Vista de las numerosas obras que se están ejecutando actualmente en la zona de Cas Mut y que han reducido la montaña a una mínima expresión. | Marcelo Sastre

Los 170 escalones de la controvertida escalera que partió la montaña de Cas Mut en 2018 fueron el principio del fin de una zona forestal en la que hoy se dan la mano mansiones y grúas ante la decepción de quienes pensaron que gobiernos como el del socialista Rafa Ruiz pondrían fin al urbanismo más polémico.

Cada vez queda menos de una montaña en la que los precios de las viviendas ya construidas pueden llegar a alcanzar los 15 millones de euros. La zona ha recibido un espaldarazo gracias a la modificación puntual del plan parcial aprobada el pasado mes de febrero con los votos a favor del PSOE y Unidas Podemos, la abstención del PP y el rechazo de Ciudadanos.

La controvertida escalera que partió la montaña. Foto: Marcelo Sastre.

Esta modificación contempla, entre otras cuestiones, parcelas mínimas de 1.500 metros cuadrados, cuando antes eran de 300, y una reducción de la edificabilidad media a 235 metros cuadrados. Las alturas pasan de 11 a 6 metros y se ponen obstáculos a que los nuevos edificios puedan convertirse en segundas residencias.

La urbanización de Cas Mut fue aprobada en 1987, con el también socialista Enrique Mayans al frente del Ayuntamiento de Vila. A lo largo de los años y a pesar de que se han sucedido tanto el PSOE como el PP en el Consistorio, la decisión de urbanizar estas parcelas no ha cambiado. Ni siquiera en el último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), suspendido por la Comisión Balear de Medio Ambiente, y promovido por el Pacte se contempló la posibilidad de proteger este lugar.

El actual gobierno, liderado por Rafa Ruiz, acordó suspender la concesión de licencias en 2019 para preparar una modificación que permitiera reducir el impacto urbanístico. El problema es que, con anterioridad, ya se había otorgado un buen número de permisos, cuyas consecuencias son más que evidentes en la montaña.

Cas Mut se ha convertido en un enjambre de grúas y obras. Foto: Marcelo Sastre.
Noticias relacionadas

La responsable de Urbanismo en aquellos momentos, la socialista Elena López, defendió en febrero esta modificación asegurando que se ha buscado que los nuevos proyectos tengan «el mínimo impacto visual», además de «un mínimo gasto de agua» y que «la vegetación sea la adecuada a la isla». López aseguró que la modificación es producto de «poner en una balanza la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento y la protección del territorio» y echó balones fuera al recordar que la urbanización de Cas Mut está prevista desde «los años 80 y 90». Y mientras la montaña desaparece entre casoplones y grúas, la concejal del PSOE destacó que el gobierno de Ruiz «apuesta por el territorio».

Indemnizaciones millonarias

Lo cierto es que la modificación no satisface a nadie. Los propietarios de parcelas que aún no habían solicitado licencia consideran que con esta decisión «arbitraria» verán afectados sus intereses frente a los que sí pudieron obtener los permisos en el pasado. En cuanto la modificación fue aprobada inicialmente el pasado noviembre, recurrieron a los tribunales y confían en que estos les den la razón porque, aseguran las fuentes consultadas por Periódico de Ibiza y Formentera, «la Justicia verá que ha sido una decisión tomada por el Ayuntamiento de forma arbitraria y sin querer negociar».

Tienen claro que, si esto sucede, el Consistorio de Ruiz «tendrá que pagar las indemnizaciones». Y añaden: «La gente tiene que entender que, cuando un ayuntamiento ha de pagar una indemnización, ese dinero sale de los ciudadanos. Indemnizar por una mala gestión política significa, por ejemplo, no tener dinero para arreglar las pérdidas de agua que tiene el sistema en Ibiza. El Ayuntamiento podría haber negociado porque pusimos sobre la mesa una serie de mejoras para reducir el impacto urbanístico pero no aceptaron nada».

De la montaña que antaño controlaba toda la ciudad prácticamente ya nada queda. Foto: Marcelo Sastre.

Más pesimista, pero desde otra perspectiva, se muestra el presidente del GEN, Joan Carles Palerm, quien considera «fue un gran error concebir hace 20 años ese urbanizable». Palerm lamenta «mucho» que en estas dos décadas «no se revisase a la baja el planeamiento». Algo que, recuerda, hubiera podido evitar «la construcción en las zonas sensibles», como es el caso de esas zonas .

Palerm considera que Vila debería «hacer una nueva propuesta de PGOU más restrictiva» de la que ahora está suspendida y que ha llevado a que el urbanismo municipal se rija en estos momentos por un planeamiento de 1987. «Lo realista sería reconocer que no hay agua para crecer en la isla», concluye, «todos los ayuntamientos tendrían que asumir la necesidad de rebajar el planeamiento y eliminar todo el urbano posible porque lo contrario es volver a tener que dar agua salada a la población, como ya pasó hace solo unos años».

El apunte

Marí Bosó: "Cas Mut es una muestra de la gran incapacidad de Ruiz y de su equipo"

El portavoz del PP en el Ayuntamiento de Ibiza, José Vicente Marí Bosó, tiene claro que la desaparición de la montaña de Cas Mut es «una muestra de la gran incapacidad de Ruiz y su equipo». Afirma, además, que la urbanización de esta zona es un ejemplo de «la gran diferencia que hay entre la palabrería de Ruiz y los hechos de Ruiz». Y es que no se puede olvidar que el PSOE ha hecho en Ibiza bandera de la protección del territorio desde hace años: «Hay una gran paradoja entre hablar de sostenibilidad y tener la ciudad llena de grúas. No les ha importado seguir funcionando con el PGOU de 1987, que es el más desarrollista».

Para el concejal del PP, es llamativo que, a poco más de un año de que concluya la legislatura, el Ayuntamiento «no haya aprobado el PGOU» y se haya limitado a «parchear» en lugar de «buscar una solución de conjunto».