Consuelo Antúnez García. | Irene Arango

Pocos vieron venir la presente crisis de suministros que afecta a todos los sectores a nivel internacional. Consuelo Antúnez García (Logroño, 1967), presidenta de la Asociación de Constructores de Ibiza, dice que las primeras señales de esta situación empezaron a percibirse antes del verano. Eso es algo que ve ahora. La incertidumbre es lo que más destaca de una situación «muy rara» que espera que se normalice a lo largo del año que viene.

—¿Qué impacto está teniendo la falta de suministros en el sector de la construcción de Ibiza?
—Aquí está pasando lo mismo que en todas partes. Retrasos y encarecimiento por la falta de material. Es una muy mala noticia, sobre todo para el consumidor final. Un tema más grave en Ibiza, si cabe, por los problemas de acceso a la vivienda que tiene la ciudadanía en general. Pero en definitiva se trata de la misma problemática que se está sufriendo en Mallorca, en Madrid o en Frankfurt.

—¿Ser una isla ha agravado en algún aspecto esta situación?
—No que hayamos percibido. Hay un problema de transporte de la Península hacia aquí, pero también hay un problema de transporte de Asia a Europa. El origen es el mismo. El precio de los contenedores que antes costaba traer de Asia unos 1.800 euros ahora cuesta 18.000. La diferencia es importante. Es un tema global.

—¿En qué porcentaje se están encareciendo los materiales?
—Dentro de la construcción hay mucha diferencia entre unos y otros. La madera es lo que más ha aumentado de precio, estamos en un 120%. El aluminio, el acero también se han encarecido en torno a un 50% y otras materia se han encarecido algo menos, sólo repercutiendo el tema del transporte, combustible, electricidad…

—¿Qué impacto puede tener en el precio que pague el consumidor final?
—Se calcula que el precio de una vivienda puede llegar a aumentar en un 20%. El incremento de la madera, por ejemplo, es cierto que es muy elevado, pero es una parte de la vivienda.

—¿Y respecto a los retrasos?
—Esto ahora depende mucho de los materiales, pero por darte una horquilla hablamos desde uno a cuatro meses. Pero el problema es la incertidumbre para determinarlo, ahora podemos saber que algo nos tarda tres meses, pero lo que no sabemos es lo que va a pasar dentro de quince días. Para que se haga una idea, los presupuesto de aluminio, madera y demás se hacen con una validez de una semana. No se pueden comprometer más porque quien les suministra a ellos las materias primas no les asegura que les vaya a mantener el precio. Antes un presupuesto podía tener una validez de tres meses como mínimo, incluso seis. Una obra es una inversión importante y toma su tiempo entre que se decide el cliente, valora opciones, consulta constructores…

—¿Esta situación está teniendo más impacto en la construcción que la pandemia?
—Para nuestro sector está siendo una situación muy rara. Es cierto que hemos sido casi el único sector que hemos mantenido la actividad. Hemos trabajado bastante bien. La administración ha llegado a facilitarnos trabajar en verano. Lo que parecía que a nosotros nos iba a afectar con retraso, porque se iba a reducir el poder adquisitivo, es una previsión que no se ha cumplido del todo porque la gente se ha decidido a hacer obras. Pensábamos que íbamos a tener un bajón que realmente no fue tanto y cuando parecía que todo iba sobre ruedas ha venido este problema. El otro día mirando números vi que los precios han subido en los últimos seis meses tanto como en los últimos trece años. Es un incremento semana a semana.

—¿Cuándo empiezan a notar este problema?
—Recuerdo que en mayo teníamos que instalar un ascensor con una empresa con la que nunca habíamos tenido problemas. Mandaron una carta de la fábrica, que está en Lituania, diciéndonos que tenían un problema de suministro. A nosotros nos sonaba raro y se lo decíamos al promotor y él estaba muy enfadado porque quería su ascensor a tiempo y nosotros no comprendíamos mucho el tema porque es una empresa muy seria que siempre nos había respondido. Era el principio de todo este tema.

—Dejando de lado todos estos problemas, ¿se ha recuperado el volumen de trabajo de antes de la pandemia?
—Sí, son más o menos las mismas cifras. Te diría incluso que tenemos un ligero aumento a nivel de Baleares, entre un 1 % y un 3 %. Lo que era habitual. Son niveles de contratación normales, pero ahora no sabemos lo que va a pasar. Si se tienen que parar obras no sabemos cómo va a acabar afectando a los resultados a final de año.

—En cuanto a la obra pública, en Mallorca ya ha habido licitaciones desiertas por la incertidumbre de los precios, ¿esto llegará a pasar en Ibiza?
—Aquí lo que nos encontramos de momento es que hay obras que están en marcha y se está revisando la Ley de Contratos del Sector Público para poder hacer una revisión de precios. Un contrato con la administración tiene un precio cerrado y estamos viendo como hacer para revisar estos precios. Será normal que haya licitaciones que se queden desiertas porque se manejan unos precios que ahora mismo pueden suponer perder dinero.

—¿Qué se puede hacer teniendo en cuenta que la administración querrá sacar adelante estas obras?
—Supongo que tendrán que trabajar en buscar un sistema que permita revisar los precios o sacar los proyectos con precios que resulten atractivos para presentarse. Una cosa es tener un margen pequeño y otra cosa que llegues a poner dinero de tu bolsillo para poder trabajar.

—El Govern está poniendo mucho empeño en aumentar el parque de VPO en Ibiza y hay varios proyectos ya aprobados, ¿también se verán afectados?
—Si se sacan a licitación ahora, seguro. Probablemente lo que pasará es que se alargarán los plazos de finalización. Se harán pero estarán acabadas seis meses después o un año. La construcción de VPO es algo fundamental aquí. Ahora se está haciendo algo pero hasta ahora no había casi nada. Estamos a años luz de lo que habría que hacer, no puede ser que la gente no pueda acceder a una vivienda en unas condiciones razonables.

