Mario Riera, presidente de la Asociación de Vecinos de sa Caleta. | Daniel Espinosa

Mario Riera Busom (Ibiza, 1970) es un risueño ibicenco lleno de arraigo a la isla. Cuenta que desde pequeño, se crío pasando los veranos en sa Caleta, se ha sentido siempre ligado al entorno del Parque Natural de Ses Salines. Es por eso que desde hace tiempo intenta poner su granito de arena para proteger y conservar esta área natural de la isla. Con este propósito, Mario Riera y decenas de residentes de esta zona de Sant Josep han creado la Asociación de Vecinos de sa Caleta. Una entidad que, según Mario, se ha fundado con el objetivo de poner en valor el papel del mundo rural en la conservación de la naturaleza y para defender y reivindicar algunos de los problemas enquistados que tiene sa Caleta, como la gestión del suministro de agua.

—La Asociación de Vecinos de sa Caleta es una entidad relativamente nueva. ¿Cuándo se fundó y con qué finalidad social?

—Esta asociación se ha constituido este año. Ya hicimos todos los trámites legales y estamos dados de alta. Nació a raíz del confinamiento. Entre muchos de los vecinos quisimos hacer comunidad, puesto que tenemos intereses comunes.

—Antes de profundizar más en las demandas vecinales de la entidad, ¿cuáles son las reivindicaciones más urgentes?

—Son muchas. El ámbito rural del que formamos parte está muy abandonado. Aparte de la pésima gestión del suministro de agua, que todo el mundo conoce, también tenemos necesidades y demandas en movilidad, puesto que en esta zona no hay ningún autobús de línea regular que pueda conectar con el aeropuerto. Por no hablar de la falta de inversiones y el deterioro en el Parque Natural de Ses Salines.

—Ecologistas llevan tiempo criticando la precariedad existente en este parque, asegurando que la zona se deteriora a un ritmo alarmante.

—Correcto, entre las reivindicaciones históricas de los vecinos está la falta de gestión del medio natural. Si das una vuelta por el interior del bosque que se abre tras las dunas de la playa de es Codolar, observarás que es una zona dejada y descuidada, es una pena. Lo mismo ocurre en la playa de Ses Salines, cada año se masifica más aquella zona con la llegada de turistas en verano.

—Entonces, llevan años reclamando estas mejoras. ¿Esperan una respuesta municipal diferente tras haberse constituido la Asociación de Vecinos?

—Nos estamos movilizando. Ahora tenemos más voz y más fuerza. Ya le hemos trasladado varias iniciativas al alcalde de Sant Josep. Algunas han tenido buena acogida, como la posibilidad de crear una escuela de vela en la playa de es Codolar, y otras se están estudiando.

—¿Qué iniciativas y reclamaciones se han trasladado al Ayuntamiento de Sant Josep?

—Hay otras demandas históricas por parte de lo vecinos que hemos trasladado en las últimas reuniones. Hay una estructura cerca de la tienda El Rincón de es Codolar que lleva más de 40 años en pie. Es un peligro porque pasa mucha gente y hay hierros en esa zona. El problema es que está en un terreno privado y haría falta una expropiación, pero este problema se tiene que resolver ya. También tenemos la problemática de las caravanas que se asientan en es Codolar. Llegamos a tener 14 caravanas en la playa antes de que acortaran el acceso.

—Un escenario que está perjudicando cada vez más la fauna y la flora del parque natural.

—La verdad es que sí. Es una pena todo lo que está pasando. Yo me he criado aquí. Pasaba los veranos en esta zona. Ahora veo que apenas hay dunas y en el bosque ya no hay arena. Somos el hermano pobre del parque natural. En los últimos años pusieron unas limitaciones de acceso igual que en Formentera para conservar las dunas, pero esta normativa se perdió.

—Al criarse aquí, habrá sido testigo de toda esta degradación natural. ¿Cómo lo ha vivido?

—Mal. Soy consciente de que se han intentado implantar medidas, pero todavía se puede regular mucho más la conservación de los recursos naturales y el entorno. Sin ir más lejos, cerca de los apartamentos Don Pepe se llegaron a arrojar multitud de escombros y basura, aquella parcela está muy abandonada. También recuerdo cuando llegaron a vallar una zona del parque para edificar apartamentos, fue un auténtico escándalo. Si se hubiese urbanizado, no sé que hubiese pasado.

—Ha hablado del abandono que sufre la zona que alberga los Don Pepe. ¿Cómo se ha vivido desde la asociación el desalojo de estos vecinos?

—Desde el principio nos hemos solidarizado con ellos. Es un drama que te echen de tu propia casa, yo confío en que se cumplan las promesas de las instituciones. Los vecinos de los Don Pepe no se han rendido nunca, son un ejemplo de lucha para todos: han acampado para reivindicar su vivienda, han ido al Ayuntamiento, han hecho presión, son un ejemplo a la hora de exigir derechos.   

—En el caso de los Don Pepe, las movilizaciones surgieron en favor de los derechos humanos. ¿Cuál es el marco o las directrices comunes de la asociación?

