Juan Guasch Serra, presidente de la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera, minutos antes de la entrevista. | Marcelo Sastre

Juan Guasch Serra (Ibiza, 1984) es el nuevo presidente de la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera. Llega al cargo tras haber ejercido como vicepresidente segundo. Empresario de formación, Máster en Dirección de Empresas, actualmente está integrado en el negocio familiar, la empresa Isacasa. Trabajó varios años en empresas multinacionales en Barcelona, «un puente fundamental para la formación de cualquiera que aspire a ser empresario» y algo que recomienda a todas las personas que integran empresas familiares antes de coger el relevo.

—Toma la presidencia tras una crisis cataclísmica, ¿qué retos afronta la Cámara de Comercio tras la covid?

—El primer reto que afronta es el de retomar aquellos proyectos que la ejecutiva que tomó posesión hace cuatro años tenía en cartera. Tenemos que ver qué proyectos de los que teníamos siguen siendo de actualidad y cuáles se pueden desechar. Hemos tenido un paréntesis muy grande. Nos encontramos además ahora en una situación de incremento de la inflación por la guerra en Ucrania y la hipotética recesión. Esto último ya se verá, pero desde luego estamos en un periodo de inestabilidad. El reto es que la Cámara vuelva a trabajar de puertas hacia fuera. Queremos hacer hincapié en un esfuerzo positivo frente a la actual situación negativa. Tenemos mismos niveles de reserva que en 2019 y el gasto de los turistas vuelve a ser el mismo que en 2019. Queremos reforzar lo bueno y minimizar lo malo hablando con nuestros asociados. Ellos son los que mandan, ni yo ni la ejecutiva. Tenemos la responsabilidad de ser su cara visible ante las personas e instituciones que puede hacer cambios, las instituciones públicas. Frente a ellas representamos las inquietudes de grandes, medianos y pequeños empresarios.

—¿Cuántos asociados tiene la Cámara de Comercio?

—He dicho asociados, pero la Cámara de Comercio representa a todas las empresas que hay en el censo. Este es un dato que nos da la Agencia Tributaria y, ahora te lo digo de memoria, pero son unas 14.500. Esto es algo que nos diferencia de otras patronales privadas.

—¿Cómo está de salud la Cámara de Comercio como institución? Estos años se les ha oído poco…

—En el anterior mandato, el presidente Carlos Marí Mayans, al hay que agradecer el gran esfuerzo y dedicación estos años que han sido de un arduo trabajo a la sombra, hizo un esfuerzo ingente junto a la secretaria para mantener esta institución viva, porque si no fuera por ellos habríamos cerrado puertas. La Cámara de Comercio es una corporación de derecho público. Tenemos un órgano tutelar que es la conselleria de Industria y Comercio. Hace años, por obligación, cada empresa tenía que destinar un 0,15% de sus beneficios a sufragar las cámaras de comercio a nivel nacional. Esto se eliminó en la legislatura de Rodríguez Zapatero, por lo que las cámaras de comercio se vieron obligadas a buscar patrocinadores, algo que no se hizo en las Pitiusas, o a vivir de convenios bilaterales con otras administraciones. Se pudo funcionar con este sistema hasta que llegó la covid y las administraciones, lógicamente, dedicaron sus fondos a otras cosas. Por eso te decía que estuvo a punto de cerrar, no se podían cubrir ni los costes estructurales: luz, agua, instalaciones, personal... Por eso el anterior presidente trabajó para que, dentro de los presupuestos autonómicos, se destinara una parte a cubrir los costes estructurales de las cámaras de comercio. Era una fórmula que ya existía en Canarias. Esta ley te permite poder trabajar, porque es muy difícil hacer tu trabajo si no sabes si tendrás que cerrar mañana. Hemos sido capaces de hacer entender a las instituciones la necesidad de que existan las cámaras de comercio.

—¿Por qué es necesario que exista?

—Porque la Cámara de Comercio representa a todos. Fomento del Turismo representa a aquellos que se asocian, lo mismo con la Pimeef. Pero la Cámara de Comercio es un organismo integrador que va más allá de los intereses de cada patronal o cada sector. Tanto al empresario pequeño que tiene que hacerse una web y no sabe por dónde empezar como a la patronal hotelera que nos pida respaldo frente a las instituciones por un tema de seguridad o por el problema de la vivienda. Al ser un organismo público tiene representación en diferentes comisiones y entes en las que se deciden cosas importantes para Ibiza. Cuando nos sentamos en esas sillas representamos al conjunto de las empresas de la isla.

—En un contexto como el actual, de inflación y a las puertas de una recesión, ¿qué panorama tienen las empresas ibicencas?

—El empresario ibicenco hoy, no está tan preocupado por los ingresos, como por los costes y dar el servicio adecuadamente. La marca Ibiza ha generado un tejido empresarial muy fuerte, pero problemas como la falta de personal, la subida de costes o la distorsión de la imagen que se tiene de Ibiza suponen un reto. Este último aspecto es algo que nos hacen llegar las empresas. Ibiza es un destino que se considera caro, pero eso es algo relativo, depende del servicio que reciban los visitantes. Si el turista paga mucho por un hotel pero el servicio es malo por falta de personal o se encuentra con que las calles están llenas de obras, la percepción es negativa. Esto es algo que nos trasladan los comerciantes de Ibiza centro, por ejemplo. El empresario lo que quiere es trabajar. Es cierto que incertidumbre siempre hay por la coyuntura económica, pero aquello que se pueda prevenir es importante que se haga. La Cámara de Comercio debe hacer de enlace entre la necesidad del empresario y aquellas instituciones que pueden hacer algo para facilitar, corregir, cambiar.