—A expensas del futuro reglamento de simplificación administrativa del Consell, el Govern puso en marcha una serie de medidas para agilizar la tramitación de reformas, ¿qué impacto ha tenido en el sector ahora que ya ha pasado un año y medio desde que se aprobaron?
—Se ha notado, desde luego, lo que pasa que hay temas que están muy enquistados. Hay muchas obras que ahora se pueden hacer con una declaración responsable y esto ha agilizado, pero las licencias de obra mayor siguen tardando más de dos años en darse. Ese es realmente el problema que hay que atajar, lo otro está bien, es una ayuda, pero no estamos entrando en el meollo de la cuestión.

—¿Cómo se justifican los ayuntamientos respecto a este problema?
—Que no tienen personal, que la anterior administración les dejó un volumen tremendo por resolver. Pero en esta isla hay ayuntamientos que cumplen y se puede aprender de ellos. Legalmente un ayuntamiento tiene tres meses para tramitar una licencia. Hay municipios de 50.000 habitantes que tienen dos arquitectos y dos aparejadores y sacan las licencias a tiempo. No es que las saquen en tres meses, es que en un mes ya te están requiriendo documentación para subsanar si es que hay que subsanar alguna cosa. En tres meses como máximo tienes la resolución de tu licencia. No es imposible. Hay municipios de Madrid en que existen quejas por que las licencias se dan entre 8 y 10 meses, pero es que aquí estamos en 26.

—Cuando este tema se comenta a empresas de fuera, ¿cómo se quedan?
—Pues imagínate. Comentamos que tenemos un problema por el retraso de las licencias y entonces nos dicen que ellos también. Claro, cuando decimos que es que aquí se tarda entre 24 y 26 meses flipan. A ellos ya les parece mucho que se multiplique por tres o cuatro el plazo que establece la ley, pero es que aquí casi lo multiplicamos por diez. Es tremendo.

—El Consell ha autorizado varias reformas de hoteles que las empresas querrán que estén acabadas antes de la temporada que viene, ¿cree que se podrá en la situación actual?
—No lo sé. Será muy difícil comprometerse a eso. Nosotros tenemos un cliente que quería tener lista la reforma de una casa para el mes de mayo, porque es una casa de veraneo y le hemos tenido que decir que no lo podemos garantizar. En circunstancias normales diría que sí, pero ahora mismo no sabemos cuando tendremos los materiales. Es una situación compleja, porque en el caso de hoteles puede suponer perder la temporada.

—Ahora vendrá mucho dinero de Europa para mejorar la eficiencia energética de edificios, ¿qué cree que aportará al sector?
—Creo que debería aportar mucho. Es un tema, el de la eficiencia y de la construcción sostenible, en el que creo mucho. Pero la verdad, creo que la gente no está sensibilizada. No son conscientes de que no es un gasto el conseguir una mayor eficiencia energética, sino una inversión. Pero cuesta, cuando se compra una vivienda no se tiene en cuenta si tiene una clasificación energética A, C o E. Lo que ven es que la A es más cara, pero no se dan cuenta que les puede suponer un ahorro en suministros energéticos de 200 o 300 euros al mes. Al final van a tener un ahorro. Es algo que también deberían contemplar los bancos a la hora de conceder una hipoteca, porque al final el que adquiere estas viviendas va a tener un ahorro mensual importante.

—Respecto al problema de falta de personal que llevan arrastrando bastante tiempo, ¿cómo han recibido la puesta en marcha de las obras del centro de formación profesional?
—En el sector de la construcción hay una media de edad muy alta, creo que en Ibiza rondaremos los 45 años, que es una edad altísima. En un problema. Ahora por fin vamos a tener este centro de formación, que nos ha costado diez años de pelea por conseguirlo. Ya están en marcha las obras del centro de la Fundación Laboral de la Construcción en sa Coma. Esperamos que en septiembre del año que viene tengamos en marcha grados de formación en Ibiza. Me parece que aquí se ofrecerá la formación de técnico de construcción y la de rehabilitación e interiores. En Mallorca llevan tres años y están teniendo mucha aceptación con alrededor de 80 alumnos.

—¿Qué perspectivas de inserción laboral les puede dar a los futuros alumnos?
—Se ha firmado un convenio de la Fundación con la Asociación de Constructores de Baleares por el que todas las personas que se formen en estos centros se-rán contratados. Antes de que salgan ya hay un convenio firmado por empresas que están deseando que empiecen. Es algo fundamental para nosotros porque la gente que tiene conocimiento ya va camino de la jubilación, necesitamos esa gente. La construcción antes era un sector en el que la gente se quedaba, ahora parece que es un sector para el que no tiene otra cosa y luego si encuentra una alternativa se va. Es por ello que tenemos que intentar que sea un sector atractivo. Además es curioso que en los cursos de formación que se están dando en Mallorca hay bastantes mujeres en un sector tradicionalmente de hombres.

—Es un trabajo duro.
—Esto ya no es lo que era. Por tema de prevención de riesgos y de los avances en ergonomía ya no se manejan sacos de 50 kilos. Estuve en una jornada que hizo la Fundación Laboral de la Construcción para intentar atraer mujeres al sector y había una alumna de uno de los grados que dio su testimonio y decía, claro, mis compañeros pueden llevar a hombros dos sacos de 15 kilos, yo no puedo con ellos pero cojo una carretilla y en lugar de dos sacos llevo cinco.