Inma Saranova, directora ejecutiva de Ibiza Preservation.

Inma Saranova es la nueva directora ejecutiva de la fundación Ibiza Preservation. Periodista nacida en Soria en 1981, lleva años afincada en Ibiza, una isla de la que, “con permiso de los ibicencos”, dice sentirse parte y en cuyo presente y futuro quiere involucrarse. Tiene claro que la fundación que ahora dirige ha de implicarse más en la sociedad ibicenca para dejar de ser percibida como una entidad ajena a la idiosincrasia de la isla. Es uno de sus objetivos en esta nueva etapa en la que, además, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas marcará el camino a seguir para una entidad que, con la sostenibilidad por bandera, está volcada en la conservación medioambiental y en la recuperación de la cultura y las tradiciones ibicencas.

Es usted la nueva directora ejecutiva de Ibiza Preservation. ¿Qué objetivos se ha marcado para esta etapa?
—Entre los objetivos que me he marcado está consolidar la fundación como uno de los referentes medioambientales en Ibiza y Formentera, pero también en Baleares. Por otro lado, me gustaría profundizar en alianzas y lazos entre la comunidad local y la propia fundación. En el pasado estuvieron un poco distanciados y creo que mi papel en esta nueva etapa es conocer mejor cuáles son las inquietudes de la sociedad ibicenca a todos los niveles: políticos, empresariales, sociales… Estamos seguros de que todo, al final, converge en la sostenibilidad, la preservación y la regeneración de la isla.

Tienen ustedes la imagen de una entidad desconectada de la sociedad ibicenca. Son de fuera y eso puede generar cierto recelo.
—Sí, ha habido algo de eso y está claro que se podía haber hecho una mejor labor de comunicación. Es cierto que el patronato de la fundación está formado por personas que no son de la isla pero tienen un arraigo clarísimo en el territorio, como mucha otra gente. Yo misma llevo 11 años aquí y me siento en cierto modo un poco ibicenca, si me lo permiten los propios ibicencos. Somos ibicencos de espíritu y de corazón. Pero es verdad que se podría haber difundido mejor que los intereses de la fundación también los de la propia isla. Hemos hecho muchos acercamientos para darnos a conocer entre la comunidad local para profundizar en cuestiones medioambientales pero también para temas que tienen que ver con la cultura y la tradición. Por ejemplo, estamos llevando a cabo proyectos de regeneración de las variedades ibicencas del almendro, como querían muchas otras entidades. Era algo que estaba en claro retroceso y en una situación precaria. Entonces, estamos trabajando en esto y es algo que puede ser ejemplo de lo que hacemos para mejorar la isla desde una perspectiva tradicional y cultural propia. Esta va a ser nuestra línea a partir de ahora. No puede seguir percibiéndose así a Ibiza Preservation porque tiene las posibilidades, los recursos, está dentro de Conservation Collective… Nosotros queremos colaborar y echar un capote en lo que se pueda a entidades medioambientales, a organizaciones de payeses, a cualquier persona que esté trabajando por el bien común.

Tal vez es que aquí estamos más acostumbrados a entidades de andar por casa como el GEN.
—Nosotros no tenemos la intención de competir con ninguna entidad local. De hecho, queremos colaborar con ellas. Y les felicitamos y les reconocemos el largo trabajo que han hecho el GEN-Gob o Amics de la Terra. Son asociaciones con las que colaboramos en muchos proyectos. Y lo que logramos es cofinanciar estas cosas, tal vez porque tenemos una estructura más fuerte. Pero ya le digo que no tenemos ninguna intención de competir, sobre todo a la hora de acceder a subvenciones. Cuando sale una línea de ayudas, nosotros miramos antes si estas entidades también las solicitan. Para nosotros son entidades realmente importantes, son expertos y pueden indicarnos el camino para saber dónde poner nuestros esfuerzos. No queremos decirle a nadie qué tiene que hacer, sino todo lo contrario.

Ustedes han recibido ya unos dos millones de euros en donaciones desde su creación. Es una cifra muy elevada.
—Sí, más o menos. Ahora uno de mis retos como directora ejecutiva es incrementar esas donaciones. Cuanto más capital tenga la fundación, que es sin ánimo de lucro, más dinero podremos invertir en proyectos ambientales, tanto propios como en colaboración con otras entidades.

Ustedes quieren traer a Ibiza los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU. ¿En qué se traduce eso?
—Es algo que ya pusimos en marcha hace un par de años, cuando comencé como coordinadora técnica del Observatorio de Sostenibilidad de Ibiza Preservation. Hacemos informes anuales con indicadores ambientales y de sostenibilidad. Ahora estamos a punto de publicar el de 2020 y los datos nos indican los avances y los retrocesos en este sentido. A veces se considera que estos objetivos solo están enfocados a los países más pobres pero podemos ver que en territorios como Ibiza estamos lejos de cumplirlos. Tienen que ver con muy distintas cosas. Por ejemplo, el número 2 es el de acabar con el hambre y aquí miramos temas como la soberanía alimentaria, la superficie agraria útil… Y estamos viendo que los últimos datos indican que, si bien la superficie agraria útil ha crecido, es la más baja de Baleares y está muy lejos de ser autosuficiente. En 2020 creció un 54% pero vemos que la cosa se puede mejorar mucho. También tenemos que avanzar en materia energética. Estamos muy lejos del autoabastecimiento suficiente a través de energías renovables. Ha mejorado porque se contabiliza que la energía que nos llega a través del cable viene, en parte, de las renovables. Pero GESAestá muy lejos de alcanzar los objetivos. Hay mucho trabajo que hacer. Pensamos que estamos a la cabeza del desarrollo por estar en un país del norte y ser un poco ricos pero no es así.

