Puchi Lhaba desea a los lectores de Periódico de Ibiza y Formentera mucha felicidad para este nuevo año tibetano. | Manu Gon

El calendario solar que se emplea en buena parte del mundo nos indica que ayer era el día 3 de marzo de 2022. Sin embargo, para todos aquellos que residen en el pequeño país del Tíbet, fuera de él o que simplemente son simpatizantes, acabamos de entrar en el 2149, año del hombre, del agua y del tigre.
Por ello, cerca de medio centenar de personas llegadas de todas partes de Ibiza acudieron hasta el pequeño y luminoso centro budista Bokar Thubten Ling de Sant Llorenç para celebrarlo con una ceremonia que se conoce como Losar (Lo = año / Sar = Nuevo). Los hubo de todas las edades, desde niños a adultos, y de varias nacionalidades, pero todos unidos por la filosofía budista y el amor hacia este pequeño país situado al noroeste del Himalaya y que desde hace casi más de 70 años se encuentra invadido por China.

La ceremonia fue conducida por dos de las colaboradoras más activas de esta pequeña comunidad en Ibiza, Maite Castellano, conocida como Lama Maitri, y Puchi Lhaba. La primera, acumula una gran experiencia en el campo del budismo tras estudiar un curso intensivo de tibetano y filosofía budista en la ciudad india de Dharamsala, un retiro tradicional de tres años siendo traductora para los maestros en el templo budista Dag Shang Kagyu del norte de Huesca y como traductora por toda España de otros maestros de distintos linajes. Por su parte, Lhaba, conocida popularmente en la isla como Puchi Tíbet, es la única mujer tibetana que actualmente reside en Baleares después de haber llegado a la isla de Ibiza hace ya casi dos décadas.

Imágenes de la celebración. Vídeo: Manu Gon.

Al principio de la mañana, siempre con una gran sonrisa todos los presentes echaron una mano y ayudaron durante la primera fase que consistió en la retirada de las Lung Ta o tradicionales banderas tibetanas de oración y plegaria para colocar unas nuevas «como símbolo de esperanza». Un proceso que se prolongó durante algo más de una hora y que dejó la zona exterior del templo y los alrededores de las pequeñas estupas llenas de colores azules, blancos, rojos, verdes y amarillos que para la filosofía budista significan el cielo, el agua, el fuego, el aire y la tierra.

Buenos deseos
Posteriormente el ritual continuó en el interior de las instalaciones. Allí se realizaron rezos y plegarias de gratitud para un mundo mejor que fueron conducidos entre una gran solemnidad por Lama Maitri y Puchi Lhaba.

Fueron apenas diez minutos que inmediatamente después dieron paso a uno de los momentos más emotivos de la jornada. Todos los presentes salieron entonando un mantra para acercase a un pequeño altar donde se había preparado una hoguera donde se realizó lo que se conoce como puja del fuego. Según explicó Lama Maitri a Periódico de Ibiza y Formentera se trata de una ofrenda del humo blanco en que mientras se recitaba un sencillo canto cada asistente depositó con calma sobre la llamas plantas aromáticas y medicinales previamente repartidas «como señal de limpieza y purificación de todo lo malo que se deja atrás y de buenos deseos hacia el futuro que vendrá».

Tras la consiguiente bendición por parte de la Lama Maitri toda la comitiva procedió a dar tres vueltas sobre las estupas del templo siempre en orden y siguiendo el sentido que marcan las agujas del reloj para posteriormente vivir uno de los momentos más esperado por todos los participantes. Cada uno con un puñado de arroz en la mano que había repartido Puchi Lhaba procedió a lanzarlo al aire en señal de bendición y alegría mientras se repetía otro mantra que habla de deseos de felicidad para todo el planeta y de victoria de la divinidad por encima de cualquier cosa.

Se trata de un rito idéntico al que se hace en el Tíbet y en el que en lugar de arroz se emplea Tsampa (Wylie rtsam pa), una harina de cebada que se ha convertido en un alimento básico de este pequeño país al ser particularmente prominente en la parte central. La intención es lanzarlo al aire y que caiga sobre los presentes como símbolo de buena fortuna.

El dato

Se remonta al período prebudista del Tibet

Dice la tradición que la celebración del Losar se remonta al período pre-budista del Tíbet cuando los tibetanos practicaban la religión bon y realizaban una ceremonia espiritual con grandes cantidades de incienso para apaciguar a los espíritus locales, deidades y protectores. Se convirtió en una fiesta budista anual durante el reinado de Pude Gungyal, el noveno rey del Tíbet, y se dice que se originó cuando una anciana llamada Belma introdujo la cuenta de los días basándose en las fases de la luna. De hecho, el calendario tibetano es lunisolar, casi idéntico al chino, y consta de 12 o 13 meses lunares, y el Losar comienza el primer día del primer mes. Actualmente es celebrado con mucho fervor entre tibetanos por todo el mundo y simpatizantes de la causa.