Esta plataforma de hidromasaje que han creado desde Un mar de posibilidades dentro del mar genera muchos beneficios a los mayores. | Arguiñe Escandón

«Antes tenía miedo al mar y desde que vengo con el programa Un mar de posibilidades ya no quiero salir de él». Esta palabras de Francisca Clapés Ferrer, de 87 años cumplidos el 22 de abril, reflejan a la perfección lo que supone para la gente mayor de las residencias de la isla el programa terapéutico que conduce Pedro Cárceles y los suyos gracias al apoyo del Club Náutico de Ibiza, el Consell, los ayuntamientos y distintas empresas privadas.

El programa nació el año pasado como un empeño personal del departamento de Bienestar Social del Consell de Ibiza que dirige Santi Marí y desde el primer día ha sido todo un éxito. «Está pensado para mayores de 70 años como respuesta al impacto que tuvo en muchas personas mayores la pandemia y con la intención de poderles ofrecer una alternativa que les ayudara a nivel físico, emocional y psicológico en colaboración con Un mar de posibilidades y creo sinceramente que está funcionando muy bien viendo lo contentos que están los usuarios», ha explicado este jueves el propio Marí antes de meterse en el mar y echar una mano a los voluntarios del proyecto.

«Sonrisas por todos lados»

Lo cierto es que la idea consigue llenar cada jueves por la tarde y algún sábado por la mañana Platja d’en Bossa de sonrisas durante cerca de tres horas.

Este jueves lo hizo con siete mayores que llegaron desde la Residencia y Centro de Día Can Blai de Santa Eulària y que disfrutaron al máximo con actividades que habían preparado especialmente para ellos como reflexología, hidromasaje, arcilla en sus piernas y ejercicios de psicomotricidad.

Todo esperado con muchas ganas por los usuarios tal y como confirmó la propia Francisca Clapés. «Es mi primer año que vengo, es el segundo jueves que vengo y si pudiera me encantaría poder repetir más veces porque son actividades muy buenas para personas mayores».

Una opinión y satisfacción compartida por otros usuarios como Catalina Tur Riera, natural de Sant Mateu y residente en Puig d’en Valls que por primer año disfruta «con todas las actividades y viendo y conociendo nuevos amigos» o José Estella Planells que a sus 80 años ha debutado este jueves por primera vez en el programa tras recibir la noticia de que había sido bisabuelo. «Soy de Santa Gertrudis y desde bien pequeño siempre me ha encantado todo lo que tenía relación con el mar y con salir a pescar así que estoy seguro que todo lo que han preparado me agradará muchísimo y si me dejan tengo muy claro que repetiré».

«Están súper contentos»

El estado de felicidad también lo confirmó Mónica Liñán, coordinadora del Servicio de Ayuda a Domicilio y una de las personas que más tratan con estos mayores en su día a día. «Son súper felices con venir a Un mar de posibilidades porque hay que tener en cuenta que pasan de estar encerradas y no salir de casa durante todo el día a venir a disfrutar con un montón de atenciones en un entorno precioso y al lado del mar».

En este sentido, también juega un papel fundamental el trabajo de las trabajadoras familiares como Marta Rojas quienes van a diario a las casas de los usuarios, los conocen y se ganan su confianza para que al final den el paso y se atrevan a venir y participar. «Algunos de ellos son reacios al principio a probar y no vienen si no lo hacen con nosotras pero al final hemos conseguido crear un vínculo familiar que ha provocado que ahora estén encantados, como es el caso de Manuel Mesa de 75 años que antes no iba a la playa con su mujer Ana porque prefería quedarse en el chiringuito y ahora es al revés».

Llamada de atención

En medio de este estado de satisfacción que desprende Un mar de posibilidades, su impulsor Pedro Cárceles quiso llamar la atención sobre un tema importante.

Tiene que ver con el número de usuarios que acuden actualmente y por ello hizo un llamamiento público. «Con la llegada del virus hemos pasado a atender menos usuarios, lo cual que hace que les demos una atención mucho más personalizada, pero ahora que todo está volviendo a la normalidad, tal vez sería el momento para que los que hacen las normas abrieran el margen para que pudieran venir más personas para que muchas más beneficiaran de las actividades con números parecidos a los que teníamos antes de la pandemia».