A la derecha, Rai Prats, de Sa Nova Plaça. | Daniel Espinosa

El restaurador Rai Prats, propietario del restaurante Sa Nova Plaça, también espera que la próxima factura que le pase la compañía eléctrica por el banco sea elevada. Antes de la crisis abonaba unos 500 euros mensuales que, con las sucesivas subidas, se han convertido en 850. Calcula que el próximo recibo no bajará de los 1.000 euros.

No sabe si, en algún momento, tendrá que repercutir este incremento en lo que cobra a sus clientes, aunque, por ahora, no lo tiene previsto. Sobre todo porque, como restaurador, ha sufrido especialmente la crisis del COVID-19 y sabe que «la situación actual no está para subir los precios».

Pero se pregunta qué sucederá cuando sus proveedores decidan hacerlo si se ven especialmente perjudicados por esta situación. «Está claro que afectará a toda la cadena», señala.

De momento, el hecho de que la maquinaria que emplea en su restaurante sea nueva le ha permitido beneficiarse de las características de electrodomésticos energéticamente eficientes. No le ha sucedido lo mismo con los que le proporcionan algunas marcas.

Su filosofía como empresario le llevó hace meses a tomar la decisión de ir cambiando estos electrodomésticos por otros propios que consumieran menos. La crisis del precio de la electricidad le ha confirmado que tomó la decisión adecuada. «Nos quedan aún unas seis neveras de marcas», explica, «pero ya está previsto que las vayamos cambiando por otras buscando la eficiencia energética».