—Respecto a la solidez del tejido empresarial, ¿las ayudas covid han sido suficientes para preservar esta solidez?

—Por desgracia no ha llegado toda la ayuda que debería haber llegado. A veces por tener unos requisitos casi inalcanzables en forma y tiempos, otras por desconocimiento del empresariado. Nosotros trabajamos precisamente para formar al empresario en cómo conseguir fondos públicos. El dinero está allí pero tienes que tocar a la puerta para que te lo den. Pero en este caso debió facilitarse más la tramitación.

—Ahora el reto son los fondos europeos, ¿el empresariado se está enterando de cómo y qué solicitar?

—A día de hoy no y es algo que desde la Cámara se está trabajando en mejorar. Si es necesario iremos negocio a negocio para explicar lo que hay. Desde luego cualquier empresario debe saber que la Cámara de Comercio está abierta para cualquier duda que tenga y pronto esperamos contar con nuevas herramientas.

—Estos fondos quieren dar un impulso a la diversificación de la economía, es decir, reducir la dependencia del turismo y a la famosa desestacionalización, ¿Ibiza está en esta senda?

—Reducir la dependencia del turismo en Ibiza es plantear un escenario irreal. Otra cosa es qué turismo queremos y cómo lo queremos. Que alguien venga a Ibiza en invierno para conocer las rutas senderistas de la zona de Sant Joan y comer en un buen restaurante, eso también es turismo. La Cámara de Comercio ha trabajado mucho para impulsar la Moda Adlib, eso no es turismo pero sigue siendo marca Ibiza. Hemos trabajado con empresas en la isla para la exportación de productos al extranjero y a nivel nacional. Pero al final, ¿qué es turismo? Porque todo tiene un enfoque turístico, pero la cuestión es qué turismo.

—La cámara ha sacado ahora una ayuda para planes de marketing online, ¿después de tanto tiempo todavía andan perdidos los empresarios?

—Sí y queda tanto por hacer. El tejido empresarial ibicenco es muy sólido, pero también es muy ibicenco. La frase «para qué voy a cambiar si siempre me ha funcionado» la he oído infinidad de veces. En mi propia casa la he escuchado. Pero los tiempos cambian y la pandemia ha acelerado algo esta necesidad de cambio. Hoy en día es imprescindible. Desde luego no significa perder la esencia de lo que uno es, pero hay que aprovechar las nuevas herramientas que se nos ofrecen. Insisto que eso no significa cambiar. Es como la diferencia entre el pequeño comercio y Amazon. Dicen que el pequeño comercio nunca podrá competir con Amazon, desde luego que no si quiere ser Amazon. Pero si quiere ser otra cosa ahí es donde puede mejorar.

—¿Qué otros programas tiene la Cámara para ayudar a las empresas?

—Pues me gustaría destacar Acelera pyme. Es un programa que se está ejecutando con fondos europeos que nos está funcionando muy bien. Es un convenio que tenemos con Cámara de Comercio de España, que está funcionando muy bien y que ayuda a las empresas a digitalizarse. Empezamos desde abajo con jornadas formativas, un asesor técnico que entra en la empresa, ve como funciona y te asesora en qué mejor. Pero en este aspecto también hay que hacer una crítica a las instituciones, ¿tenemos fibra óptica en una empresita del Port de Sant Miquel? ¿Cómo se apaña esa empresa? Podemos hacer mucha campaña, pero si no conseguimos que todas las empresas tengan buen acceso a internet no sirve para nada.

—¿Cómo plantean abordar el problema de la vivienda con las administraciones que afecta a tantos aspectos y es el origen de tantos problemas, incluido el de la falta de personal?

—Si te diera la respuesta a esta pregunta, seguramente me podría presentar a alcalde o a presidente del Consell y ganar. Hay muchos problemas relacionados como dices, la falta de personal no significa que no haya gente, faltan profesionales. En el primer pleno de la Cámara de Comercio, lo primero que se puso sobre la mesa fue la necesidad de dinamizar el mercado de trabajo. Nos planteamos cómo poner en marcha algún tipo de programa que diera formación profesional al sector servicios. Apoyamos, por ejemplo, la puesta en marcha de este nuevo FP de restauración que se nos presentó hace dos semanas. Pero podemos ir más allá, con que alguien ofreciera un restaurante dos meses para explicar cómo se hace un servicio y los otros les dieran prácticas, ya se podría incrementar el número de profesionales. Entre nosotros nos apañaríamos. Esto no está hecho, es algo que se comenta. Pero hay que lanzar ideas. Si tenemos profesionales disponibles podemos conseguir que la isla no sea tan estacional. Con eso quizás la oferta y la demanda de vivienda se regule. Si eso se suma a un control intenso de la oferta de pisos turísticos, entonces quizás consigamos darle solución a un problema que nos afecta a todos.