Decenas de personas asistieron a la maratón solidaria de yoga. | Arguiñe Escandón

Decenas de personas asistieron ayer a una supermaratón de yoga. Ocho horas sin descanso, ocho profesores, ocho estilos de yoga para apoyar al pueblo ucraniano. Así se levantó ayer Platja d’en Bossa desde horas muy tempranas. Decenas de asistentes se acercaron a esta zona para apoyar a las víctimas y, de paso, recibir clases en un entorno privilegiado. Entre los presentes, cinco refugiadas ucranianas llegadas desde Kiev.

Fondos

«Lo importante es colaborar y participar. No es necesario tener experiencia previa de yoga», destacó Karen Killeen, fundadora SOS Yoga Ibiza y vicepresidenta de la asociación Ibiza Conciencia.
Según Killeen, los fondos recaudados, más de 1.000 euros, se destinarán a la plataforma Grupa Granica, una entidad que lleva años trabajando con los refugiados más vulnerables en la frontera polaca. A su lado estaba Graciela Masiano, también de la Asociación de Ibiza Conciencia. Esta mujer hizo hincapié en el manifiesto contra la invasión rusa que se leyó ayer durante las sesiones.

En este sentido, condenó totalmente el sufrimiento y el terror de todo el pueblo ucraniano. A los pocos minutos, las cinco refugiadas ucranianas se acercaron a Platja d’en Bossa para ser partícipes del evento. Anastasia Tigipko destacó que llegaron hace una semana a la isla. «Tuvimos que ir en coche hasta Budapest y, de ahí, coger un avión a Ibiza», señaló esta joven ucraniana. Por su parte, Dasha Yurchenco, que vino con su hermana Yuliya, subrayó que toda su familia se ha quedado en Kiev para unirse voluntariamente a la defensa territorial del país. «De momento todos están bien-. Intentan ayudar todo lo que pueden. No quieren abandonar a su pueblo», explicó Elya Checheneva. Estas mujeres se encuentran viviendo en casa de una mujer ucraniana afincada en Ibiza.

Tras unos minutos observando las clases de yoga, las cinco ucranianas dieron un largo paseo por la orilla del mar. Mientras tanto, la profesora Carlota Ferrer tomó el relevo en la sesión y empezó a ofrecer su clase de Ashtanga, una forma de yoga dinámico basada en la flexibilidad. «El pueblo ucraniano nos necesita. Este acto es un grito por la paz y la unión a través de esta disciplina. Tenemos que hacer algo», subrayó.

Cabe recordar que estas clases de yoga fueron a cambio de una aportación voluntaria que, según la alumna Mercedes García, es un pequeño gesto, su granito de arena en la ayuda a las víctimas de la guerra.