Antoni Marí 'Carraca'. | Marcelo Sastre

Si hay en Ibiza un político que concite todas las simpatías, ese es Antoni Marí Carraca (Sant Joan, 1956), alcalde de Sant Joan por el PP desde hace dos décadas y que también ha pasado por otras instituciones como el Senado y el Consell d’Eivissa. Marí, como es habitual en él, explica de forma clara los problemas y echa mano de la lógica para aportar las soluciones. De su mano, todo parece mucho más sencillo. Y eso que ahora lamenta el exceso de burocracia, que, en su opinión, está alejando a la Administración municipal de su función más básica, la de ayudar al ciudadano.

La pandemia parece que entra en la recta final. ¿Cómo ha afectado esta etapa a Sant Joan?
—La verdad es que lo hemos sufrido y lo estamos sufriendo como el resto de Ibiza. Preocupación, resignación… Ahora mismo tenemos contagios en los centros escolares y en los centros de salud de Sant Miquel y Sant Joan. Por otro lado, esto ha significado un gran esfuerzo para todos los sanitarios del municipio y los centros sanitarios están saturados. Más o menos como en el resto de Ibiza.

Pero, desde la perspectiva del alcalde del municipio más pequeño y con menos recursos de Ibiza, ¿cómo se vive esto?
—La pandemia nos ha trastocado todo a todos. Todas las administraciones se han visto afectadas. En Sant Joan lo hemos pasado muy mal porque, al inicio de la pandemia, no sabíamos qué hacer, no teníamos mascarillas ni gel, no había por ningún lado. Todo era una incógnita. En el Ayuntamiento, tanto los concejales como los funcionarios, nos volcamos en atender a la gente e intentar paliar los problemas de los ciudadanos como podíamos. Duplicamos el personal de Servicios Sociales, creamos ayudas para autónomos y pymes… Y así fue todo 2020 y 2021. Ahora todos pensábamos que con la vacuna saldríamos pero hemos visto que no estamos del todo liberados. Esto no ha acabado aún. En particular, creo que en esta legislatura todos hemos tenido que dejar los proyectos aparcados para atender directamente a las necesidades de los ciudadanos. Pero esto genera un gran volumen de trabajo y más en un ayuntamiento tan pequeño como el nuestro, que no va muy sobrado de recursos ni de personal. Luego hay que tener en cuenta cómo ha afectado esto del teletrabajo. Ahora resulta que tenemos a un montón de gente teletrabajando, gente de baja por COVID. Todo se ha tambaleado.

De todo lo que ha se ha tenido que poner en práctica por la pandemia, ¿hay algo que usted crea que debe permanecer?
—Sí, está claro que algunas cosas se van a tener que quedar. Creo que la sensibilidad social ha aumentado y los recursos sociales son cada vez más. Tal vez no los mantendremos en los niveles que tenemos hoy pero habrá que mantenerlos. También esta pandemia nos ha dado a todos una cura de humildad y de responsabilidad. Los políticos decimos que somos muy valientes, discutimos, nos peleamos por cosas insignificantes pero resulta que un bichito que no se ve a simple vista nos puede joder la vida. Esto lo tenemos que tener muy claro.

A pesar de todo, se ha seguido trabajando y uno de los proyectos destacados de la legislatura es la depuradora de Portinatx. ¿En qué fase está ahora mismo?
—Es el tema estrella de la la legislatura. Llevamos muchos años peleando para sacar adelante esta dichosa depuradora. Un equipo técnico está redactando el pliego de bases para contratar al equipo redactor del proyecto ejecutivo y a la dirección facultativa que tiene que dirigir las obras. Yo espero que en este 2022 podamos adjudicar todo y empezar la obra. Es una depuradora que da cobertura a la zona turística que, desde el punto de vista cuantitativo, es la más importante del municipio. Habrá que empezar los trabajos en octubre. Yo creo que estará ejecutada a principios del próximo verano. Por otro lado, ha sido una tramitación tortuosa. No tiene ninguna lógica que un ayuntamiento de 6.500 habitantes tenga que ejecutar este proyecto. En Baleares, las principales depuradoras las ejecuta el Govern y no es lógico que un ayuntamiento con los recursos que tiene el nuestro tenga que hacer una depuradora con una inversión de más de 4 millones de euros. Todos hemos aprendido en la tramitación y gracias al esfuerzo y al trabajo de técnicos y personal externo que nos ha echado una mano.

¿Qué administraciones la financian?
—El 50% viene del impuesto de turismo sostenible y el dinero restante, en principio, ha de estar financiado por el Ayuntamiento pero con un Plan 10 del Govern, es decir, esa inversión la recuperamos en 10 años.

¿Y el Consell?
—Eso fue un invento que se hizo en la pasada legislatura y quiero pensar que con muy buena intención. Pero ese dinero, si lo pone el Consell, se lo regalaremos al Govern balear. Las depuradoras se financian con el canon de saneamiento. Es verdad que en aquel momento el Ayuntamiento no tenía los recursos que tiene ahora. Yo no quiero desmerecer ni al Consell ni al equipo de Gobierno del PSOE que había entonces. Pero era hacer un regalo al Govern. Y yo no soy partidario de regalarle nada. Nuestra economía municipal ahora nos permite adelantar este dinero con vistas a recuperarlo en 10 años.

