El primer acto de homenaje estuvo presidido por Vicent Marí, el alcalde de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, y contó con la presencia de los alcaldes de Sant Joan, Sant Antoni y Santa Eulària, además de familiares de algunas de las víctimas. | Marcelo Sastre

Decenas de historias pasadas volvieron a cobrar vida ayer gracias a los recuerdos de muchas familias. Hermanos, sobrinos, nietos… se han desplazado a Ibiza para participar en el homenaje por el 50 aniversario del accidente aéreo del vuelo 602 de Iberia. En total, 104 historias que conforman este relato trágico e imborrable que hace un lustro invadió de luto la isla de Ibiza.

Con esta nostalgia, decenas de personas subieron ayer por el camino empedrado de dos varas de ancho que llega hasta la capilla erigida en ses Roques Altes, en Sant Josep, el lugar donde tuvo lugar el accidente aéreo ocurrido el 7 de enero 1972 y que costó la vida a 104 personas. Entre abrazos y lágrimas, los presentes empezaron a celebrar un silencioso homenaje por el eterno descanso de las víctimas de esta tragedia.

Tras los tres sonidos emitidos por la campana, que daba pie al inicio del acto, el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, y el alcalde de Sant Josep, Ángel Luís Guerrero, desfilaron hasta el monumento levantado en ses Roques Altes para depositar una corona de laurel en honor a las víctimas.

Justo en ese momento, la montaña se llenó de silencio durante varios minutos, hasta que el sacerdote Josep Lluis Mollà empezó a pronunciar la emotiva homilía dedicada a los fallecidos. Una vez terminó su discurso, bendijo, arropado por los presentes, este acto de homenaje que alcanzó su culminación durante la interpretación de la pieza musical In memoriam, a cargo del grupo Ibiza Sound Ensemble. Tras esta actuación, el silenció envolvió de nuevo el entorno de la capilla de ses Roques Altes y los familiares se acercaron a la placa conmemorativa, colocada en la capilla, donde aparecen grabados los nombres de los pasajeros y tripulantes fallecidos. Emilio Solera, que llevaba en la mano derecha un ramo de flores blancas, hizo el gesto de tocar sutilmente la piedra de mármol. En la inscripción aparecen su hermana, su cuñado y sus dos sobrinas pequeñas. «Mi mujer y yo también teníamos que haber subido en ese avión pero, al final, retrasamos el vuelo y nos quedamos un día más en Valencia», señaló emocionado, con lágrimas en los ojos, este vecino de Santa Eulària.

Las flores no eran escasas y el lugar empezó a abrazar estas ofrendas familiares. «Sin duda, este homenaje significa mucho para nosotros, es un bello recuerdo que nunca olvidaremos», subrayaron las hermanas Leal, quienes perdieron a su madre en el fatídico accidente.

«Nuestra tía vivía aquí con nuestra abuela y mi madre tenía que venir a por ella para regresar a Valencia juntas», destacó Dolores con los ojos vidriosos y la mirada perdida. Ambas viven en Castellón y se han desplazado a la isla para vivir de cerca todos los actos de homenaje que se están celebrando en Sant Josep por el 50 aniversario del accidente aéreo, el suceso más trágico en la historia de las Pitiusas y el mayor desastre de aviación ocurrido en Baleares.

A tan solo tres metros, José Luís Amigo sostenía una foto vieja, en blanco y negro, con mucha fuerza, como si tuviera miedo de que se cayera al suelo. «Es mi padre, viajaba ese día en el avión. Él era arquitecto y tenía entre manos un proyecto hotelero aquí», afirmó José Luís mientras observaba la imagen de su padre fallecido. Su hermano Emilio Amigo, que también vivió de cerca el homenaje de ayer, no había nacido todavía en el momento del accidente. «Mi madre estaba embarazada de mí. No llegué a conocer a mi padre, pero ella siempre nos decía que era un soñador, un bohemio y que tenía pasión por la isla. Solo tenía 29 años, maldita sea», señaló emocionado. Junto a ellos, sus mujeres y sus hijos que, en todo momento, les apoyaron con innumerables muestras de cariño. «Es un momento muy complicado, pero les hacía falta venir y afrontar esta realidad. Necesitaban cerrar un ciclo», afirmó Maite Gilabert, la mujer de Emilio Amigo.

La tristeza de los familiares se extendió entre los presentes, alcanzando y envolviendo a algunos de los representantes políticos que ayer participaron en el acto. Es el caso del alcalde de Sant Josep, Ángel Luís Guerrero y el conseller de Movilidad, Josep Marí Ribas, Agustinet. De diferente manera, pero ambos se sienten fuertemente vinculados al accidente. «Lo recuerdo como si fuera ayer. Yo tenía 12 años y estaba con mi colla de amigos jugando y, de repente, escuchamos un ruido que jamás olvidaré. Este suceso todavía me sigue apretando el corazón», destacó visiblemente emocionado Josep Marí Ribas.

Según el conseller, el recuerdo de la plaza de Sant Josep, que en aquel momento no estaba pavimentada, colmada de ataúdes es una de las experiencias más duras que ha vivido. «La gente no sabía en qué féretro llorar», destacó con tristeza. Una vez se repuso de la congoja, señaló que ese día se truncaron demasiadas historias. «Sant Josep se volcó muchísimo en ayudar. Por eso, este municipio lo vive de una manera especial», puntualizó.
Cabe recordar que participaron más de 200 personas, entre guardias civiles, miembros del Ejército y voluntarios. Todos ellos trabajaron durante horas para recuperar los restos de las víctimas. Por su parte, Guerrero destacó que su padre y su tío estuvieron a punto de embarcar en ese vuelo 602 de Iberia, pero que minutos antes quedaron fuera de la lista de espera y se fueron en un barco, que tardaba 12 horas, a Ibiza. «Mi madre y mi tía los dieron por muertos. Como antes no existía esta comunicación inmediata, estuvieron muchas horas pensando que habían embarcado en el avión», destacó el alcalde de Sant Josep, algo tembloroso por la aire gélido de ayer por la mañana. Muy cerca, sentada al pie de un muro largo, estaba Pilar Asensio. Esta vecina de Ibiza vivió ayer un día muy «duro» y «complicado». El acto de ayer no solo significó para Pilar tener que enfrentarse de nuevo a estas ausencias sino que, al mismo tiempo, empezó a recordar, inevitablemente, todo lo que vivió los días posteriores al accidente. «Recuerdo que había decenas de ataúdes en la Iglesia. Los camiones descargaban cada vez más cajas. No sé cómo las madres no se murieron de pena. Todo fue tan doloroso», recordó esta vecina de Ibiza. Pilar Asensio perdió a su hermano, a su cuñada, a un primo y al hijo de éste. «Me duele el corazón solo de pensar en cómo sucedió. Mi hermano y su mujer venían a la isla desde Valencia porque trabajaban aquí, pero se casaron en la Península. Yo ya estaba casada y vivía aquí con mi marido y mis hijos de cuatro y cinco años por aquel entones», destacó Asensio con la voz muy temblorosa.

Tras llevarles flores a sus familiares fallecidos, poco a poco, los presentes fueron descendiendo el sendero, habilitado en 1972 para poder llegar hasta los restos del avión y los cuerpos, hasta llegar a sus vehículos estacionados.

Tras este homenaje, Sant Josep continuará hoy con los actos previstos con el acto institucional en Can Jeroni a partir de las 19.30 horas y en el que se proyectará el documental de José Luis Mir sobre la tragedia.