Un operario, durante la limpieza del torrente, este viernes por la mañana. | Toni Planells

Por segundo día consecutivo, durante la noche del jueves, las tapas de las alcantarillas de la calle Francesc Llaudes Pineda de Ibiza volvieron a colapsar llenando las calles de aguas residuales y al ambiente de su hedor fecal.

Este hecho se viene repitiendo de manera recurrente en este mes de octubre, cuando ya hubo vertidos sin que hubiera lluvias el día 10 de octubre, tal como ocurrió el pasado miércoles 27 y el jueves 28. Cabe recordar que las cuantiosas lluvias del pasado 22 provocaron inundaciones y mas vertidos.

[Limpieza de los vertidos del torrente de sa Llavanera, en imágenes.]

Un problema que vecinos y comerciantes de la zona vienen sufriendo y denunciando desde hace décadas, tal como denunciaba en Periódico de Ibiza y Formentera este mismo viernes Toni Riera.

En ese mismo sentido se pronuncia Pepa Catany, residente del edificio Brisol desde hace 24 años y presidenta de la asociación de vecinos. La expresión ‘estoy que trino’ sintetiza a la perfección el sentimiento tanto de Pepa como del resto de vecinos. «Es que esto ya pasa hasta sin llover, aunque cuando llueve todavía es peor: hay ratas flotando, cacas y de todo».

Además se muestra indignada tras haber pagado «hace poco el impuesto del IBI, eso sí que se lo cobran, ¡y bien cobrado!: en el Ayuntamiento de Ibiza dicen que esto es una zona de lujo. ¡Si esto es lujo ya me dirás!», exclamó este viernes haciendo gestos para enfatizar el hedor de la zona.

Otra vecina, Pilar, confirmó y repitió la mayoría de los argumentos de Pepa. Como la mayoría de los habitantes de la zona, en su caso asegura que «cuando veo que va a llover dejo el coche más lejos pero en un sitio en el que no se me inunde». Sin embargo, Margarita, que tiene un local en el edificio, no deja de apuntar al incivismo que tiene «el torrente lleno de plásticos y porquería que acaba yendo al mar. El torrente debería estar tan limpio y cuidado como cualquier acera».

Comercio

Otro colectivo que sufre los continuos vertidos e inundaciones son los comerciantes de la zona, entre los que se encuentran dos supermercados, una gran superficie de menaje o un concesionario y taller de coches. «Es aborrecedor», así es como define Jordi Cardona, que trabaja en la nave de Nissan. Al entrar en el concesionario, el hedor no pasa desapercibido.

Allí, Cardona muestra una suerte de barreras de contención en las entradas a la nave para impedir la entrada de agua al edificio. «Hay algún fin de semana, o por la noche, que cuando veo que va a llover vengo hasta la nave corriendo a comprobar que las barreras están colocadas». Cardona explica cómo incluso en una ocasión «la inundación llegó a tal altura que se inundó cinco coches, que quedaron con todo el olor a cloaca».

En Hipermenaje no sufren las inundaciones, pero sí los olores y los efectos de los gases de la depuradora. Incluso han tenido que instalar cortinas de aire en las entradas a su nave: «Al entrar, los clientes notaban que olía mal». También han tenido que cambiar las cubiertas de las naves debido «a los gases de la depuradora», que se encuentra a pocos metros, según explica Santiago Martínez, empleado de este negocio desde hace más de 30 años.

Mención aparte merecen los supermercados de la zona. Por un lado, en The Food Market, tal como reconoce una empleada y puede comprobarse in-situ, los olores sí que llegan a colarse en el interior del establecimiento. Sin embargo, el hecho de tener el almacén ubicado en un piso elevado mantiene a salvo el material de la tienda.

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Desde el otro supermercado de la zona, el Eroski, su responsable Antonio Moya reconoce que los olores de la zona son el mayor problema que les afecta «como a todos los de esta zona», ya que la elevación del supermercado les protege de inundaciones: «Nos convierte en una isla cuando llueve y se inunda todo el polígono. El problema son nuestros clientes que lo tienen complicado para acceder al establecimiento».

Soluciones inminentes

Desde la Agencia Balear del Agua y la Calidad Ambiental, ABAQUA, su gerente, Juan Calvo, explica que la razón de estos últimos vertidos tiene que ver con una serie de fallos eléctricos que han provocado paradas en la bomba, lo que ha provocado el colapso en las alcantarillas de esa zona. Fallos que tienen relación con las obras de la nueva depuradora que está llevando a cabo el Ministerio de Transición Ecológica y que este mismo viernes debían quedar solucionados.

Baldeado de la calle con agua clorada.

Calvo habló este viernes personalmente con uno de los vecinos, Toni Riera, para trasladarle sus disculpas, «a él y a todos los vecinos», según destacó, por los inconvenientes causados. De esta manera, durante este viernes se efectuaron labores de limpieza, retirando las aguas vertidas y baldeando las calles con agua clorada para desinfectar, así como una limpieza del torrente con una excavadora durante la tarde.

Calvo mostró su compromiso en este sentido y «cuando sucedan incidentes como el de estos días redoblaremos el servicio de limpieza». En cuanto a las soluciones, Calvo se comprometió este viernes, aparte de implementar la limpieza de la zona, a llevar a cabo toda una serie de acciones enfocadas en la mejora del tratamiento de los fangos, así como combatir los olores. Olores que ya se están combatiendo «desde este mismo verano» con la dosificación de un producto químico en la depuradora, nitrato cálcico.

La actuación prevista respecto al tratamiento de fangos «está aprobada en los presupuestos del Govern 2022 y asciende a un millón de euros con el objetivo de garantizar el funcionamiento de la depuradora en las mejores condiciones hasta tener en marcha la nueva depuradora», prevista para 2023.

Una vez puesta en marcha la nueva depuradora, la antigua se convertirá en una estación de bombeo de la nueva. A partir de ese momento, Calvo asegura que «los olores desaparecerán completamente» y que disminuirán drásticamente los episodios de inundaciones extraordinarias.

El compromiso incumplido de Armengol

Los vertidos de la depuradora de Ibiza han vuelto a provocar que los vecinos del torrente de sa Llavanera tengan que sufrir los hedores del agua mezclada con restos de todo tipo, entre ellos, fecales.

El debate de una moción sobre la futura Ley de Vivienda estatal llevó este viernes a la consellera no adscrita Marta Díaz a denunciar esta situación en el Pleno del Consell d’Eivissa. Lo hizo recordando que la propia presidenta del Govern, la socialista Francina Armengol, conoce personalmente el problema y le exigió que lo resuelva de forma definitiva.

El PSOE había llevado al Pleno el debate sobre el posible apoyo del Consell a la Ley de Vivienda del Gobierno central. Un apoyo que Díaz se preguntó si realmente necesita el Estado. «Esta moción», afirmó la consellera, «es hacerle la pelota al partido y al Gobierno».

Y fue en ese momento cuando indicó que el Govern y el Consell deben ocuparse de sus propias competencias. Puso como ejemplo el caso de los vertidos en el torrente de sa Llavanera y explicó que Armengol, durante la campaña de 2015, pasó por esta zona con ella y «se tuvo que tapar la nariz por la peste». «Esto es culpa de la depuradora», recordó Marta Díaz, quien también recordó que «está así desde hace 20 años».

Ante esta situación y en aquellos momentos, Armengol se comprometió a arreglar este problema. Sin embargo, concluyó Díaz, «lleva años como presidenta del Govern y la depuradora huele más que nunca».