Dos niños durante el 'ball pagès'. | Arguiñe Escandón

Enzo estaba ayer especialmente contento porque, junto a su hermana Inés, iba a bailar por primera vez con Sa Colla de Sant Rafel luciendo los trajes tradicionales. «Lo de bailar sin ropa, sí hemos bailado más veces», aclaró el joven ballador. Su abuela explicó que desde Sa Colla les habían aconsejado cómo colocar a sus nietos todas las prendas que forman parte del traje típico ibicenco. «Ayer hicimos un ensayo general y hoy más o menos nos ha ido bien», añadieron los familiares de estos pequeños de seis y siete años. «Bailamos payés porque mamá nos lo ha dicho y queremos probar», quiso puntualizar el pequeño Enzo justo antes de entrar a misa.

Si el día de ayer fue feliz para los vecinos del pueblo de Sant Rafel, también fue una jornada cargada de emoción para los miembros de su grupo folklórico, a punto de celebrar 40 años de existencia. Esperanza, una de las balladores, reconoció lo contentos que estaban al poder lucir de nuevo las gonelles o emprendades. Después de la pandemia era la tercera ocasión en la que podían celebrar una ballada con los trajes tradicionales, pero la de ayer fue la más especial. «Llevo casi 40 años bailando y es como ponerme el vestido por primera vez», dijo esta balladora.

Antes del ball pagès, decenas de personas abarrotaron la iglesia para seguir la misa oficiada por el obispo electo Vicente Ribas. Joan Torres, primer teniente de alcalde de Sant Antoni, presidía la bancada municipal al estar de viaje el alcalde Marcos Serra. En su homilía, el obispo electo recordó a la obrera Margarita, a quien un problema de salud había impedido acudir a la celebración. «Después de una operación, lo primero que dijo es que recordáramos el orden de la procesión», destacó Ribas. También celebró que la de ayer prácticamente era una «fiesta normal», aunque faltaba una cosa importante: poderse quitar el «morral», apuntó el obispo electo provocando risas entre los asistentes.

Antes de finalizar la celebración, Ribas pidió un aplauso para el padre Fran Gómez, que en unas semanas dejará la parroquia después de varios años. El oficio finalizó con el canto del himno a Sant Rafel y la tradicional procesión.

Tras la misa, el obispo electo Vicent Ribas reconoció que la celebración había sido «muy especial» porque «sólo nos queda la mascarilla» para recuperar la normalidad total. Con el sonido de las castanyoles de fondo, el prelado señaló que lo de ayer en Sant Rafel es «una gozada, porque significa que ha pasado esta pesadilla».

Don Vicente Ribas aprovechó también para agradecer las infinitas muestras de cariño recibidas tras conocerse su nombramiento como obispo de la Diócesis pitiusa: «Estos primeros días los vivo con nervios. Es una responsabilidad muy grande y estoy sorprendido con la reacción de la gente. Nunca lo hubiera imaginado. No sé si sabré cubrir las expectativas que hay».

También el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, mostró una especial alegría por el hecho de que el pueblo pudiera celebrar el patrón prácticamente con total normalidad. «Echábamos de menos reunirnos y hoy toca festejar el santo y felicitar a toda la gente del pueblo o a quienes se llamen Rafael o Rafaela», manifestó.

También Neus, vecina de la localidad de Forca, destacó que «ya teníamos muchas ganas de poder celebrar las fiestas y el día nos acompaña. Así que esperemos que esta pandemia se haya ido definitivamente».

El día grande de Sant Rafel también atrajo a vecinos de otras localidades. Como María del Carmen, residente en Sant Llorenç, quien expresó también su deseo de que «todo vaya poniéndose bien». María, vecina de Santa Gertrudis, se acercó a Sant Rafel a vivir el día de fiesta y aprovechó para recordar que «ya queda poco para celebrar las fiestas de mi pueblo».