En el barrio de Ca n'Escandell, concretamente en la zona popularmente conocida como ‘Casas Baratas’, la calle d’es Fornàs es una de sus arterias principales. Una de las arterias de un barrio, Ca n'Escandell, ubicado entre Can Misses y Can Cifre, y separado solo por Can Cantó de Vila.

No se trata de una calle comercial, apenas hay una floristería, una carpintería de aluminio y un taller de máquinas de coser, aparte de algún local convertido en oficina, y algún otro, como el que había sido la librería del barrio, a la espera de ser aprovechado.

Sin embargo, la sístole y diástole que riega esta arteria corre a cargo del bar y del supermercado que dan servicio y compañía a un barrio que mantiene vecinos desde hace décadas, a la vez que abre los brazos a los nuevos habitantes que ocupan los edificios que crecen alrededor. Se trata del bar y el supermercado Norte, el verdadero corazón de ‘Casas Baratas’.

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Ubicación privilegiada

Una calle de 400 metros que atraviesa un barrio «de gente de todo tipo, sobre todo trabajadora. Es como un pequeño pueblo», tal como explica Nieves desde su floristería Es Romaní. Un barrio ubicado de manera privilegiada, «a un paseo de Vila», como recuerda Neus, a tiro de piedra de diversos servicios como apunta Víctor: «Hay colegios, hospital, comisaría… ¡hasta la cárcel tenemos cerca!». Sin embargo, Isabel, que lleva 40 años en la calle d’es Fornàs, echa de menos servicios que han ido desapareciendo del barrio, como la librería y el estanco. La veteranía de Isabel en esta calle le permite recordar «cuando esto estaba prácticamente en el campo» y «tenía que poner ropa de trabajo a mis hijos cuando salían a la calle, porque venían hasta arriba de barro».

A la espera de reforma

Tal como recuerdan los vecinos, con distintas opiniones al respecto, «estaba previsto que reformaran la calle. Vinieron los políticos a hacer una presentación y todo. Nos dijeron que se pondrían manos a la obra hace un año y todavía no hay más obras que las de los edificios que están construyendo», se queja uno de ellos. Catalina no acaba de tener claro si está de acuerdo a la hora de ampliar aceras ya que «va a haber todavía menos aparcamiento», lamenta. Sin embargo, José pone el foco en el estado de la calle: «No está bien», apunta. Y es que su abuela nonagenaria, ‘la abuela Garucha’, tropezó hace unos días con una baldosa rota de la calle cayéndose al suelo.

La limpieza es otra de las quejas generalizadas entre el vecindario, «nos gustaría que limpiaran más, llamamos y no nos hacen ni caso; también estaría bien más vigilancia», apunta Neus. Sin embargo, tal como celebra Roberto, tras 20 años en esta calle: «¡El barrio sigue siendo de puta madre!».