Matronas, enfermeras pediátricas y mamás de todas las Baleares participaron ayer en la VII Jornada balear de la lactancia materna, que incluyó actos simultáneos en Mallorca, Menorca e Ibiza. Organizada por el Colegio Oficial de Enfermería de Baleares, en la isla pitiusa se contó con la presencia de uno de los mayores expertos en lactancia materna de España, José María Paricio, autor de El libro de la lactancia y fundador de e-lactancia.org, entre otros proyectos. Este doctor lleva más de 40 años dedicado al mundo de la Medicina.

—Valorará de manera positiva la celebración de estas jornadas.
—Me parece estupendo, fenomenal, porque con la pandemia la lactancia ha sufrido mucho. En un entorno seguro además vale la pena volver a verse.

—¿Dice que ha sufrido la lactancia con la pandemia?
—Sí, porque hubo mucho miedo al principio y las medidas que se adoptaron estaban basadas en el pánico que obligó a separar a madres de sus hijos recién nacidos. Rápidamente supimos que no había ningún problema, que el coronavirus no se trasmite por la leche, que incluso las madres enfermas pueden estar con sus bebés, que apenas enferman. Todo tardó mucho tiempo en aceptarse y la lactancia materna implica un contacto muy estrecho y todo lo que sea romperlo, ha afectado muchísimo. También ha afectado a la salud mental de madres y de niños.

—Una de sus intervenciones de ayer se centró en la compatibilidad de fármacos con la lactancia.
—Estamos en un mundo en el que hay mucha presión y todavía no estamos en una cultura de lactancia materna, así que hay muchos motivos falsos para suspenderla. Entre ellos, que la madre esté tomando algún medicamento. La inmensa mayoría de medicinas que toman las madres son compatibles con esta práctica pese a que la industria farmacéutica en sus prospectos pone que no, pero falta a la verdad.

—¿La vacuna también ha provocado que haya menos madres que den el pecho?
—Efectivamente, también fue una forma de discriminar a las mujeres lactantes. En los primeros prospectos se aseguraba que no se podía dar el pecho, lo cual era una barbaridad. Se demostró que, como tantas otras vacunas, la del coronavirus no afectaba a la lactancia. Son compatibles. Miles de mujeres lactantes se han vacunado y no ha pasado nada en absoluto.

—Conciliar lactancia y trabajo es algo muy complicado.
—Estamos en un mundo laboral creado por hombres en el siglo XVIII en la época industrial. Son unos horarios que impiden cualquier tipo de conciliación y los hombres se han perdido la crianza de los hijos. Al incorporarse la mujer a este mundo, lo tienen muy difícil. Afortunadamente, hay leyes y se puede hacer, aunque debería haber más semanas de permiso. Se podrían haber incrementado en cuatro semanas más las bajas para las madres. Los empresarios deben saber que en los hogares donde se amamanta hay menos absentismo porque la leche materna protege a los bebés de enfermedades. Un niño que no enferma hace que los papás no deban ausentarse del trabajo.

—Es posible que temas estéticos también frenen a muchas madres a la hora de amamantar.
—No es cierto que la lactancia haga caer el pecho. Ello lo provoca la edad o un exceso de peso.

—¿Todavía es una práctica mal vista en lugares públicos?
—En Occidente hemos primado la imagen erótico-sexual que tiene el pecho frente a la nutricional-reproductiva, censurando por completo la última. Es muy fácil ver a princesas en toples en la playa, pero nunca las veremos dando el pecho en la playa porque está censurado. Es una sociedad muy hipócrita y ambigua respecto al pecho de la mujer. Cada vez más mujeres dan el pecho en la vía pública, pero se sienten mal miradas. En estos momentos no está prohibido dar de mamar en ninguna parte.

—Es extraño ver en ocasiones a niños de unos tres o cuatro años tomando aún el pecho.
—Hay que saber que la media de la duración de la lactancia materna ha sido de tres años. Ahora se está volviendo a ello y son imágenes que todavía sorprenden, aunque nos iremos acostumbrando.