La fundación colabora con el Consell para la realización del estudio sobre cubiertas y uso del suelo de la isla. ¿En qué consiste?
—Es algo que estamos haciendo también con nuestro observatorio de Menorca y tiene un presupuesto de 100.000 euros. Ahora estamos preparando un convenio con el Consell d’Eivissa para hacerlo aquí. El Consell colaborará en la desarrollo de este mapa. Esta colaboración es para garantizar que el informe tenga continuidad. Será el mapa más preciso de la isla. Es una ortofotografía que mostrará todo lo que hay, hasta una caseta en un jardín. Podremos ver cosas tan precisas como la superficie agraria útil real, qué tipos de cultivos se están haciendo, la repercusión de un incendio… Será una herramienta muy útil para, por ejemplo, los planes generales de ordenación urbana. Ya hemos hecho los mapas de Ibiza y Sant Josep y estamos ahora con el trabajo de campo de los otros tres municipios. Si tiene continuidad, podremos ver la foto fija pero también la evolución en un plazo de tres o cuatro años. Esto es algo muy útil para las administraciones porque podrán trabajar con datos empíricos.

Es llamativo que esto lo haga una asociación privada y que no sea la propia Administración la que lo lleve a cabo.
—Sí, es verdad. Nosotros hace tiempo que le planteamos esto al Consell pero se paralizó por la pandemia. La fundación decidió seguir adelante con sus propios fondos porque pensamos que eso sería bueno para que las administraciones se dieran cuenta de lo bueno y útil del proyecto.

En Ibiza cada vez hay más gente. ¿Cómo se puede conciliar este fenómeno con la sostenibilidad medioambiental?
—Creo que primero habría que ver con datos si este crecimiento es real. Es cierto que la tendencia es que la presión humana vaya aumentando, sobre todo durante la temporada. Pero nosotros lo que tenemos claro es que no podemos plantear determinados conceptos como antagonistas. Es un hecho que viene gente y también lo es que las administraciones van tomando medidas. Por ejemplo, lo que ha hecho Formentera poniendo un techo a la entrada de coches durante la temporada. Esto les ha ido bien. Este tipo de regulaciones no tienen porqué ser contrarias a la economía. Intereses ambientales y económicos no son antagonistas. Lo que queremos remarcar es que, de todos modos, el turismo sostenible ya no va a ser una opción. Esto nos lo ha demostrado la crisis del coronavirus. Si no tienes seguridad sanitaria y ambiental, no serás un destino atractivo para el turismo postpandémico. Teniendo eso en cuenta, lo que hemos de hacer es unir esfuerzos siendo realistas. La preservación del territorio es imprescindible para la actividad turística. Hay que hablar y pasar de las buenas intenciones a la acción. Para esto también está Ibiza Preservation, para hablar de buenas prácticas en este sentido.

¿Qué es realmente el turismo sostenible?
—Hay que superar el discurso y empezar a ver buenas prácticas. Hay gente que habla de esto pero va más allá de las buenas intenciones. Tenemos que conocer lo que están haciendo en otros lugares. No somos los primeros ni seremos los últimos en tener un territorio insular totalmente turistificado y en el que, además, tenemos un medio ambiente frágil que hay que conservar. Hay que mirar hasta qué punto es posible llevar a cabo ciertas prácticas turísticas. También hemos de dejar de vincular el turismo de calidad con el turismo de lujo. Y hemos de empezar a invitar a las empresas turísticas a que miren hacia dentro y hagan sus propios estudios de sostenibilidad ambiental. Existen protocolos que son de fácil aplicación. Si de verdad estamos sensibilizados, hay que hacer cosas porque no solo se está perjudicando al medio ambiente sino al propio negocio.

La pandemia, a pesar de ser una tragedia, también ha tenido consecuencias positivas como, por ejemplo, algunos cambios del modelo turístico de Ibiza. La gastronomía basada en la proximidad se ha destapado como un polo de atracción. ¿De qué manera puede ayudar esto a la sostenibilidad en la isla?
—Ha sido una tragedia que nos ha permitido también ver la fragilidad del turismo. Al pararse el turismo, se ha parado la economía de la isla. Una forma de diversificar es potenciar el sector primario. Esto es imprescindible en todo el mundo porque necesitamos ser menos dependientes, más soberanos. Nosotros hemos puesto en marcha el proyecto Ibiza Produce y, dentro de este y con la colaboración del Ayuntamiento de Ibiza, hemos activado la Cocina Central. Se trata de impulsar que las personas necesitadas, que con la crisis del COVID han tenido que acudir a comedores sociales, coman producto local, una dieta equilibrada. Y esto pone en valor el trabajo de los agricultores y ganaderos de la isla. En este sentido, la pandemia nos ha dado lecciones. Pero a nosotros nos gusta recordar que en marzo de 2020 hablábamos de que el medio ambiente mejoraría porque estábamos encerrados. Y esa no es una buena idea. La vida de la gente tiene que seguir y tiene que ser compatible con el medio ambiente. Lo ha sido durante siglos. ¿Cómo no lo va a ser ahora, que tenemos muchos más conocimientos y más seny? Aquí tenemos que ver cómo conjugar todos los intereses para mejorar nuestra casa, que es la tierra, y asegurarnos de que es un sitio en el que podemos vivir todos y todas.