Juan Carlos de Carlo y Marga Cañelles posan juntos en el Hotel Los Molinos. | Daniel Espinosa

A la espera de una posible sexta ola de COVID-19 y con la gripe llamando también a la puerta, los pediatras de Baleares están especialmente preocupados por los «efectos colaterales» que la pandemia está provocando en niños y adolescentes del archipiélago. Pocos creen que vuelva a darse una situación de confinamiento domiciliario como la vivida entre marzo y junio de 2020.

Sin embargo, es ahora cuando las consultas están llenas de pacientes menores de edad acusando el golpe de un encierro que «no han podido encajar con normalidad», según explicó días atrás el presidente de la Sociedad de Pediatría Balear (Sopebal), Juan Carlos de Carlo.

De Carlo añadió al confinamiento medidas que aún siguen vigentes, aunque con menos intensidad, como todas las destinadas a minimizar el contacto social. En este sentido, el pediatra señaló que han sido normas que «han impactado intensamente sobre una población que necesita de forma especial el contacto social con sus iguales». Algo que se ha cebado con los adolescentes, que presentan hoy problemas como «depresión, estrés, ideas suicidas o autolesiones».

De un modo similar se pronunció la doctora Marga Cañelles, coordinadora de Pediatría del Ib-Salut, quien dejó claro que «la enfermedad no es tan grave en los niños como en los adultos» pero que ha tenido efectos preocupantes en su salud mental. «Muchos niños han vivido esto en pisos de 40 metros cuadrados», recordó, «fueron 105 días sin salir de casa, viendo a sus padres estresados, con incertidumbre, asustados por la enfermedad en sí, pero también por sus trabajos». Y, si bien es cierto que «muchos de estos niños son resilientes y saldrán adelante sin secuelas», no lo es menos que «otros no podrán hacerlo por sus propios medios». «Hay factores sociales y económicos», añadió Cañelles, «que les han hecho vivir esto como si fuera una guerra».

Entre las medidas adoptadas por el Govern para hacer frente a esta situación, ambos pediatras destacaron la educación presencial. El doctor De Carlo explicó que «se ha priorizado esta medida para este curso con el fin de evitar las consecuencias de la falta de contacto social». Y esto añadió la doctora Cañelles que se ha intentado también sortear problemas como «el incremento del ciberacoso escolar» detectado desde que comenzó la pandemia. «Todo esto es un evento tan estresante para los menores que», insistió, «solo puede compararse con estar viviendo una guerra». Y recordó que la escuela es «un factor protector de la infancia y de normalización de la vida, además de un detector de problemas».

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Carencias del sistema sanitario
Cañelles, por otro lado, apuntó que la pandemia ha dejado en evidencia las carencias del sistema sanitario pediátrico en las Islas. Pero, además, ha provocado la agudización de problemas que afectan especialmente a los menores y puso como ejemplo los malos tratos, los abusos sexuales o la pobreza. De Carlo, por su parte, admitió que son situaciones que «ya estaban presentes en la sociedad pero que con la pandemia han ido a más».

En esta situación, entidades como la Sopebal han buscado fórmulas para hacer un diagnóstico de la pediatría balear, a través de «una reflexión que, sobre todo, ha puesto en evidencia que es necesario atender a la salud mental de los menores», explicó Cañelles.

El primer resultado ha sido la puesta en marcha de la Unidad para la Prevención del Suicidio en menores de 18 años. Dotada de un psiquiatra y un psicólogo, de momento solo da servicio en Mallorca, aunque de forma coordinada con las unidades de pediatría de Ibiza y Menorca. El Ib-Salut, añadió Cañelles, tiene previsto abrir servicios similares en el resto de las islas, aunque no pudo avanzar en qué fecha podrían entrar en funcionamiento.

Vacunación a los menores
En cuanto a la vacunación a los menores, tanto De Carlo como Cañelles se mostraron partidarios de la misma. Aunque ambos dejaron claro que habrá que esperar a que estas vacunas cuenten con el respaldo de la FDA norteamericana y de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) antes de promover su uso en los niños. «Por encima de los 12 años», explicó el presidente de Sopebal, «es aconsejable pero, por debajo, aún no ha sido aprobada. Si se aprueba, será porque la seguridad está garantizada en los ensayos clínicos que se hacen con muchísimos niños».

De Carlo recordó que, desde el inicio de la pandemia, han sido ingresados por COVID-19 en el archipiélago unos 170 menores, de los cuales, solo en la UCI de Son Espases, han atendido a 13. «La enfermedad es mucho más leve que en los adultos pero esto no quiere decir que no pueda llegar a ser grave en el caso de algún niño», reflexionó el pediatra. Por este motivo, se mostró partidario de la vacunación en menores siempre y cuando esta cuente con el respaldo de los organismos oficiales.