Los figurines de hombres, con sus faldas coloreadas, flanqueaban sobre caballetes la entrada a la Escola d’Arts. Los estudiantes se arremolinaban por los alrededores, cuchicheado entre ellos, sonriendo. Era la expectación ante algo inusual. Hombre con faldas. Más aún, ‘Profes con falda’.
Una iniciativa del curso de moda de la Escola d’Art que buscaba ayer, Día de la Mujer, reivindicar que las prendas de ropa no tienen género y que romper con estas ideas contribuye a la igualdad.
La tarea de convertirse en referentes era compleja para los profesores, pero su actitud contribuyó a romper estereotipos. Lucían los diseños de Covadonga Arroyo, Irene Montoro, Delfina Cribelli, Sara Harto y Mario Tur con la misma naturalidad que unos pantalones.


¿Cuándo dejo la falda de ser una prenda masculina? Según la historia del vestido, en época medieval. Por tanto, la falda ha sido durante más siglos una prenda unisex que exclusivamente femenina.
Los cinco alumnos de segundo de moda han diseñado este trimestre tres faldas para tres profesores. Las prendas eran específicas para cada uno. Les tomaron medidas y las diseñaron inspirándose en una batería de preguntas: ¿Qué asignatura impartes? ¿Cuál es tu estilo? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Qué bañador usas? ¿Qué música escuchas? ¿Qué añadirías a la moda masculina de la femenina? ¿Qué animal serías? ¿Quién es tu referente femenino? ¿Con qué clase de falda te ves?


Sentirse cómodos
«Queríamos acercarnos a sus gustos y hacer una falda con la que cada profesor se sintiera cómodo. Lo que queremos es normalizar la prenda para que se pueda usar de diario y no se sientan ni disfrazados ni incómodos», explica Covadonga.


Para elaborar las prendas contaron con la coordinación de la directora del centro, Marian Ferrer y del profesor Santiago Vich. La falda para el hombre no difiere en nada de la de la mujer, más allá de las diferencias físicas. Ellos tienen la cadera más estrecha y hay que reforzar un poco más la parte delantera para que la prenda no muestre bultos que puedan incomodar.


Con las respuestas al cuestionario sobre la mesa los alumnos hacían una lluvia de ideas para ver qué clase de prenda había que diseñar en líneas generales. Después era cada diseñador el que daba forma a esa idea mediante varios bocetos que se presentaban al profesor para, finalmente, quedarse con uno y terminar elaborando el patrón.


Covadonga diseñó las faldas de Tolo, Iago y Pep. Pep es profesor de taller de carpintería, quería una falda recia que le permitiera trabajar en el taller. «Él fue un profesor muy implicado en el proyecto y por eso me permití ponerle un poco de color», cuenta.


La falda de Iago es una de las más llamativas, toda de cuero muestra un look más rompedor. «Es uno de los pocos que entendía de marcas y de moda, por eso me permití un diseño algo más loco».
Tolo también es maestro de costura. Buscaba algo más elegante, más serio. Su falda, con un aire al kilt escocés, lucía como la de un lord. Sus botones, con cabezas de león, fueron elaborados por los alumnos de forja.


José González, profesor de diseño gráfico, estaba encantado con su falda. En colores negro y blanco, la parte delantera simulaba la lengüeta y la cordonera de una zapatilla Converse. «Es un acierto total de la diseñadora que captó en seguida lo que buscaba».


También el maestro de forja, Augusto, se mostraba muy satisfecho con su falda de color piel con una doble falda y tachuelas. «Me encanta y hace gala de mi profesión».


¿La llevaríais de diario? Ambos dicen sentirse un poco disfrazados «quizás por la educación recibida». Pero valoran esta iniciativa como un primer paso. Quién sabe si en el futuro volveremos a ver faldas o vestidos masculinos como antaño.