¿Qué va a pasar con la nueva contrata de basuras?
—Esta semana ya se ha reunido la primera mesa de adjudicación. Tenemos propuesta. La adjudicación será una realidad en breve. Luego tiene que venir todo el proceso de puesta en funcionamiento. Piense que esta nueva contrata va a suponer cambiar totalmente el sistema que teníamos hasta ahora. Yo tenía la intención de hacer esto hace nueve años pero no nos atrevimos por el coste económico, que es importante, 1,8 millones de euros. Pero en cuanto esto se ponga en marcha y se consolide, se verá que es mucho más perfecto y lo notarán los ciudadanos.

Debe ser difícil gestionar la recogida de residuos en un municipio tan amplio.
—Es mucho más complicado de lo que la gente piensa. Sant Joan es un municipio extremadamente complicado. Tenemos una extensión de 121 kilómetros cuadrados y mucho diseminado. Le pongo un ejemplo: cuando un camión inicia la recogida en la calle Aragón de Vila y baja por la avenida de España, habrá hecho tres o cuatro kilómetros y habrá recogido más y habrá dado servicio a más ciudadanos que en Sant Joan. Pero en Sant Joan empezamos en la carretera de Sant Miquel y tenemos que pasar por Isla Blanca, Na Xamena, Port de Sant Miquel, Benirràs, Xarraca, Portinatx, Sant Llorenç, Sant Joan, Sant Miquel, Cala Sant Vicent, Allà Dins, Punta Grossa y hasta Aigües Blanques. Cualquiera que nos esté leyendo se puede hacer una idea de la complejidad y de la cantidad de kilómetros que tiene que hacer un camión con sus operarios para dar servicio a todo esto. Por otro lado, estos servicios salen del bolsillo del contribuyente y en Sant Joan no puede ser un servicio barato.

¿Qué cree que hay que hay que hacer con las ruinas de Cala d’en Serra?
—La única solución es tirarlas, retirarlas y dejar aquello como un espacio natural. Cuando yo entré en política hace ya 22 años uno de mis objetivos era dar una salida a Cala d’en Serra pero la normativa es la que es y, por otro lado, cada año que pasa en una estructura que no está acabada la deteriora muchísimo. Por lo tanto, con la ayuda del Consell hemos de decidir ya el ordenar su retirada lo antes posible.

—Estos días se celebra Fitur en Madrid. ¿Le parece normal que acudan los políticos acompañados de comitivas de personal sin funciones conocidas?
—Sant Joan comenzó a participar en 2000 en esta feria y yo saco la conclusión de que hay muchas instituciones que se pasan en cuanto a representantes políticos y personal. Esto es verdad pero el Ayuntamiento debe ir. Si no el alcalde, sí el responsable de Turismo y algún técnico. Este año voy yo [la entrevista se realizó el día antes del viaje] y también han ido la responsable de Turismo y una técnica. Y hoy [por el miércoles] tenían dos reuniones concertadas. Son cosas de las que puedes hacer un uso razonable o un uso despampanante. Yo me inclino por una presencia racional.

—¿No ha demostrado la pandemia que este tipo de promoción no es realmente necesario? Y más para una isla como Ibiza, que es ya un destino conocido mundialmente.
—Nosotros vamos a ofrecer algo característico del municipio de Sant Joan. La isla de Ibiza es un destino que, efectivamente, todos conocemos y es también una marca que vende mucho. Todo eso es verdad. Pero también sabemos de las diferentes peculiaridades de los municipios de Ibiza. No es que unas zonas sean mejores que otras pero las ofertas son diferentes. ¿Se debe hacer esta promoción? No lo sé pero nuestra técnica ya se ha reunido con dos turoperadores que le han pedido información. Hay que estar allí aunque es verdad que no vamos a ir el alcalde, la secretaria, dos fotógrafos…

—¿Cómo cree que se debería luchar contra las fiestas ilegales?
—Es un grave problema. Me consta que desde el Consell se está trabajando y les doy todo mi apoyo. Tenemos el Parlament y los diputados, con el apoyo de los consells. Todos deben estrujarse el cerebro para intentar crear una legislación que dé a los agentes la posibilidad de combatir estas fiestas. Es una vergüenza porque dan muy mala imagen de Ibiza y van en detrimento de la calidad de vida de la gente del campo. Hay que darle una salida al campo ibicenco pero eso es para vivir tranquilo, no para hacer macrofiestas. Aparte estas fiestas traen consecuencias y disgustos. Yo nunca he ido a fiestas de ese calibre pero no quiero pensar lo que pasa allí. Y lo que sí he vivido, por ejemplo en Sant Miquel, es que la gente cuando sale de estas fiestas va muy perjudicada.   

—El alcalde de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, considera que el problema está en la denominación de «vivienda turística» y que lo que habría que hacer es cambiarla.
—Creo que ni él ni yo somos especialistas en esto ni legislamos. Es verdad que se llama vivienda pero también turística. Pero es que estas fiestas, además, se celebran también en viviendas no turísticas y, sobre todo en el caso del norte de Ibiza, en espacios protegidos. Yo no voy a inventar nada porque soy muy consciente de mis limitaciones pero tengo claro que algo hay que hacer. El Consell ha dado este paso con el informe y bienvenido sea. Es una primera herramienta de trabajo que se pone sobre la mesa. Los políticos queremos opinar sobre temas que no conocemos en profundidad y tenemos también el problema de que si la solución la aporta el adversario, la criticamos. Mire, en política nadie tiene la verdad absoluta así que lo importante ahora es buscar fórmulas y consensos para acabar con este problema.