Este viernes por la tarde en uno de los miradores de Cala d'Hort. | Vanessa Hernández

Los miradores de Cala d’Hort son sinónimo de una espectacular puesta de sol en Ibiza. No obstante, esta zona no se libra de la venta ambulante que existe en la isla cada verano. Es el caso del mirador de es Vedrà. Al llegar, no se observan las típicas ventas de pareos o bebidas refrescantes sino mojitos de todos los sabores: de fresa, menta, limón.. Cada día, cuatro o cinco vendedores ambulantes de mojitos preparan la bebida para venderla, formando largas colas de gente que hacen fila para comprar esta bebida y disfrutar de este refrigerio mientras ven la puesta de sol, algo que aún sucede a finales de temporada.

En este sentido, según fuentes municipales de Sant Josep, la Policía Local interpuso 42 denuncias a estos vendedores que circulan por esta zona del municipio. Cabe recordar que es Vedrà es un lugar que concentra siempre una gran afluencia de turistas. Esta situación la aprovechan los vendedores ambulantes para ofrecer a los visitantes bebidas de todo tipo. Sin duda, los mojitos han desbancado a los refrescos tradicionales, una bebida que están comercializando en es Vedrà por más de cinco euros. Otra de las zonas que también ha registrado estas ventas irregulares ha sido el mirador de Cala d’Hort a los pies de la torre de vigilancia d’es Savinar.

Unas ilegalidades que se repiten año tras año en Ibiza pese a los dispositivos policiales que se llevan a cabo por la Policía Local de Sant Josep. «Se hace una vigilancia rutinaria que se realiza en el conjunto del municipio. Este dispositivo cuenta con patrullas de seguridad», explicaron desde el Ayuntamiento. Sin duda, la venta ambulante e ilegal de productos y refrescos sigue proliferando en la isla y en muchos lugares, como en Cala Saladeta o ses Salines, se ha convertido en un problema enquistado cada verano. Tras lo ocurrido en es Vedrà, ni siquiera este recóndito espacio rodeado de naturaleza se salva de esta ilegalidad.

La concentración de gente en estos lugares genera un colapso casi diario en la carretera que da acceso al mirador y a la cala, que se ve acentuado en plena temporada alta. Esta situación lleva generando durante años quejas y protestas por parte de unos vecinos que ven el final de la temporada turística como su gran panacea anual.