Un vecino discutía ayer por la mañana con uno de los operarios de la obra. | Marcelo Sastre

La remodelación de la avenida de Isidor Macabich está provocando en los comercios y establecimientos de esta céntrica calle más molestias de las inicialmente anunciadas por el Ayuntamiento que gobierna el socialista Rafa Ruiz. Tanto es así que históricos establecimientos como la cafetería Gran Vía han decidido echar el cierre durante unos días ante la imposibilidad de atender a sus clientes en las condiciones adecuadas. No es el único.

Su propietario, Manuel Izquierdo, ha explicado este jueves a Periódico de Ibiza y Formentera que cerrará a partir del próximo lunes durante una semana porque «esto no se puede aguantar». «Es un desastre», lamentó, «en varios días, hemos tenido tres fugas de gas seguidas. Y eso es porque no tienen ningún control». La situación lleva a personas como Izquierdo a observar a diario las obras y a constatar situaciones, cuando menos, sorprendentes: «Aquí no hay ningún encargado. Dejan solos a los trabajadores y estos no saben nada. Ni siquiera son capaces de mojar la gravilla. No tienen consideración con nadie. Mira, vacían el dumper a lo bestia, sin pensar en la cantidad de polvo que levanta. Se creen los reyes del mambo».

Izquierdo coge carrerilla y prosigue con su listado de recriminaciones, dirigido tanto al Ayuntamiento como a los responsables de este proyecto: «Aquí no viene nadie a dar la cara cuando cortan la luz o cuando hay fugas de gas. Es tercermundista. Nos cortan los suministros a mediodía. ¿Qué tenemos que hacer nosotros con los menús? Rompen cada tubería que se encuentran. ¿Es que no hay nadie que les diga dónde tienen que picar? Esto lo buscas en otro sitio y no lo encuentras».

La indignación crece cuando los afectados constatan que las obras van más lento de lo que el Ayuntamiento dijo. «Aquí no trabajan los domingos», relata Manuel Izquierdo, «las obras no se están haciendo por fases, que es lo que nos dijo Elena López. Están perjudicando a todos a la vez cuando lo que tendrían que hacer es dejar trabajar a la gente. Insisto, esto es tercermundista».

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En la acera de enfrente, las propietarias de la Cafetería Pepe barajan también en estos momentos cerrar el establecimiento. «Es muy desesperanzador», afirmó una de ellas, Andrea Villalba. Los constantes cortes de electricidad y agua están afectando especialmente a este establecimiento, en cuya terraza ya apenas se sienta nadie. «Vienen los vecinos más fieles, pero ya ves cómo está todo», lamentó, «¿quién se va a querer sentar en la terraza en estas condiciones si solo hay polvo y ruido? Parece una penitenciaría».

Villalba explicó que los cortes en los suministros obligan a parar el trabajo en la cafetería «cada dos por tres». «Si a eso le sumas el polvo, lo difícil que es llegar hasta aquí y que no te puedes sentar en la terraza, es evidente que la caja es una ruina y que la situación es insostenible», señaló. Por ello es que tiene claro que, en algún momento y si las cosas no mejoran en breve, será mejor cerrar «temporalmente».

Andrea Villalba no sufre las obras solo como empresaria. Es también vecina de Isidor Macabich por lo que, cuando llega a casa, tampoco puede «desconectar». «No me puedo duchar porque cortan el agua cada dos por tres», relató, «y esto significa, además, que no podemos tirar de la cadena. Con las fugas de gas, tienes miedo. Yo digo que nos están matando lentamente. Ahora mismo, vivo en un ambiente hostil por el ruido, el polvo y el tráfico».

Muy molesto se mostró también otro vecino de la avenida, Josep Antoni Cardona. «Es una vergüenza», protestó, «se ponen a hacer esto justo ahora, cuando más molesta». Lo que peor llevan en su domicilio son los cortes del suministro eléctrico. «Yo digo que estamos en una situación de emergencia», aseguró.

Otro vecino de la avenida, José Torres, mostró algo más de humor a la hora de explicar la experiencia de vivir en lo que él y los suyos llaman «la calle del polvo». «Por aquí no pasa ya ni el camión que regaba», explicó, «ni siquiera son capaces de regar con una manguera para que no haya tanto polvo». Como muchos otros residentes y trabajadores de la zona, Torres lamentó la decisión del Ayuntamiento de hacer las obras en plena temporada turística. «No es el momento adecuado», concluyó, «e, insisto, si al menos entendieran que regando un poco levantarían menos polvo…».