Entrada principal del establecimiento turístico Casa Lola. | Daniel Espinosa

Comienza la temporada turística y vuelven las fiestas a la polémica Casa Lola. Al menos así lo han denunciado vecinos de la zona, que ven que un año más este establecimiento turístico les va a dar algún que otro quebradero de cabeza.

Fuentes del Ayuntamiento de Sant Josep reconocieron que «esporádicamente» la Policía Local ha recibido llamadas quejándose de ruidos y de la celebración de fiestas en la finca, aunque a día de hoy no ha podido constatarlo. «Se ha recibido alguna llamada, se ha acudido y sólo se ha detectado alguna entrada o salida de vehículos», indicaron desde el Consistorio, «pero normalmente no se aprecia ruido o música a un volumen fuerte», subrayaron, aunque «en un par de ocasiones se ha denunciado».

Comienza pues la temporada turística en Casa Lola tal y como terminó la de 2021. Hay que recordar que, desde que el Ayuntamiento diera en septiembre un ultimátum a la propiedad para restituir la finca a la legalidad vigente por las obras ilegales ejecutadas en su interior, la Policía Local de Sant Josep recibió un total de 11 llamadas relacionadas con molestias por la actividad que se mantiene en el complejo turístico ilegal.

Según destacaron por aquel entonces a este periódico fuentes del propio Consistorio, del total de las 11 llamadas tan sólo una hacía referencia a la música en un tono más elevado de lo que debiera, «aunque cuando hicieron acto de presencia los agentes no detectaron ninguna irregularidad».

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El resto de las llamadas, indicaron desde el Ayuntamiento, tenían que ver con la acumulación de vehículos en las carretera y en los caminos colindantes, con las consiguientes molestias que esto provoca a los vecinos que residen por la zona.

Un poco antes, en el mes de agosto, los vecinos del barrio de Devall Sa Serra, donde se ubica Casa Lola, denunciaban la «impunidad» con la que se continuaban realizando fiestas ilegales en el complejo turístico.

En un escrito remitido a la agencia Efe, criticaban que incluso, en plena pandemia, se seguían permitiendo «fiestas multitudinarias» sin cumplir ninguna norma sanitaria y en una casa ilegal con orden de demolición.

Aseguraban no entender cómo «ninguna institución» era capaz de hacer cumplir la ley y cómo podía haber «tanta impunidad con esta señora», en referencia a su propietaria.

Los vecinos explicaban que llevaban años aguantando las molestias de Casa Lola, que se había convertido en un «gran y lujoso» complejo turístico «completamente ilegal», en una zona rústica donde «no se puede edificar» y con construcciones «ilegales» como piscinas, perforada, apartamentos, discoteca, gimnasio y lavandería, entre otros.