El veterano arquitecto Miguel García Quetglás, quien cumple 41 años en la isla, junto a su hijo Andrés García Castiella en el Hotel Oku Ibiza. | Daniel Espinosa

El estudio de arquitectura ibicenco MG&AG Arquitectos, creado en 2011 por Miguel García Quetglas y Andrés García Castiella, han sido parte fundamente del primer premio de la decimoséptima edición de los Hospitality Design Awards en la categoría de New Brand Launch por su trabajo en el diseño del Hotel Oku Ibiza situado en Cala Gració.

Se trata del primer galardón internacional de un proyecto de este estudio que lleva el sello padre e hijo, aunque ya han recibido varios a nivel nacional como, por ejemplo, el de Mejor estudio de arquitectura en 2015 otorgado por Mediterráneo Excelente y el de Mejor estudio de arquitectura en 2016 de El suplemento del periódico La Razón. En este caso, el galardón llega de la mano de la cadena Oku, de la empresa Westford Capital Limited, y de su proyecto en la isla griega de Kos, en pleno Dodecaneso.

Según explica a Periódico de Ibiza y Formentera Miguel García Quetglas, el proyecto, compuesto por dos edificios, comenzó a tomar forma en 2014 cuando la anterior propiedad compró un hotel en Cala Gració que estaba en ruinas. Dos años después, en 2016 y 2017 comenzaron los primeros bocetos y las primeras ideas con la intención de reformar el primer edificio y después, viendo el resultado que habían conseguido, la empresa propietaria decidió dar un paso más encargándoles directamente un nuevo hotel, en unos terrenos anexos, con cincuenta plazas más, piscina, zonas comunes y plazas de aparcamiento subterráneas.

Finalmente, tras unos trabajos de construcción muy complicados, en los que tuvieron que hacer frente a un tornado, una fuga de gas que obligó a desalojar a los trabajadores y una pandemia tan grave como el coronavirus, el hotel se ha inaugurado esta temporada y desde el primer momento ha sido todo un éxito. De hecho, a día de hoy, aún se encuentra prácticamente lleno.

Algo de lo que Andrés García Castiella se siente especialmente orgulloso. «Yo como vecino de Sant Antoni de toda la vida estoy muy contento de que alguien haya apostado por construir un hotel de cinco estrellas en este pueblo, aunque esté un poco alejado, porque con ello se podrá contribuir a mejorar el tipo de turismo que recibimos y porque poco a poco, se está consiguiendo el efecto Guggenheim y a raíz del Oku ya otros empresarios están dando el paso para seguir su ejemplo».

Un diseño casi perfecto
El premio reconoce el diseño que ha conseguido un edificio que es prácticamente perfecto, tanto a nivel de formas como de funcionalidad y sostenibilidad. «Hay un dicho que dice que un reloj parado da la hora exacta dos veces al día y esto es así, porque después de darles muchas vueltas a las ideas y dedicarle muchas horas de trabajo al proyecto creo que es el mejor trabajo que hemos hecho hasta el momento y eso también se lo debemos a la propiedad de Oku Hotels, a la empresa constructora, a los instaladores y a todo aquel que ha aportado su granito de arena para hacer esto posible», detalla García Quetglas.

En este sentido, el veterano arquitecto aseguró que uno de los puntos fuertes del hotel es que se han empleado pocos materiales – madera, hormigón, aluminio y piedra – pero que a todos se les «ha intentado sacar el alma y lo mejor que llevan dentro». Además, según su hijo, el resultado son dos edificios en los que se combinan el estilo Wabi sabi, que fundamentalmente se centra en encontrar la belleza a través de las imperfecciones para transmitir tranquilidad, con toques minimalista, el concepto Tulum y una clara referencia a Ibiza a través de muchas plantas y naturaleza. Y todo con la idea «de crear un oasis elegante en Cala Gració».

Además, los dos edificios están repletos de detalles constructivos como por ejemplo una piscina sin rejilla «gracias un intenso trabajo de diseño e ingeniería que no se ve», una celosía especial «que al tiempo que protege del sol hace que la fachada cambie de aspecto si está abierta o cerrada», o el óculo, donde está situada la habitación central y «con el que se consigue romper la monotonía del edificio, dándole además un toque de carácter».

Padre e hijo han conseguido que el complejo sea casi al cien por cien sostenible con un gasto de energía mínimo. Algo que han logrado gracias un aislamiento térmico, eficaz contra el fuego y contra los ruidos, la recuperación de la energía que se derrocha enfriando el aire para destinarla a calentar el agua, con luces de bajo consumo y con el reciclaje de casi todo el agua para destinarla a regar, a las cisternas o a los inodoros.