Juanjo Ruiz, de Limpiezas Paco, en una de sus jornadas de trabajo.

Para pequeños negocios como el de Limpiezas Paco, la factura eléctrica de julio ha ido más allá del susto. Su propietario, Juanjo Ruiz, explica que, normalmente, paga unos 200 euros mensuales. En julio, la factura ha sido de 388 euros. «Yo abro cada día a las 8.00 y da igual lo que haga para amortizar el golpe», explica, «no puedo ponerme a lavar coches a las 03.00 horas».

Su empresa ya ha sufrido gravemente los efectos de la crisis del COVID-19, ha tenido que prescindir de cinco empleados y ha dejado de tener detalles con los clientes, como el regalo de ambientadores. «Dicen que Dios aprieta, pero no ahoga y, en mi caso, está apretando demasiado», lamenta.

Como autónomo, sabe lo que es trabajar para pagar impuestos varios y no entiende, al igual que la mayoría, que la factura de la luz lleve tantos costes añadidos y que nada tienen que ver con la electricidad en sí. «El 75% de la factura son impuestos», subraya indignado, «yo, como autónomo, apenas tengo ayudas, pero no hago más que pagar. El Gobierno tiene que ayudar a los autónomos porque somos los que realmente movemos la economía de este país».