Imagen de archivo de un ejemplar de ‘sargantana’ ibicenca.

«Este 2022 es un año decisivo para que los controles contra las serpientes se pongan en marcha si no queremos llegar tarde para salvar la lagartija ibicenca». Son palabras de la coordinadora de SOS Sargantanes, Antonia Cirer. Y es una afirmación que tiene en cuenta el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, quien se ha implicado a fondo en la lucha por la supervivencia de esta especie endémica en la isla.

Son muchas las acciones a llevar a cabo en el año que acaba de comenzar. Pero todas pueden resumirse en tres: incremento del control sobre el acceso de las serpientes a la isla, mayores esfuerzos en las trampas contra estos animales y creación de reservas para las lagartijas ibicencas.

En lo que al control del acceso se refiere, Marí ha explicado que la creación de la llamada «zona de cuarentena» en el puerto es «un trabajo complejo» que depende del Gobierno central y del Govern balear. Ambas administraciones «están trabajando» para decidir si este control se hace vía decreto estatal o autonómico y ver cómo llevarlo a cabo «sin que suponga un contratiempo importante para la entrada de mercancías porque ha de haber un equilibrio».

En la lucha por esta especie están colaborando todas las administraciones, asociaciones e, incluso, el Museo Arqueológico. Sin embargo, y según advierte Antonia Cirer, «hay que ir más rápido» porque todo indica que, de no ser así, la lagartija ibicenca corre un serio peligro de extinción. De ahí que Cirer insista en la necesidad de incrementar la eliminación de las serpientes mediante trampas, además de controlar su acceso a la isla. La creación de las reservas de lagartijas, finalmente, será clave para garantizar que, una vez eliminada la población de serpientes, pueda repoblarse Ibiza con este animal tan vinculado a la mayor de las Pitiusas.

Las reservas son, según explica Cirer, algo que, «con la legislación vigente en la mano», puede hacer cualquier ciudadano que tenga un terreno. Se trata de crear en ese espacio un lugar seguro para las lagartijas. Para ello es necesario implantar un sistema circular de trampas y, además, barreras que impidan el acceso de las serpientes mediante vallas lisas rematadas por redes a través de las cuales no puedan penetrar. Es un sistema empleado en lugares como la isla de Guam, donde la serpiente arbórea marrón llegó en la Segunda Guerra Mundial a bordo de los portaaviones de las tropas australianas. Desde entonces, este animal ha logrado acabar con buena parte de las especies de aves autóctonas.

6,5 millones de dólares contra las serpientes en Guam

El ofidio que más preocupa en Ibiza es la culebra de herradura, según recoge el informe Estrategia de gestión, control y posible erradicación de ofidios invasores en islas (2018), del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En este documento, además, se afirma que no solo corren riesgo las lagartijas, sino también otras especies propias de las islas como el lirón careto, el mirlo o la curruca balear.

Este trabajo indica, por otro lado, que el coste del control de la población de serpientes en Ibiza supone unos 100.000 euros anuales. Nada que ver con los más de 6 millones de dólares que se destinan en las islas Marianas (Guam) a erradicar la población de la serpiente arbórea marrón. La mayor parte de este presupuesto, cinco millones, se dedica a «bioseguridad, evitando la entrada en islas cercanas mediante el control en puertos y aeropuertos». 1,3 millones se utilizan para investigación y 200.000 dólares van al sistema de alerta temprana.