Carmen Ferrer, alcaldesa de Santa Eulària des Riu. | Arguiñe Escandón

La pandemia de COVID-19 ha condicionado fuertemente el trabajo de los ayuntamientos. El de Santa Eulària des Riu no ha sido, obviamente, ajeno a esta situación. Su alcaldesa, Carmen Ferrer (Santa Eulària, 1967), tiene claro que, al menos durante algunos años, el Consistorio tendrá que seguir trabajando sin perder de vista las consecuencias sociales y económicas del virus. Pero, a la vez, el gobierno municipal intenta instalarse ya en un retorno a la normalidad que para este municipio se traduce en cuestiones como esperar de forma «moderadamente optimista» la temporada turística de 2022.

—¿Cómo se plantea la temporada turística de este año en Santa Eulària?
—Si todo va bien, se plantea como moderadamente optimista. Si podemos tener una temporada completa, ya será un éxito. Venimos de un 2020 terrible y un 2021 en el que nos quedamos a medias. El objetivo este año es tener una temporada completa. Si todos los establecimientos pueden abrir con normalidad, ya será un éxito. El deseo de venir al destino está ahí. Lo vimos el año pasado en la World Travel Market y lo hemos visto ahora en Fitur. La voluntad está y el destino sigue siendo querido. Si nosotros podemos abrir toda la temporada, ya será bueno.

—En 2021, el cierre del ocio nocturno parece que no afectó tanto como inicialmente podía pensarse. Esto ha hecho que otros factores se conviertan en atractivos como la gastronomía. Como experta en turismo, ¿cuál es su opinión?
—Ibiza tiene el eslogan de All islands in one, todas las islas en una. Y es que lo que hace atractiva a la isla es todo: gastronomía, playas, hospitalidad, ocio nocturno... Por separado, la isla se queda coja. El atractivo es que, en un espacio reducido, tenemos de todo. Otra cosa es que haya personas que abusen y que haya cierta alegalidad que hay que controlar porque no todo vale. Tiene que haber un marco legal y nosotros tenemos que esforzarnos en que se cumpla o poner los instrumentos para ello. Pero, insisto, la isla, sin todos sus componentes, se quedaría coja. Lo que hace que Ibiza sea diferente es su manera de vivir. Nuestros mercados hippies son un buen ejemplo. Da igual cómo vayas porque lo importante es que vas a disfrutar.

—¿Y en el caso de Santa Eulària?
—Nosotros hemos dedicado nuestra marca a Diversidad Natural. Independientemente del objetivo que tengas, ir de restaurantes o estar en la playa en plan zen y vuelta y vuelta, puedes hacerlo. Es el atractivo de no tener clichés. La isla tiene un imán que hace que haya equilibrio siempre que quienes la queremos la respetemos. Cuando se hacen ciertas cosas, entendemos que hay que controlar y dejar claro que no todo vale y que hay que respetar los límites. Y también hay que destacar, tanto aquí como en el resto de la isla, el factor inversión que han hecho todos los establecimientos en temas de sostenibilidad. Esto hace también que Ibiza sea diferente. En el Mediterráneo hay muchos destinos y cada vez se viaja más. Pero un destino tiene que ser diferencial. Y en nuestro caso eso significa hacer de todo y hacerlo bien.

—¿Ha ayudado la pandemia a entrar de lleno en el tan ansiado turismo de calidad?
—Esto lo hace sobre todo la evolución de la demanda. El consumidor valora cosas como el conservar la cultura, la gastronomía, la calidad de vida... Quizás haya otros destinos que compiten en masificación, pero nosotros hemos entrado en aquellos que valoran que conservemos nuestras tradiciones, nuestro patrimonio y nuestro entorno. Eso lo valora el visitante y nosotros lo hacemos valorar. Por otro lado, si Ibiza resurge ante muchas crisis es por la capacidad de sus empresarios y sus trabajadores de adaptarse a las nuevas demandas. Esa versatilidad es notable y es un valor diferencial. La oferta triunfa si se adapta a la demanda. Y aquí eso se ha hecho muy bien.

