La vida de Ricardo, un sintecho, cambió cuando Cruz Roja le ofreció un lugar donde dormir durante el confinamiento

La vida ha dado a este milanés de 58 años una segunda oportunidad. Después de casi una década durmiendo en la calle entre cartones, Ricardo ve cada vez más cerca la posibilidad de llevar una vida «normal».

Hasta no hace mucho, a este italiano se le podía ver sentado frente a una conocida tienda de ropa del puerto de Ibiza recogiendo limosna.

«Siempre he tenido un comportamiento respetuoso. No he tomado alcohol ni drogas y nunca me gustó ir a pedir. Era la gente quien se acercaba a mí y me ayudaba», relató ayer a este medio.

Según reconoció, nunca se habría imaginado poder salir de esta situación «porque cuanto más tiempo estás en la calle, más imposible parece salir de esta pesadilla».

Pero la vida de este italiano cambió tiempo atrás, justo al inicio de la pandemia: «Parece una incongruencia, pero yo digo que el Covid me salvó la vida. Cuando hubo el confinamiento total y Cruz Roja gestionó un espacio para la gente de la calle, yo estuve allí cuatro meses. Después, decidí no volver a vivir más en la calle, opté por cambiar de actitud y luchar».

Según relató, en ese cambio de rumbo las cosas no fueron fáciles y se vio de nuevo obligado a dormir a la intemperie. Con la ayuda de Cáritas y de asistentes sociales, esta vez las cosas fueron diferentes. De hecho, tras el confinamiento pudo conseguir un trabajo «en el que me pagaban muy poco. No me dio la oportunidad de poder tener una habitación, pero no tuve que pedir ayuda para comer». Ahora, gracias al dominio de varios idiomas, le comienzan a salir otros trabajos que podrían suponer una «vuelta total» en su vida porque «sólo deseo ser una persona normal».

Emocionado, explicó además cómo un «ángel de la guarda» le ofreció recientemente un techo donde dormir, una suerte que celebró porque «el invierno es muy duro».
«Hay mucha gente en la calle y que necesita también ayuda», insistió este hombre, consciente de que muchos de sus ex compañeros están atrapados en el alcohol o las drogas. «Eso es lo primero que deben dejar. En la vida hay esperanza. Yo pensaba que nunca saldría de esto y, si yo lo he hecho, todos pueden», declaró.

Durante los años en los que estuvo en la calle, Ricardo vivió «de todo», desde robos a agresiones. «Me han escupido. Me han tirado kétchup. He tenido miedo porque nunca había vivido en la calle, aunque tanto miedo he tenido como ayuda he recibido. En Ibiza hay gente muy buena, dispuesta a ayudar», reconoció Ricardo, añadiendo que algunas personas sí quieren seguir en la calle y llevar determinado estilo de vida.

En relación a los centros de acogida para los sin techo, el italiano reconoció que, con los existentes, no hay bastantes plazas para todas las personas que no tienen un hogar: «Acaban de construir un albergue en Ibiza, está listo desde hace tiempo y no lo abren y nadie entiende por qué. Tampoco hay aseos públicos para la gente que vive en la calle. En los bares, a veces no te dejan entrar si ven que eres de la calle o tienes que consumir algo y no tienes dinero. Hay cosas que se podrían hacer mejor».

Entre los peores recuerdos de sus años de homeless, Ricardo recordó las noches. Así, destacó la labor de entidades como Cruz Roja que recorre las calles repartiendo comida. «Cuando empiezan a ser las cuatro y hasta las nueve de la mañana, uno no sabe dónde meterse o cómo cubrirse si llueve». lamentó.

«Hoy en día, tengo esperanza», concluyó.