna esperanza asegurando que su hijo quedaría tetrapléjico. La mujer no se dió por vencida y tras contar la historia en prensa y en redes sociales recibió un gran apoyo social logró una operación en Perú en el que desgraciadamente solo consiguieron extirparle el 20% del tumor.

Cuidados paliativos

Sin embargo, la situación fue empeorando ya que durante las sesiones de quimioterapia el tumor se complicó y se produjo una hemorragia intramedular, que provocó que la médula se dilatara, produciendo una obstrucción en la circulación normal del líquido cefalorraquídeo y, por consiguiente, una hidrocefalia aguda. Todo ello precisó la implantación de una válvula de derivación ventriculoperitoneal que comunicase las cavidades del cerebro con el abdomen. Incluso, debido a las complicaciones, Mathías entró en el programa de cuidados paliativos, siendo desahuciado para cualquier tratamiento. Algo que no frenó a Janet.

Siguió luchando y su caso llegó a oídos de uno de los neurocirujanos de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, el doctor Xavier Santander, de origen peruano, quien decidió contactar con ella. Tras analizar la situación encontraron importantes obstáculos a la cirugía debido, entre otras cosas, al hecho de que tras haber sido irradiado y operado la anatomía normal de la médula estaba totalmente distorsionada, conteniendo áreas de tumor entremezcladas con zonas quísticas, zonas de gliosis-cicatriz y áreas de tejido medular sano.

Además, la resonancia magnética de alto campo que se realizó en la clínica ibicenca demostró que el tumor había continuado creciendo, llegando su extremo superior casi a la unión de la médula con el tronco cerebral, la zona anatómica que controla las funciones primarias como el latir del corazón o respirar. Incluso, debido a la quimioterapia recibida y las diversas intervenciones, el niño estaba débil y desnutrido por lo que la intervención debía realizarse con la máxima urgencia.

Seis horas de operación

Finalmente, el 2 de julio se realizó la operación durante seis horas de cirugía a las que se añadieron ocho de anestesia.

Para realizarla se contó con dos neurofisiólogas experimentadas en neuromonitorización, las doctoras Cecilia Torres y Cristina Villaescusa, el anestesista Luciano Ramírez, los neurocirujanos Pedro Llinás y Xavier Santander, los enfermeros Rebeca Pérez, Braulio Muriel y David Arias y los auxiliares de enfermería Mª José Marí y Óscar Fernández. En este sentido, uno de los protagonistas, el doctor Llinás, destacó especialmente el papel del anestesista, ya que el peso niño era de 27 kilos con 13 años, cuando es el peso ideal para los que tienen ocho años.

«El buen resultado de la monitorización neurofisiológica fue gracias a la excelente labor del doctor Luciano Ramírez porque mantener al paciente totalmente sedado y con las funciones neurológicas estables con ese peso y esa situación general durante toda la intervención es una labor que pocos pueden hacer con semejante eficacia».

Después, la mayor preocupación era trabajar con la presión de que si la cirugía salía mal el niño quedaría totalmente paralizado, incluso sin poder respirar por sí mismo. Así, el momento de mayor tensión durante la operación fue cuando «se estaba con el microscopio quirúrgico dentro de la médula en un lugar por encima de la primera vértebra cervical, donde termina el tronco cerebral y comienza la médula espinal, analizando si lo que se veía el tumor».

Finalmente, el momento de máxima alegría fue cuando el anestesista despertó a Mathías y éste movía brazos y piernas con normalidad, llegando incluso a preguntar si podía comer.

Después de la operación

Durante los momentos posteriores se le hizo al niño una resonancia magnética de control en la que se demostró que no quedaba nada del tumor y que la cirugía había sido un éxito. Incluso, los quistes que tenía en la médula disminuyeron muchísimo, así como la dilatación de las cavidades del cerebro, lo que, según los expertos, ayudará a controlar la hidrocefalia. Además, dos semanas después de la intervención el niño ha experimentado otras mejorías, recuperando la fuerza, el equilibrio, el trastorno sensitivo y hasta ha ganado peso. Ahora está en manos de equipos de Fisioterapia y Endocrinología del Grupo Policlínica para recuperar fuerza y peso.