—Habla usted de hacer respetar el marco legal. ¿Qué opina sobre el rechazo de Vila y Sant Josep a la propuesta de modificación legislativa presentada por el Consell contra las fiestas ilegales?
—Todos hemos sufrido la impotencia cuando tenemos una fiesta ilegal en nuestro municipio. Una cosa es una fiesta con amigos y otra muy diferente una fiesta para ganar dinero. Es competencia desleal y los participantes corren riesgos. Está claro que hay que cambiar la normativa y actuar. Primero, los ayuntamientos. El Consell puso esta propuesta sobre la mesa y nos preguntó a todos qué hacer. Y todos hemos hecho nuestras aportaciones. Si logramos arreglar este problema, estaremos respetando la legalidad. Hemos de garantizar que haya una competencia leal entre las empresas.

—La pandemia parece que ya toca a su fin. ¿Cómo han sido estos dos años en Santa Eulària?
—Para todos ha sido complicado. Para nosotros, cuando esto sucede, acabábamos de aprobar los presupuestos. Fue necesario reconvertir todo y adaptarse a la nueva situación. La atención a la gente fue lo primero y hubo que olvidar todos los planes. La prioridad era absorber una situación nueva. Piense que hasta septiembre de 2020 tampoco había ni siquiera trámites administrativos. Al principio, lo que nos motivó fue intentar llegar a la gente. Surge entonces Santa Eulària Ayuda y mucha solidaridad popular. Fue un periodo que, dentro de lo tremendo, sirvió para activar un proceso de solidaridad.

—¿Ha sido una etapa de aprendizaje?
—¡Totalmente! Y de darnos cuenta de los frágiles que somos. Muchos temas nos parecían sencillos, pero con el confinamiento todo se complicó. Había que dar ayuda a quienes estaban solos y la necesitaban. Se activó toda la comunicación por mail, web y teléfono. Había que informarse de todo lo que acontecía, de todas las ayudas que iban surgiendo, los trámites... Todo esto había que trasladarlo a los cuidados. Y, además, activar los servicios sociales, ayudas diferentes y hacerlo todo lo más rápido posible. 2021 fue un año en el que pudimos abordar las cosas un poco mejor. Y ahora, en 2022, hemos hecho un presupuesto más equilibrado, en el que hemos tenido en cuenta que habrá temporada y más trabajo, pero reservando resortes por si hay que salir otra vez a ayudar.

—Acaban de lograr financiación de la UE para el proyecto del centro comercial. ¿En qué consiste?
—Es un centro comercial abierto en un espacio donde hay comercios, pero también cultura, restaurantes, bares y una zona agradable para pasear. Se trata de un circuito que empieza detrás del Ayuntamiento y que coge lo que es el máximo de nuestra oferta. Con el plan, se hacen mejoras en la accesibilidad, se acaba la peatonalización, se incrementa la inversión en nuestra plataforma online de comercio y se hacen propuestas de economía circular. Por ejemplo, se recogerán los perecederos cada día en los establecimientos con una camioneta refrigerada y se entregarán a aquellas organizaciones que necesiten para evitar que se tire a la basura.

—¿Presta especial atención a la plataforma online?
—La plataforma online sirve para hacer ofertas e informar, pero también para mejorar la comercialización. Es un networking con el pequeño comercio, que vive un poco solo ante la realidad de las grandes cadenas comerciales, que tienen mucha influencia sobre el consumidor. Se trabaja la parte digital, la parte de información al público, el incentivar a la gente a visitar el pueblo. Todo el proyecto del centro abierto es una propuesta de ocio comercial. Tienes la visita al comercio local, pero también al restaurante o la cultura y en un espacio abierto. Partimos de la base de que la gente compra por internet, pero también quiere pasear y hacer otras cosas. Nosotros esto ya lo teníamos planeado hacer, pero con los fondos Netx Generation nos hemos visto obligados a hacerlo mucho más rápido.

