Marta García, en las instalaciones de Periódico de Ibiza y Formentera. | Daniel Espinosa

El CEIP San Mateu ofrece hoy a sus maestros una formación basada en la inhibición de reflejos primarios. La encargada de llevarla a cabo es Marta García, logopeda con más de 20 años de experiencia formada en terapias integrativas de desarrollo como el método Johansen, la terapia Padovan, la Integración de Reflejos Primitivos INPP o la especialidad en Pedagogía de Apoyo Waldorf.

—¿Quién es Marta García y cómo descubrió este método?
—Soy logopeda y después de estar bastantes años trabajando con niños utilizando las herramientas que había aprendido en la universidad me di cuenta de que se quedaban cortas, no llegaba a conseguir los resultados que quería. Empecé a investigar y en una conferencia conocí a Alicia Bastos, allí descubrí varios métodos y terapias nuevas para mí. Fue un soplo de aire fresco para poder llegar más profundamente a los problemas que me encontraba en el día a día con los niños.
Me formé en varias terapias y a partir de ahí mi forma de trabajo cambió, dejé de hacer lo que había hecho hasta entonces y empecé a utilizar otras herramientas. También conocí la pedagogía Waldorf e hice el curso de especialidad en maestra de pedagogía de apoyo Waldorf.

—¿Qué formación imparte hoy en Sant Mateu?
—El título de la formación es Inhibición de Reflejos Primitivos y Programa Escolar desde el método INPP. Es uno de los métodos que llevo a cabo con niños que tienen problemas de aprendizaje y comportamiento a través de la inhibición de reflejos primitivos. En esta formación los docentes aprenderán qué es la inmadurez neuromotora, a reconocer algunos reflejos primitivos y cómo estos pueden condicionar los procesos de aprendizaje.

—La forma de trabajar es diferente a otras terapias más comunes.
—El programa repasa todas las fases por las que pasa el bebé desde que está en el útero materno hasta que se pone a caminar. Consiste en realizar una serie de ejercicios físicos imitando todos los movimientos que ha tenido que realizar el niño de forma progresiva durante 10 o 15 minutos al día, cinco días a la semana. Todo esto durante un curso escolar.

—Después de unos años de experiencia, ¿qué resultados ha obtenido?
—Es el tercer año que lo estoy poniendo en práctica y son resultados bastante significativos porque se trata de cambios sutiles pero muy importantes para los niños y para todo el grupo de la clase. Pasan de no ser capaces de mantenerse quietos de pie sin que surja movimiento, sin que hablen o sin que se muevan, a ser capaces de poder mantenerse y poder hacer movimientos más coordinados. Los niños desarrollan un mayor control de sí mismos y un equilibrio más maduro que hace que estén más cómodos en su cuerpo. Todo esto ayuda a que puedan ser más capaces de prestar atención al maestro, de comprender lo que leen, de leer un texto sin saltarse de línea, de empezar a desaparecer inversiones que cometían en la escritura... En escritura y lectura es donde se ven los cambios más significativos.

—¿Realmente es importante que los maestros y profesores conozcan esta forma de trabajar?
—Es un método que te ayuda a entender porqué un niño no comprende lo que lee, te ayuda a entender porqué un niño no se puede sentar quieto sin que parezca que tenga hormigas en los pantalones, te ayuda a entender porqué no sabe organizar el espacio cuando escribe o porqué su letra es ilegible. Te ayuda a entenderlos.