—Todos queremos lo mismo. Somos un núcleo que tiene los mismos intereses y necesidades dentro de la entidad. Es verdad que de momento somos pocos, unos 50 miembros, pero ahora estamos haciendo una labor de mayor captación. Respecto a las directrices, todavía tenemos que definir las acciones. Lo que tenemos claro es que queremos centrarnos en las cosas más básicas de la gente y poner en valor el papel del mundo rural en la conservación de la naturaleza. Para ello, queremos adherirnos a otros movimientos sociales. Lo importante es no morir en el intento.

—¿Qué zonas abarca la entidad?

—Nuestro ámbito de actuación llega desde Can Frígoles hasta el rincón del marino. Luego ya empieza la zona de Cala Jondal, que ya no pertenece a nuestros dominios.

—Y mientras se definen las acciones, ¿la asociación tiene un local para reunirse de forma periódica?

—No, solicitamos al Ayuntamiento un local social para agruparnos, pero de momento nada. Lo que hacemos es reunimos en la tienda de El Rincón de es Codolar, en la parte trasera. Hemos solicitado la cesión de unas instalaciones de sa caleta que están inutilizadas, pero desde el Consell nos comunicaron que iban a abrir este espacio como centro de interpretación.

—Antes ha señalado que para tener más fuerza social, la entidad quiere adherirse a otros movimientos. ¿Se ha contactado ya con alguna entidad colaboradora?

—Sí, queremos formar parte de la Alianza por el Agua, la entidad que promueve la gestión sostenible del agua en Ibiza. Hemos enviado una solicitud que considerarán en la asamblea de septiembre.

—Supongo que ya es hora de hablar sobre el grave problema del suministro de agua que llevan padeciendo los vecinos de sa Caleta desde hace años.

—(Suspira). Llevamos años así. La gestión es pésima. El municipio necesita urgentemente una planificación que contemple la mejor garantía del suministro de agua. Hay que hacer algo. Es cierto que el Ayuntamiento aprobó una partida para la mejora de la red de abastecimiento y la calidad de agua, pero necesitamos una solución definitiva. No queremos pan para hoy y hambre para mañana.

—Se ha pasado de consumir líquido desalado a recibir agua de pozo. ¿Qué opina usted de la medida adoptada por el Ayuntamiento y Aqualia debido a la reducción del caudal?

—El problema del agua aquí es muy grave e irá a peor. El nivel del pozo que nos abastece se acabará salinizando, igual que el resto de aguas subterráneas de Ibiza, es cuestión de tiempo. Si quieren ir tirando de pozo cada vez que tengamos algún problema de caudal, la preocupación aumentará. Es más, esta demanda creciente está repercutiendo en los acuíferos y lo que hay que hacer es recargarlos y evitar la salinización de las aguas subterráneas.

—¿Qué le trasladan los vecinos respecto a esta problemática?

—Ya están muy quemados. Es mucho tiempo soportando este abandono, especialmente en verano con la masificación de visitantes. Seguramente a los turistas sí que les llega líquido desalado apto para el consumo y no agua con cloruros y sulfatos. Hay que tener en cuenta que son 2.500 abonados afectados más sus familias, es mucha gente. Por este motivo, pedimos una compensación justa. No solo recibimos agua contaminada sino que también hemos tenido que desprendernos de aparatos que se estropean por la salinización del agua.

—Desde que se fundó la asociación, han aumentado las peticiones aplicables al suministro de agua dirigidas al Ayuntamiento?

—Parece que este problema sea nuevo, pero llevamos años así. Llevamos años reclamando, además de una inversión real para renovar las infraestructuras de suministro, que el Ayuntamiento pueda disponer de las competencias oportunas para comercializar el agua que producen las desaladoras de Ibiza. No es coherente que sea la Conselleria de Medio Ambiente la entidad responsable del suministro de agua en Ibiza.

—¿La entidad considera que el Consistorio está tomando medidas para solucionar esta situación?

—El sistema de interconexión entre las tres desaladoras de Ibiza y las redes de abastecimiento municipal fue una gran medida, y más cuando la localidad de Sant Josep empezó a formar parte de esta red de distribución de las desaladoras. Gracias a esta iniciativa empezamos a recibir directamente agua de las instalaciones de Vila y de Sant Antoni. No obstante, hay que seguir invirtiendo. Es evidente que el sistema no puede abastecer a todos.

—¿Se ha puesto en contacto con la entidad el alcalde de Sant Josep?

—Guerrero me explicó que está preocupado por la situación. Teme por si el año que viene se agrava esta problemática. Yo solo digo que si llega la falta de suministro global, ya no tendrán la excusa de quitarnos el agua buena solo a nosotros.

—Supongo que en estos momentos esta cuestión concentra todos los esfuerzos de los vecinos.

—No, intentamos dedicar tiempo a todas las reivindicaciones vecinales. Somos ibicencos, amamos nuestro patrimonio, nuestras tradiciones y nuestro entorno. Respetamos y queremos conservar y poner en valor nuestra historia. Nos importa, especialmente, el bienestar de todos nuestros vecinos. Así que seguiremos planteando nuestras propuestas con firmeza.