—¿Es difícil acceder a los Next Generation?
—Son muy exigentes. Ojo, cuando te dan el dinero, no incluyen el IVA. En nuestro caso, una parte lo ponen los fondos, pero el Ayuntamiento ha de pagar otra parte y el IVA. O sea, no sólo tienes que cumplir el tiempo, sino que tienes que estar preparado en recursos financieros. Y son muy exquisitos con estas exigencias.

—¿Cómo está la reforma del paseo de es Canar?
—Esto está ya adjudicado, pero ha habido un poco de retraso por varios motivos. Ahora vemos que en marzo vamos a tener turistas del Imserso y hay establecimientos del paseo que tienen previsto abrir en abril, así que decidimos entre todos esperar a que termine la temporada para empezar las obras. Este proyecto lleva incorporado un tanque de tormentas para recoger todas las aguas. Son dos obras que confluían en muy corto espacio de tiempo. Las conducciones y el saneamiento y abastecimiento son las obras que llevan más tiempo. Lo otro es una cuestión más estética. Entre pros y contras, decidimos empezar a finales de octubre o principios de noviembre para que esté listo para la campaña de 2023.

—¿Qué le gustaría hacer con Ses Feixes?
—Aquí hay dos temas. Por un lado, el impacto en el medio ambiente. Ahí me gustaría recuperar los humedales para el equilibrio de esa zona. Eso pasa por limpiar los canales. Y luego hay que resolver todo el tema de las ruinas y los okupas. También está la cuestión enológica y ver de qué manera se pueden recuperar ciertas estructuras. Tenemos un plan especial y un orden de trabajo. Ahora que parece que ya todos estamos en vías de prestarle la atención que todo el mundo reclama, lo que requiere esta zona es ponernos a trabajar.

—Se habla de recuperar este espacio desde los años 90 y no se ha hecho realmente nada.
—Creo que ahora más que decir lo que queremos es hacerlo. Ya está dicho y marcado y es hora de pasar a la acción. Es hora de actuar y que los hechos nos delaten la voluntad de querer hacer.

—Santa Eulària cuenta con una Concejalía de Igualdad desde esta legislatura. ¿Por qué era necesaria?
—Todo está cambiando y creo que una sociedad que avanza y es moderna no puede permitirse que la igualdad no se dé en todos los aspectos. No podemos decir que no vamos a dejar a nadie atrás sin tener esto en cuenta. No podemos hablar sólo de temas de género, que también. Hemos de hablar de accesibilidad, de deportes, de oportunidades de trabajo... Es muy fácil decirlo, pero luego es complicado realizarlo. Creo que es importante tener una concejalía para trabajar en estos distintos niveles. Lo estamos viendo en muchos proyectos que hacemos desde el Ayuntamiento y en los que damos importancia a la mujer, a quienes necesitan una valoración de sus aptitudes para un trabajo... Tener un departamento nos ha llevado a hacer un Plan de Igualdad que nos dice qué caminos seguir. Nos obliga a estructurarnos para hacer acciones que, a lo mejor, ya estabas haciendo pero no bien hechas. Por ejemplo, hemos cambiado la web para que sea accesible en todos los dispositivos pensando en la gente que tiene dificultad visual.

—Va mucho más allá de lo que entendemos habitualmente por igualdad.
—Es que es un tema muy transversal. Y, obviamente, la lucha contra la violencia machista es muy importante en este área. Nosotros ya lo hemos trabajado mucho y con el Ministerio de Igualdad teníamos ya un tema sobre esto. Estamos en una mesa intermunicipal con la Oficina de la Dona. Ahora, vamos a tener nuestra propia mesa, que se centrará en prevención y actuación. Vamos a trabajar y a ver qué resultados obtenemos. Aquí ha sido importante la actuación del IB Dona, que nos ha subvencionado para tener a una persona, Fran Naranjo, que nos va a ayudar para desarrollar el plan y todas las acciones. Nosotros no podemos olvidar que tenemos nuestro Plan de Igualdad, que refleja un actitud frente a todos. Se basa en pensar que todos tenemos que tener acceso a las oportunidades que da la institución pública.