Detalles de la capa de residuos fecales que hay en el torrente y que apesta a los vecinos. | Daniel Espinosa

En estas semanas poco ha mejorado la situación para los vecinos de la zona donde se ubica el torrente de sa Llavanera. Si a finales de enero la lluvia provocaba nuevas inundaciones en las zonas cercanas al torrente, casi 15 días después es la suciedad y los restos fecales lo que provoca malestar entre los residentes de los edificios cercanos. «Es repugnante y huele fatal», lamentó ayer Toni Riera, uno de los vecinos afectados. Según relató, una capa de barro se extiende justo a la entrada de su edificio y «nadie hace nada y nadie se preocupa».

«Siempre que hay un vertido quedan después estos restos. Es triste porque parece que, al final, nos acostumbramos y convivimos con el mal olor», criticó Riera. De nuevo, lamentó la dejadez y falta de respuestas por parte de las instituciones implicadas. Preguntada sobre esta situación la Conselleria de Medio Ambiente y Territorio, desde el Govern manifiestan que los técnicos habían podido comprobar que no se habían registrado vertidos recientes y que diferente es que los vecinos se quejen del estado general del torrente. En ese caso, el Ayuntamiento de Ibiza es el responsable. Desde Vila se preguntaron si los afectados habían comunicado esta incidencia a través de la Línea Verde.

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Tras los últimos vertidos, a finales de enero, desde el Govern recordaron que el problema de vertidos se debe a la falta de separación de las aguas pluviales y fecales, que producen una entrada mayor que la que es capaz de soportar la depuradora cuando llueve. También manifestaron que con el Ayuntamiento de Ibiza han tratado de encontrar soluciones a los problemas de la red de saneamiento y la conclusión es siempre la misma: hay que intensificar la limpieza cuando se producen vertidos de aguas mixtas para evitar al máximo las molestias a los vecinos. En base al relato de Riera, tampoco en esta última ocasión se habría limpiado la zona, dejando allí los restos de fecales y lodos.

El pasado mes de noviembre fue especialmente problemático para los residentes en edificios cercanos al torrente, como el Brisol. Las abundantes lluvias registradas provocaron numerosos y desagradables episodios de vertidos. Riera ya señaló entonces que el problema de la depuradora de Ibiza es «crónico» y «nunca le ha interesado a nadie».